viernes, 31 de mayo de 2013

Causas de la crisis de autoridad con los adolescentes

Actualmente, algunos padres creen que no pueden hacer nada a la hora de educar a los adolescentes, se limitan a mantenerlos (alimentación, vivienda y ropa) además de mucho ocio y una escuela, en la que en ocasiones, se le pide que eduquen a sus hijos.

A veces se actúa así no por dejadez, sino porque los padres se encuentran desorientados, desmotivados, desbordados y sin habilidades específicas. Algunos de los factores e ideas que dificultan el ejercicio de la autoridad son:
  • Las modificaciones en los roles de padre y madre. A veces se generan involuntariamente vacíos de poder.
  • Influencias mediáticas y presiones sociales o grupales (televisión, amigos, grupos, mensajes sociales confusos, etc.)
  • El poco tiempo que tenemos para compartir, educar y relacionarse, al que obliga el tipo de vida que se lleva en la actualidad.
  • Los sentimientos de culpa de los padres y madres trabajadores, al tener que compartir difícilmente trabajo y familia.
  • La identificación de la autoridad con el autoritarismo, que nos aleja de todo lo relacionado con el concepto de disciplina, al igualarlo al de humillación.
  • La idea de ser unos padres perfectos, que hace asumir más el papel de amigo de mis hijos, que el de referente adulto.
  • El miedo a que la práctica de la autoridad le haga infeliz, le provoque traumas, hace que se le permita todo.
  • La modificación de los sistemas de valores en la sociedad actual, donde el mayor valor es ser joven, menoscabándose otros como el respeto al adulto, el valor de la madurez o los criterios que dan la experiencia.
  • El desfase entre unos valores de necesidad de subsistencia y la situación actual de superabundancia, en las dos generaciones que están involucradas en la educación.
Texto cedido por el IMFEF.


jueves, 30 de mayo de 2013

Mami, ¿cómo se hacen los bebés?

La pregunta nos coge desprevenidos. ¿Qué de dónde vienen los bebés? Pues... ¿qué le explicamos? ¿La historia de la cigüeña? ¿Le damos largas con la excusa de que es demasiado pequeño? A algunos padres les resulta muy embarazoso que sus hijos les hagan preguntas relacionadas con el sexo, pero es inevitable. Debemos concienciarnos de que hablar sobre el tema sin prejuicios es la mejor solución.
La mayoría de los padres nos ponemos nerviosos cuando nuestro hijo se acerca y nos dice: "Papá, ¿cómo se hacen los niños?". La situación es embarazosa, no sabes cómo contestar, y en la mayoría de las ocasiones tiendes a evitar el interrogante ("Cuando seas más mayor lo entenderás, ahora eres demasiado pequeño") o a contar cosas como "Papá le ha puesto una semillita a mamá". Este tipo de contestación no ayuda al niño. Lo mejor es dejar a un lado los prejuicios y prepararnos para cuando nuestro hijo plantee este tipo de dudas. Porque, tarde o temprano, lo hará.
No esperes a que él dé el primer paso, anticípate. Puedes utilizar situaciones cotidianas, como un programa de televisión o la llegada de un bebé a casa, para sacar el tema. Si muestras seguridad ante él, le darás confianza y contribuirás a que vea el sexo como un tema más de los que se tratan en casa.
Cuanto antes comencemos a hablarle de sexo, más fácil nos resultará y más tranquilos nos sentiremos. No existe una edad específica para abordar el tema, cualquier edad es buena. Lo que sí podemos hacer, desde los primeros meses de vida de nuestro hijo, es transmitirle una idea positiva y sin prejuicios del sexo. No hace falta esperar a que el niño tenga una comprensión amplia del lenguaje. Hay cosas que podemos explicar con nuestras propias actitudes.
Primeros meses de vida:
  • Los primeros meses de vida el niño se dedica a la exploración de su propio cuerpo a través del tacto o del gusto. El bebé experimenta una sensación muy agradable cuando su madre le da el pecho, y algo parecido ocurre cuando acaricia sus genitales. No le riñas si te das cuenta de que se está tocando porque es algo totalmente natural, necesita conocer su propio cuerpo. La sexualidad debe ser vista desde una perspectiva positiva, y cuanto antes tome conciencia de ello, mucho mejor.
Entre los dos y los tres años:
  • El niño está en plena exploración de su cuerpo, por lo que podemos enseñarle a nombrar cada una de sus partes, usando siempre los términos correctos. Es decir, hablaremos de pene en vez de "pito", porque sino, cuando le queramos explicar el nombre adecuado, le costará entender el cambio.
  • Necesita identificarse como niño o niña, hombre o mujer, de ahí que se fije en las figuras paterna y materna. Aprovechando esta curiosidad, y siempre que no suponga un inconveniente para ti, deja que te vea en la ducha para darle la oportunidad de observar las semejanzas o las diferencias entre ambos.
Niños de tres a cuatro años:
  • Su curiosidad por el cuerpo humano sigue creciendo. Ya no se conforma con saber cómo se llama cada una de las partes de su cuerpo, quiere saber más. Por ejemplo, por qué él tiene pene y su hermana no.
  • Es la edad de las preguntas "embarazosas", aquéllas que a los padres nos puede resultar más difícil contestar. Éstas son algunas de las posibles preguntas que te puede hacer y las respuestas que sería aconsejable dar (siempre partiendo de la verdad):
- "Papá, ¿por qué mamá tiene pechos grandes y tú no?"
- Porque mamá es una mujer, y las mujeres tienen los pechos más grandes para poder dar leche a sus bebés.
- "¿De dónde vienen los bebés?
- Crecen en la barriga de mamá hasta que se hacen grandes y avisan que quieren salir.
Niños entre cinco y seis años:
  • Quiere saber más todavía. Ahora querrá saber cómo ha llegado el bebé a la barriga de mamá. No te extrañe la pregunta:
    "¿Y cómo se ha metido ahí el hermanito?"
    Respuesta adecuada: Con la ayuda de papá.
    "¿Y cómo?".
    Pues juntándose mucho con mamá y poniendo su pene dentro de mi vagina, porque los papás se quieren mucho.
  • Las respuestas a estas preguntas ayudan a que el niño trate con naturalidad el tema. De esta manera, no temerá formular otras preguntas cuando se le planteen dudas.
Niños entre seis y ocho años:
  • Éstas son, al menos así lo creemos, las edades en que el diálogo con nuestros hijos puede resultar más difícil, ya que a estas edades no se muestran demasiado interesados por la sexualidad. Es típico ver en el patio del colegio a niños con niños y a niñas con niñas, sin mezclarse entre ellos. Curiosamente, y aunque nos pueda parecer contradictorio, comienzas a escuchar cosas como: "Mamá tengo novio, se llama Joel", y a la semana siguiente te puede decir: "Mamá, Javier dice que ya no quiere ser mi novio".
  • Éstas son las edades del pudor, a tu hijo le da vergüenza de que lo veas desnudo, siempre que va al cuarto de baño cierra la puerta…
  • A esta edad el niño ya conoce aspectos más íntimos de la sexualidad, sabe en qué consiste y de dónde vienen los niños. Quizá sea el momento de hablarle de otros temas relacionados con el sexo.
  • Puedes hablarle de los cambios que experimentará su cuerpo en un futuro próximo. Con estos conocimientos, vivirán estos cambios del crecimiento como algo natural, y eliminará los posibles miedos que puedan aparecer ante situaciones desconocidas. Por ejemplo, a las niñas se les podría empezar a hablar de la menstruación.
  • Se pueden abordar temas como: enfermedad del VIH, por qué los padres no se pueden quedar embarazados, cómo un bebé crece en el cuerpo de la mujer…
Debe quedar claro que el diálogo de la sexualidad no acaba aquí. Los niños más mayores también necesitan cierta información. Y, sobre todo, que se les aclaren muchas dudas.
Hablar de sexo con nuestros hijos no tiene por qué resultar una experiencia traumática. La clave está en ir haciéndolo poco a poco, a medida que va creciendo. De esta manera, el beneficio obtenido por ambas parte será mayor.


Ciara Molina García
Licenciada en Psicología


¡¡Puedo conseguirlo!!

¿Qué es la voluntad? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a construirla? ¿Está relacionada con la inteligencia?. En el largo camino que deben recorrer padres e hijos, la voluntad entabla un diálogo, a veces de sordos, entre autonomía incipiente y dependencia necesaria. Su mayor o menor comprensión dependerá, en gran medida, de la capacidad de escucha del adulto y de las oportunidades de construcción de la propia voluntad que el niño tenga en sus primeros años.

"La voluntad no es una facilidad sino la misma inteligencia que se aplica a dirigir la acción para salir bien del paso". El misterio de la voluntad perdida J. A. Marina
A todos los padres nos gusta tener hijos voluntariosos y esforzados. Constantes en lo que emprenden y siempre dispuestos a aplicarse en sus objetivos hasta lograrlos. Aunque deberíamos plantearnos si dedicamos el suficiente esfuerzo a construir en ellos la tan preciada voluntad.
El niño pequeño es un perseverante nato. Él puede repetir y repetir un nuevo aprendizaje tantas veces como sea necesario para su adquisición. De hecho, esa es una de las características principales de todo niño en sus primeros años de vida: repetir y repetir acciones aparentemente sin sentido. Con ello logra dominar nuevas habilidades, adaptándose y respondiendo al mundo que le rodea. Pero esta conducta apenas está dirigida por la voluntad. Es, como dijo la gran pedagoga María Montessori: la misma fuerza creadora que dirige su desarrollo la que vez tras vez permite y alienta la repetición en el niño de corta edad
Durante sus tres primeros años de vida, el niño expresa necesidades que deben ser satisfechas desde el exterior. A partir de los dos años es cuando el niño empieza a mostrar conductas que demuestran una incipiente conciencia de sí mismo. Es a partir de entonces que podemos empezar a hablar de construcción de la voluntad dado que el niño comienza a descubrir su individualidad. Y es con el individuo que surge la necesidad de una voluntad que dirija la conducta.
Nos encontramos entonces con un niño que ha descubierto el "no" como respuesta. Es el período de la "guerra de la cuchara" donde nuestro hijo manifiesta su incipiente personalidad a cualquier precio.

En este proceso constructivo que el niño realiza en interacción con su medio familiar y social, el lenguaje es el vehículo que permite a la madre conducir la conducta desde una dependencia completa a los dictados del adulto a una autonomía imprescindible para el crecimiento.La voluntad del niño se encuentra aún en la etapa de la heteronomía (cuando la voluntad está determinada por algo exterior a ella misma) y debe ser conducida a lo largo de la primera infancia hacia una autonomía que le permita aplicar su inteligencia a lograr lo mejor para sí mismo en todas las circunstancias.
Pero entre los 3 y los 6 años nos encontramos ante un niño que todavía se mueve por esa fuerza inherente que le lleva a la experimentación continua, sin criterios de seguridad o conveniencia, y la necesidad de desarrollar conductas inhibitorias de su propio comportamiento que le permitan renunciar a aquellas actividades que, por medio del aprendizaje, empieza a discriminar como impropias o no convenientes. Y es en este juego de fuerzas internas vitales e inteligentes, que el niño se debate en estos primeros años.

Aprender a hablar le ofrece las herramientas necesarias para que pueda darse el diálogo interno imprescindible para la puesta en marcha de la voluntad. Ese lenguaje, primero usado por los padres y personas que intervienenen su crianza, es el que durante meses ha estado dirigiendo su conducta desde el exterior y que debe ir siendo interiorizado hasta formar parte de su ser ya entrando en los 6 o 7 años.
¿Qué podemos hacer los padres para facilitar esta imprescindible construcción de la voluntad en nuestro hijo pequeño?:
  • Propiciar el juego simbólico con muñecas, disfraces, cochecitos, animales, etc. … Por medio de estos juegos, nuestro hijo podrá ser el papá que le dice al niño: "tienes que lavarte las manos para ir a almorzar", reproduciendo, viviendo a través del juego y, por lo tanto, asumiendo, su propia situación de voluntad heterónoma. Podrá ser también el niño que decide (acto de la voluntad autónoma) ir a lavarse las manos porque es la hora de almorzar. Recordemos que para el niño pequeño, no hay todavía diferencia entre la realidad y la ficción y que las experiencias a través del juego le permiten integrar y comprender las reglas del mundo que está empezando a comprender.
  • Tener paciencia y respetar el desarrollo de nuestro hijo sabiendo que ninguna etapa es eterna. La crisis de oposición que acontece alrededor de los dos años puede ser complicada para los padres, pero para el desarrollo posterior del niño es totalmente imprescindible. Aprendamos a escuchar realmente a nuestros hijos. Evitemos dejarnos llevar por la presión del momento, el exceso de trabajo o la falta de tiempo. Ellos a menudo tienen un ritmo muy distinto del que nosotros llevamos o debemos llevar. Demos espacio al aprendizaje y pensemos que el fracaso lleva a una nueva oportunidad de triunfo si estamos atentos, somos optimistas y estamos al lado de nuestros hijos para ayudar.
  • Estimular un lenguaje comprensivo y abierto, que tenga el diálogo como principio de convivencia. Recordemos que la autoridad y el autoritarismo son cosas muy distintas (ver artículo "Cómo ejercer una autoridad positiva"). Si imponemos siempre nuestra voluntad sobre la del niño retrasaremos o anularemos la aparición de la propia regulación de la conducta.
  • Ayudar al niño a construir el diálogo interno que le va a permitir desarrollar conductas de control de los impulsos, conductas todas ellas imprescindibles para la construcción de la voluntad. En los primeros años es el adulto quien los regula mediante la educación, posteriormente deberá el niño progresivamente asumir el propio control. Como dijo Vigotsky: " El lenguaje, además de permitir al sujeto construir el mundo, le permite tomar posesión de sí mismo". Hablemos con él de las experiencias vividas, de las decisiones tomadas, de cómo se sintió en una situación dada, de cómo se sienten otros niños en situaciones que él conozca… De manera que tenga muchas oportunidades de apreciar que él puede decidir o no hacer cosas mediante el diálogo consigo mismo y que sus actos tienen consecuencias que le afectan a él y a otros.
  • Establezcamos rutinas diarias claras para las actividades cotidianas.A través de ellas será posible ayudar a nuestro hijo a construir su voluntad al tener que asumir como propias decisiones que son buenas para él y para la familia. De estas rutinas derivarán los hábitos, imprescindibles para la consecución del control sobre sí mismo.
  • Ayudemos a nuestro hijo a lograr el éxito en los objetivos que se propone, ya sea lograr subir y lanzarse solito sobre el tobogán o calzarse sus zapatos por primera vez. El camino hacia la independencia es largo y arduo, y los padres debemos estar junto a nuestro hijo ayudándole a alcanzar esos primeros hitos que le permitirán confiar en sí mismo y plantearse nuevos retos cada vez más difíciles. "No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos, que ellas se hacen difíciles" (Séneca)
  • Cuidemos de que nuestros hijos controlen sus deseos evitando que los deseos les controlen a ellos. Saber esperar las recompensas y los premios es uno de los ejercicios de la voluntad y de la regulación de la propia conducta más necesarios para el éxito personal en la vida adulta. Y aunque nos sea difícil todavía imaginarnos a nuestro pequeño de cuatro años preparándose para el ingreso a la universidad o dispuesto a trabajar incluso fines de semana para poder ahorrar algo de dinero, ese tiempo llegará y su fuerza de voluntad dependerá, en gran medida, de la cantidad de oportunidades que haya tenido durante su larga infancia de ponerla a prueba.
  • Evitemos darle a nuestro hijo todo hecho. Permitámosle decidir, equivocarse, resolver, probar, tantear siempre que la situación lo permita. Es en esas situaciones en las que él deberá tomar sus propias decisiones (por simples que parezcan) y asumir las consecuencias. ¿Cómo sino podrá tomar sobre sí la responsabilidad de sus propios actos?. Debe empezar por cosas simples como comer solito la sopa o ponerse los calcetines (aunque tarde el triple de lo que tardaríamos nosotros si lo hiciéramos). Eduquémosle en el esfuerzo y en la perseverancia.
Para finalizar, permítanme que les narre este pequeño cuento que sintetiza con claridad meridiana lo que la voluntad supone:
"Dos ranas saltaron dentro de un cubo de nata en una lechera:- Más vale que nos demos por vencidas- croó una de ellas mientras se esforzaba en vano por salir - estamos perdidas.
- Sigue nadando- dijo la otra -, saldremos de alguna manera.
- Es inútil - chilló la primera. Es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para salir, demasiado resbaladizo para arrastrarse. Como de todas maneras hemos de morir algún día, mejor que sea esta noche. Así que dejó de nadar y pereció ahogada.
- Su amiga siguió nadando y nadando sin rendirse. Y al amanecer, se encontró sobre un bloque de mantequilla que ella misma había batido. Y allí estaba, sonriendo, comiéndose las moscas que acudían en bandadas de todas las direcciones". (P. Yoganada)


Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria

¿Por qué celebramos el Día de la Mulas? (México)

4 historias sobre la fiesta religiosa y la tradición mexicana.

El Jueves de Corpus Christi o también conocido como Día de las Mulas, es una celebración de la iglesia católica pero en torno a esta tradición existen algunas leyendas, por eso te presentamos 4 definiciones del por qué se celebra a las mulas. Comparte la tuya.

1. En la iglesia católica se celebra 60 día después del Domingo de Resurección, es una de las máximas fiestas, ya que representa la importancia del cuerpo y la sangre de Jesucristo presente en la Eucaristía.

Esta solemnidad se comenzó a celebrar en el año de 1246 cuando un sínodo de obispos encabezados por Robert de Thorete de Lieja lo autorizó, más tarde el Papa Urbano IV el año de 1264 lo oficializó.

Las celebraciones del Jueves de Corpus suelen incluir una procesión en la que el mismo cuerpo de Cristo (la hostia consagrada) se exhibe en una custodia.

2. En México, el Jueves de Corpus Christi se empezó a celebrar en 1526, rindiéndose culto al Santísimo Sacramento en la Catedral de la ciudad de México. El centro de la festividad era latradicional misa seguida de una procesión encabezada por el arzobispo, acompañado por autoridades eclesiásticas, sacerdotes, el ejército y el pueblo.

3. También hay leyendas en torno a la celebración, una de ellas es la de un hombre llamado Ignacio. El día de la misa de Jueves de Corpus el sujeto se interrogó sobre su vocación sacerdotal, así que se le ocurrió pedirle a Jesucristo que le enviara una señal.

En aquel entonces los campesinos llevaban a la iglesia sus mulas cargadas con ofrendas a Dios en señal de agradecimiento. Al pasar el Eucaristía frente Ignacio, él pensó: “si Dios existiera hasta las mulas se arrodillarían” y extrañamente un mula se arrodilló. De ahí surge la tradición de vestir a los niños de “inditos” y regalar mulitas hechas de hojas secas llenas de dulces.

4. Algunos más aseguran que el Día de las Mulas data de la época de la Colonia, cuando el padre al terminar la misa de eucaristía y mostrar la imagen de Cristo a los fieles que se encontraban concentrados en la explanada de la catedral, ninguno de ellos se inclinó a reverenciar la imagen, excepto una mula, es por ello que ese día se le hace honor a este animal.


miércoles, 29 de mayo de 2013

La lectura: cómo contagiar ese virus tan beneficioso

Ves a tu hijo mirando la tele, dando patadas al balón, hablando por teléfono...todo menos coger un libro y leer. La afición a leer, que los padres valoramos tanto, parece ser el último recurso para los chicos. Tu primer impulso es echarle una bronca., pero hay otros procedimientos, más lentos, pero más efectivos. La afición a leer ha de actuar por contagio porque cuando se contrae la afición a la lectura, es difícil ya curarse…
Algunos padres tienen la impresión de que sus hijos no leen jamás. Les parece que cualquier afición, dinámica o sedentaria, resulta más atractiva para los chicos que coger un libro. En consecuencia, nace en ellos el deseo de ver a los niños más aficionados a la lectura.
Nos estamos refiriendo, claro, a una lectura libre, no concebida específicamente como un aprendizaje, sino como un gusto, una afición, un hobby. Eveline Charmeux , en su obra Cómo fomentar los hábitos de lectura, distingue dos clases de lectura: la lectura funcional y la lectura de placer. Mediante la primera, los lectores obtienen información, solventan situaciones. Es la lectura necesaria para resolver un problema, para conocer las reglas de un juego o un deporte, para saber cómo se monta una máquina. Mediante la segunda, se lee para divertirse, para pasar el rato, para explorar nuevos mundos. Es el tipo de lectura en la que el lector se deja llevar por las palabras, sin ningún tipo de propósito concreto que no sea el puro placer de sumergirse en un libro.

Entre los ocho y los doce años se generan muchos hábitos y aficiones; los niños están abriéndose al mundo, conociendo posibilidades y adquiriendo autonomía de movimientos. Es pues una edad adecuada para desarrollar un hábito lector que pueda consolidarse después en la adolescencia. Los padres tenemos un papel a jugar en la creación y consolidación de este hábito. Pero hay que tener claro que las estrategias para conseguir un hábito lector presentan unas peculiaridades diferentes a las que solemos emplear para conseguir otros propósitos. Es ineficaz plantearlo como una actividad de estudio, como plantearíamos, por ejemplo, la hora de los deberes. El famoso pedagogo y escritor italiano Gianni Rodari creó, con mucha ironía, unos consejos para conseguir que los niños "odiaran la literatura". Repasándolos vemos muchas de las actitudes equivocadas que empleamos a veces los adultos para conseguir que nuestros hijos lean. Por ejemplo, solemos presentar el libro como una alternativa (buena) a la televisión (mala) o a los cómics (malos). O les reñimos porque tienen demasiadas distracciones y diversiones. O les obligamos a leer un libro concreto sobre el que después tendrán que contestar unas preguntas. De esta manera el niño ve el libro como algo alejado de las "distracciones" que realmente le gustan, y, en cambio, lo identifica como algo muy próximo a los deberes escolares.
La animación a la lectura difícilmente se consigue por imposición. Se obtiene a través de un tratamiento positivo, obrando indirectamente para que se cree un clima favorable a la lectura. Hay quien dice que la afición de leer actúa por contagio: por contagio de unas actitudes, de un ambiente o de una oferta creada en su entorno para que se desarrolle este beneficioso "virus". Muchas veces las aficiones y los gustos están más ligados a la afectividad que a la efectividad. Más próximo a la persuasión que de la obligación. Se trata de conseguir que el hábito nazca de los propios niños, de crear las condiciones favorables para que surja de ellos el deseo de leer, y de seguir leyendo.

He aquí unas cuantas líneas de actuación interesantes:


  • La primera: Crear en casa un ambiente de lectura. Ver al padre o a la madre con un libro o un periódico en las manos se convierte en una referencia importante del propio comportamiento. Supone además que en la familia hay ratos dedicados a la lectura a los que los hijos se pueden sumar.
  • La segunda: Hablar sobre libros. Oír cómo se comenta el interés -o incluso el aburrimiento, por qué no- que suscita la novela que tienes entre manos prolonga la actividad lectora; se crea una transmisión de saberes y de comunicación muy importante para cimentar el gusto lector.
  • La tercera: Leer los libros apropiados para tu hijo. Acercarse a la inmensa oferta actual de libros infantiles y compartirlos con los hijos va a suponer para muchos padres el descubrimiento de una literatura rica y variada, que proporciona momentos de conversación e intercambio con los niños.
  • La cuarta: Buscar entre esta oferta temas que conecten con sus aficiones. Hay libros infantiles sobre muchos campos y dirigidos a mentalidades y edades muy variadas. No hay duda de que sobre lo que le gusta a tu hijo hay también títulos interesantes que le pueden atrapar.
  • La quinta: Convertir la tele en una aliada, no en un enemigo. Si la pequeña pantalla es lo que realmente le engancha, hay que fijarse en sus programas y películas preferidos y tratar de buscar libros relacionados con su pasión. Tenemos ya garantizado un mínimo de interés.
  • La sexta: Conocer la biblioteca pública del barrio. Los fondos de la sección infantil y juvenil de las bibliotecas públicas ofrecen muchos más libros de los que se puedan comprar en casa. Suelen celebrarse además actividades de animación a la lectura y encuentros con otros lectores.
  • La séptima: Incluir en las salidas de compras una vuelta por una buena librería. Aunque no se compre nada, es bueno ver las novedades que han aparecido, o qué hay sobre un autor o un tema que le interesó.
  • La octava: Tratar de averiguar qué tipo de lector es nuestro hijo y respetar sus ritmos. Hay lectores compulsivos, que no paran hasta que hayan terminado el libro. Los hay, en cambio, calmosos. Hay lectores a quienes les gusta releer el mismo libro y los hay ávidos de novedades. Los hay noctámbulos y diurnos. Darle un margen a su manera de leer contribuye a consolidar el hábito.
  • La novena: No empeñarse en que le guste lo mismo que a sus padres.Hay que recordar que se está forjando su gusto por la lectura, no el de papá y mamá. Y hay que saber esperar para dar los libros adecuados en el momento oportuno.
Para terminar, el consejo más importante: no hay que impacientarse si vemos que estas estrategias no funcionan a la primera. Justamente porque actúan de manera indirecta, cuesta a veces que arraiguen desde el primer momento. A base de tantear, de descubrir sus aficiones y sus inquietudes se puede ir marcando la línea por la que desarrollar este hábito de manera efectiva, y, sobre todo, afectiva.

Ana Díaz-Plaja Taboada
Profesora de Ciencias de la Educación de la UB


martes, 28 de mayo de 2013

Tu carrera profesional y la vida de tus sueños

La personalidad cuenta para elegir correctamente una profesión.

Una elección de este tipo no se hace de la noche a la mañana y un error catastrófico sería darse cuenta que la carrera que se está estudiando o aún peor la que ya se concluyó es la carrera equivocada de acuerdo a nuestro tipo de personalidad.

Nuestra personalidad y sus características cuentan para elegir una carrera profesional.

Por medio de este artículo o test podrás darte cuenta cual carrera universitaria o vocacional elegir para sentirte realizado(a).

Tu carrera profesional y tu personalidad van mano con mano

Debemos tomar en cuenta en el momento de elegir una carrera, si esta se ajusta a nuestra personalidad, habilidades, intereses, aptitudes tanto intelectuales como físicas y emocionales.

La carrera se debe ajustar también a nuestro estilo de vida y sobre todo a nuestro carácter y personalidad.

Para poder elegir bien sin temor a equivocarse he configurado una lista en la cual podrás elegir a modo de “menú” cuales son tus rasgos de personalidad, formarte un perfil basado en esos rasgos para determinar cual tipo de carrera profesional se ajusta a tu manera de ser y la vida que has elegido como persona adulta que eres. Veamos:

Tu carrera profesional y los rasgos de tu personalidad

1) Soy sociable y no me intimido en público
2) No me gusta tratar con personas
3) Soy activa
4) Soy pasiva
3) Soy creativa y tomo la iniciativa
5) No tengo iniciativa
6) Espero que me den órdenes específicas para hacer algo
7) Soy entusiasta
8) Nada me entusiasma
9) Me gusta levantarme temprano
10 ) Me gusta levantarme tarde
11) Soy organizada
12) Mi vida es un caos
13) Me gusta hacer planes con anticipación
14) No me gusta improvisar mis actividades
15) Me gusta leer
16) No me gusta leer
17) Me ponen estresado(a) los reportes largos
18) Los demás me consideran simpático
19) Me cuesta demasiado hacer amigos
20) Tengo alta mi autoestima
21) No creo en mis capacidades
22) Me acepto físicamente tal cual soy
23) No acepto mi figura (estatura o peso)
24) Tengo metas en la vida
25) No tengo metas ni proyectos, vivo al día
26) Tengo facilidad para las ciencias (matemáticas, física, química etc.)
27) Soy muy artística (tecnología, artesanías, pintura, música…)
28) Soy optimista
29) Soy pesimista
30) Soy estable emocionalmente
31) Lloro con mucha frecuencia
32) Tengo mucha tolerancia para la gente y los problemas
33) Soy muy impaciente
34) Me gustan los cambios
35) No me gustan los cambios
36) Soy afectuoso y compasivo con mi prójimo
37) Soy frío(a) nada me conmueve
38) Soy intelectual me gusta leer noticias y comentarlas
39) Soy práctico
40) Me deprimo con frecuencia
41) Soy tímido
42) Soy rebelde y tengo mal carácter
43) Soy sumiso
44) Soy equilibrado
45) Soy conflictivo
46) Tomo decisiones a la ligera
47) Soy indeciso
48) Soy dependiente
49) Soy independiente
50) Soy audaz
51) Soy temeroso
52) Soy agresivo
53) Soy diplomático
54) Olvido las ofensas
55) Soy rencoroso
56) Soy formal
60) Soy informal

Tu carrera profesional se ajusta a tu forma de ser

Seleccionen de todas estas opciones las que consideras forman parte de tu personalidad y tendrá habrás construido el perfil perfecto de tu personalidad y después piensa en la carrera profesional que debes elegir de acuerdo a tu carácter o forma de ser.

Escribe las opciones que te caracterizan en una hoja y deshecha las que no calzan con tu forma de ser. Todas las carreras exigen ciertos rasgos de personalidad o carácter para poder triunfar en ellas. Tu triunfo y las promociones en tu carrera dependen mucho de lo feliz que seas en tu profesión.

Puedes ayudar a tus hijos u otros familiares a escoger sus carreras sin influenciarlos ni brindarles tu opinión. Lo único que puedes colaborar con ellos es entregándoles la lista de los sesenta rasgos de personalidad mas comunes.

Fuente: Psicologicamente hablando 


lunes, 27 de mayo de 2013

Una buena actitud hace la diferencia


Los seres humanos somos las únicas criaturas que nacemos sin orientación alguna de como sobrevivir en este planeta. Todos los otros seres del reino animal nacen con instintos de como sobrevivir.
El humano desarrolla sus instintos y eso lo hace triunfar o fracasar en su vida. El triunfo o el fracaso no es cuestión de suerte. Es un asunto de seguir las reglas de como hacer las cosas bien dejándonos llevar por nuestro instinto.
Todos queremos que nos vaya bien en la vida, con amigos, en el trabajo, con la pareja y la palabra mágica para que esto suceda es tener una buena actitud.

Nuestra actitud dice mucho de nosotros
Nuestra actitud les dice a los demás que pueden esperar de nosotros. Vivimos en un mundo de causa y efecto.
El ambiente que nos rodea lo hacemos nosotros. Recibimos lo que damos. Si empezamos un nuevo trabajo y saludamos a los compañeros cordialmente y amigablemente ninguno se resistirá a socializarse con nosotros.
Si esperamos que otros nos saluden, ellos esperarán que nosotros los saludemos a ellos primero y pensarán que no nos te interesa su amistad si no tomamos la iniciativa.
Tan pronto como nuestra actitud cambia nuestro alrededor también lo hace. Una buena actitud trae buenos resultados a la vida. Una mala actitud trae resultados malos y contamina a otros lo mismo que a nosotros mismos.

La actitud es un hábito que se desarrolla
El tener una buena actitud es un hábito que los humanos debemos desarrollar. Muchas personas no creen que su actitud es importante y andan por la vida con su arrogancia caminando de fracaso en fracaso.
Si tenemos una actitud que nos entrena a pensar que nosotros no podemos llegar a una meta, probablemente nunca lo lograremos.
Hay dos palabras que son compatibles con la palabra actitud, y estas son gratitud y expectación  Si tenemos una buena actitud, estaremos agradecidos por la vida y esperaremos lo mejor de ella.
Una persona con una actitud mala atrae todo lo negativo. Nosotros atraemos a nuestra vida lo que esperamos que va a suceder. Nosotros pintamos el mundo del color que queramos. Si lo pintamos negro así se verá. Si lo pintamos con colores brillantes se verá colorido.
La actitud es la reflexión de nuestro interior. Las personas que tienen una actitud saludable dentro de ellos mismos la comparten con los demás y éstos lo notan inmediatamente.

La actitud no tiene nada que ver con la suerte
La suerte no existe. Lo que nosotros llamamos suerte es la preparación del terreno para que florezcan las oportunidades. Las oportunidades al igual que las flores están siempre por doquier.
Una persona puede ser muy inteligente pero si su actitud no es buena, fracasa en sus metas, fracasa en su trabajo, en su familia y en su profesión.
Las personas triunfadoras esperan muchas cosas buenas de la vida y desechan de su mente las malas. Mantengamos siempre una actitud positiva. Nuestro ambiente es un espejo de nuestra actitud. El Universo no juega favoritismos, no le importa quien triunfa o quien fracasa. Es la actitud la que cuenta para que triunfemos o fracasemos.
Las personas con una actitud negativa, destruyen sus relaciones con sus parejas, en sus trabajos, no obtienen promociones, ni progresan en la vida.

Un buen consejo para desarrollar una buena actitud
Un buen consejo para desarrollar el hábito de una buena actitud es pegar un papelito en el espejo del baño con la palabra actitud. Pegar otro papelito en el carro que diga con esta palabra mágica. Podemos pegar otro en el escritorio de la oficina.
La vida es muy vacía para aquellas personas que tienen una mala actitud en la vida. La vida es linda para la gente que tiene una buena actitud.
Recordemos que antes de emprender algo que nos proponemos, debemos tener una buena actitud para poder llevarlo a cabo.
Un secreto para tener una buena actitud con todas las personas es tratar a todas las personas que conozcamos de ahora en adelante como la persona mas importante del universo, sin importarnos su estado civil, su clase social ni su raza o credo religioso.

Una buena actitud y tu trato con las personas
Si a ti te tratan como la persona mas importante del universo, como crees que te sentirás?
Por eso es que las personas que tienen posiciones muy importantes en las grandes empresas y tienen una actitud positiva en la vida, son muy queridos por las personas que los rodean, porque son personas que inspiran admiración, respeto y cariño y dicen lo que los demás quiere oír.
Cuando te encuentras una persona que tiene una mala actitud, no dejes que te contamine, sonriele y olvida su actitud, recuerda que es el problema de esa persona y no el tuyo el haber desarrollado una mala actitud.
La mala actitud de las personas negativas es tan infecciosa como cualquier virus. Aléjate de las personas negativas, mantente saludable, no te dejes contagiar.

Imita la actitud buena de otras personas
Imita la actitud de todas las personas que tienen una actitud positiva en la vida.
Es nuestra actitud lo que cambia el resultado de cualquier proyecto difícil que emprendamos.
Antes de perseguir la clase de vida que quieres llevar, cambia tu actitud ante todas las personas. En cuanto mejor sea tu actitud, más pronto triunfarás. El auto estima se alimenta de una buena actitud. Busca siempre lo mejor de las personas. No pierdas tiempo hablando de tus problemas con personas que no podrán ayudarte.
Haz sentir a todas las personas con las que hablas como si fueran las personas más importantes del universo.

Fuente: Psicologicamete hablando

miércoles, 22 de mayo de 2013

El dolor emocional de un aborto provocado

El 22 de enero de 1973, la Corte Suprema de los Estados Unidos autorizó a las mujeres americanas abortar un embarazo no deseado.

Después de que esta ley fue aprobada la mujer ya no está obligada a dar a luz a un bebé que no desean tener.

Cuando una mujer decide abortar lo hace porque se encuentra en un estado de pánico, tiene un miedo tremendo y piensa que no va a poder enfrentar la situación sola.

El quedar embarazada sin tener el apoyo de la pareja es realmente una crisis que afecta a cualquier mujer que no está emocionalmente preparada para hacerlo.

Generalmente cuando la mujer se da cuenta que se ha embarazado involuntariamente se asusta mucho y no se lo dice a nadie por algún tiempo.

Conforme pasan los días, decide compartirlo con su novio, esposo o sus padres de una manera confidencial En la mayoría de los casos las palabras que escucha son “si no deseas tenerlo abórtalo”.

Aquí es donde la mujer empieza a considerar el aborto como una posibilidad y una solución a su problema.

Algunas de estas mujeres acuden a consejería y a los centros de aborto para decidir cuales son las opciones que tienen sobre el embarazo, dar su hijo en adopción, abortarlo o dar a luz y conservarlo.
¿Porque escoge una mujer el aborto?

Una mujer escoge abortar porque se encuentra en un estado de pánico o porque escucha los consejos de personas que le dan su opinión personal.

Estas personas no consideran la posibilidad de que al aconsejar a la mujer a que aborte podrían causar un trauma permanente en la mujer que mas tarde se sentirá muy culpable por haber violado la ley de Dios y de la naturaleza.

Todo esto ocurre cuando la mujer no está preparada para enfrentar el embarazo ante la sociedad y no piensa en ese momento en el dolor emocional que causara el aborto.

Las estadísticas demuestran que el noventa por ciento de las mujeres una vez se practican el aborto lloran inconsolablemente porque sienten una culpabilidad profunda.

Algunas veces estas mujeres se sienten monstruos y no pueden manejar el estrés de lo que acaban de hacer.

Antes de abortar lo único que ellas desean es deshacerse del problema pero una vez abortan, sienten que han matado a su propio hijo y eso les causa un shock o trauma psicologico detrimental.

El dolor físico después de un aborto es tanto, que la mujer rechaza el dolor psicológico que ella comienza a sentir y entran en un estado de negación.

Este es el comienzo de lo que se conoce como el síndrome post-aborto; conforme pasa el tiempo y la mujer analiza lo que hizo, se culpa asimisma por haber escuchado a los que la aconsejaron y luego culpa a esas personas por haberla guiado a dar el paso del aborto.

Esto hace que la mujer desarrolle sentimientos de rencor y resentimiento hacia estas personas y tiende a tratarlos mal y algunas veces se torna violenta.

También siente desprecio por su pareja y rechaza a su esposo o novio en la intimidad.

Después de un aborto en la mayoría de los casos las parejas se separan definitivamente pues ninguno de los dos pueden soportar la culpabilidad mutua de haber privado a su hijo de haber tenido una vida en familia con ellos.
Características y síntomas post aborto

En este articulo estamos discutiendo el aborto provocado y no el aborto involuntario.

Estas son las características que siguen el trauma psicológico después del aborto provocado.

1.- La mujer presenta reacciones de hostilidad, de enojo o de tristeza.

2.- Desea castigarse buscando relaciones abusivas o aislándose de sus amigos y familia.

3.- Algunas mujeres experimentan anorexia nervosa y dejan de comer porque se sienten gordas aun cuando son delgadas.

4.- Experimentan insomnio, pensando en el aborto o en el bebé.

5.- Sufren pesadillas sobre niños perdidos o muertos.

6.- Maltratan a otros niños que tenga.

7.- Pierden la capacidad de concentrarse, en los estudios o en el trabajo.

8.- Abusan de las drogas y/o el alcohol.

9.- Muchas mujeres forman grupos de apoyo con mujeres que están a favor del aborto para sentirse menos culpables.

10.- Sienten la necesidad de reemplazar al niño abortado y tratan de embarazarse nuevamente cuanto antes posible para tener un bebe que reemplace al que fue abortado.

11.- Algunas mujeres sienten odio por sus parejas a los cuales culpan por el aborto.

12. Si son solteras ya no desean tener novio, cuando terminan con su pareja, se vuelven promiscuas o buscan un convento para refugiarse y sentirse que de esta manera van a ser perdonadas por Dios.

Los estudios demuestran que cuando una mujer se practica un aborto de un embarazo no deseado se convierte en una victima de ella misma.

Esta victima algunas veces carga con la culpa de por vida y jamas puede volver a ser feliz.

Algunas mujeres sufren de frigidez y su vida sexual nunca vuelve a ser igual.

Las mujeres que no reciben terapia profesional pueden terminar en suicidarse pues no logran superar el dolor emocional de haber abortado.

Sienten que su vida ya no tiene sentido y que aunque tengan otros hijos jamas podrán olvidar lo que hicieron.

Cada lugar y familiar que visiten le recordaran continuamente el aborto y eso hará que ellas traten de huir de su pasado.

Sin embargo los estudios también demuestran que aunque traten de escapar del trauma no lo logran poniendo distancia física, solamente pueden superar su dolor emocional si se enfrentan a la realidad como un error que cometieron y que su vida no termina ahí.

Estas mujeres tienen que lograr perdonarse a ellas mismas y comenzar de nuevo dejando atrás el aborto que aunque nunca debió haber tomado lugar es algo que no puede ser reparado.

Aclaración:
Este articulo no tiene la intención de convencer a nadie de abortar o no abortar un embarazo. El articulo solo analiza los síntomas que la mujer podría experimentar en el caso de que aborte un embarazo no deseado.

Fuente: Psicologicamente hablando


jueves, 16 de mayo de 2013

El rol del amante en una relación amorosa

La intención de todo hombre y toda mujer de sentirse enamorado es la de experimentar la emoción que nos reconcilie con la vida, que nos haga sentirnos felices, amados y con una auto estima alta.

El estar enamorados supone mejorar nuestra salud y nuestro estado anímico. También nos convierte en personas mas optimistas y por consecuencia prolonga nuestra vida.

Sin embargo el estar enamorados puede convertirnos en seres infelices y sumergirnos en sufrimientos cuando decidimos mantener una relación con alguna persona que no esta disponible porque esta comprometido o casado con otra.


¿Porque buscar una relación con alguien que está casado(a)?

Algunas personas se envuelven en relaciones de este tipo y buscan hombres y mujeres que no solo están casados pero que viven con sus parejas y sus hijos todavía y se convierten en amantes y contribuidores a destruir una familia.

Si se trata de una noche en que se pasaron las copas y lo hicieron únicamente porque no estaban muy conscientes sobre lo que estaban haciendo, tendrían un poquito de disculpa.

Si esa noche se repite ya están formando un compromiso con un hombre o una mujer que solo busca satisfacción carnal en la relación y la aventura de una infidelidad.

La mujer o el hombre que caen en las redes de una relación con una persona casada, está sentenciada a sufrir grandes desilusiones y pierde el respeto por ella misma y su auto estima se va a los suelos.

El auto respeto ante todo

Hay que recordar en que en esta vida nadie nos valorará si nosotros no nos valoramos a nosotros mismos.

Nadie nos respetará si no nos respetamos nosotros.

Tampoco nadie aplaudirá el hecho de que alguien esté en una relación la cual conscientemente se sabe que no es correcta.

Este mundo esta llenó de jóvenes y mujeres mayormente ingenuas que comienzan y se envuelven en una relación con un hombre casado, con la esperanza que algún día esta persona se separará de su familia para casarse con ellas.

La mujer que se envuelve en una relación con un hombre casado sabe lo que le espera.

No va a poder compartir momentos con la familia de este hombre. Sus encuentros amorosos se sujetarán a lugares fuera lejanos de la ciudad.

Tendrán que conformarse con los momentos que le sobren al hombre para estar con ella y no podrán reclamar sobre fechas importantes en las que su amante no puede estar con ella.


¿Como piensan ellos?

Los hombre piensan distinto a las mujeres. Para ellos el tener una relación con una mujer casada, significa la culminación de sus experiencias de su adolescencia tardía, la cual todavía la necesitan saborear y que no pueden satisfacerla en el ambiente de hogar con su esposa e hijos.

Por todas las razones arriba mencionadas es demasiado difícil que un “amor prohibido” prospere hacia algo formal.

Si ocurriera, en pocos años, la relación volvería a caer en el aburrimiento o desinterés que produce una rutina de un matrimonio mal llevado.

Sentimientos auto destructivos

Cuando una mujer está sola y triste y busca satisfacer su soledad por medio de una relación con un hombre casado, el solo objeto de sentirse usada por aquel hombre para obtener unos momentos de excitación y placer usándola como un objeto la va a hacer sentirse aún mas triste y sola.

El acoso de un hombre casado es una seducción al sufrimiento y aceptar ser parte de esa relación conlleva a la mujer solamente a la garantía que va a derramar muchas lágrimas porque se tendrá que conformar con migajas de afecto pues será usada sin poder reclamar nada y él nunca le dará un lugar en su mundo ordinario.

Cabe recordar que la soledad es un estado de ánimo. La soledad es relativa, cuantas mujeres no tiene su esposo a su lado y se sienten solas y cuantos hombres no tienen pareja y viven en un mundo de soledad.

Recuerden que podemos sentirnos solos estando al lado de nuestras parejas.

Fuente: Psicologicamente hablando

martes, 14 de mayo de 2013

Educar a ser felices


Es evidente que el placer juega un papel muy importante en los niños, estos son felices y se sienten encantados cuando les das un regalo. Y en este sentido, aun los niños chiquitos, aunque tengan este disfrute de las cosas hedónicas, aun desde muy pequeños los niños no saben que la felicidad no viene tanto de fuera o que hay una felicidad diferente que viene de ofrecer, más que de tomar, y que no viene de fuera, sino de dentro y nunca es demasiado pronto para empezar a enseñarles esto a los niños.

Sería maravilloso si los pequeños pudiesen entender que la llave de su felicidad no viene de buscar cosas fuera, sino que más bien proviene de lo que ellos le pueden dar al mundo, y este punto les va a ayudar de una forma muy significativa a encontrar esa felicidad. De lo que estamos hablando no es una aseveración religiosa, es algo científico, pero que además es una conclusión a la que han llegado las sabidurías antiguas.

Educar a los niños desde el principio en este punto tan importante, va a permitir que los niños integren y conozcan que la felicidad no viene de fuera y, de este modo, les vamos a ahorrar muchísimo tiempo que pasarían buscando la felicidad donde no la pueden encontrar.

Alan Wallace

¿Qué es la Educación para el Desarrollo?

La Educación para el Desarrollo es una aproximación a un aprendizaje cuyo objetivo es construir una ciudadanía mundial. UNICEF la define como un proceso que "promueve el desarrollo, en niños, niñas y jóvenes, de actitudes y valores como la solidaridad mundial, la paz, la tolerancia, la justicia social y la sensibilización ecológica, y que ofrece los conocimientos y capacidades necesarios para promover estos valores y provocar cambios en sus propias vidas y en sus comunidades, local y mundialmente."

La Educación para el Desarrollo se fundamenta en dos movimientos que aparecieron por una parte en los países industrializados y por otra parte en los países en desarrollo. En los años 1970, unas ONG y unas agencias de ayuda, comprometidas en la problemática del desarrollo, empezaron a elaborar material educativo para sensibilizar a los jóvenes de los países industrializados. En aquel mismo período, muchos educadores empezaron, en los países en vías de desarrollo, a contemplar las estrategias locales susceptibles de ayudar a la gente a combatir problemas como la pobreza, la falta de higiene y el analfabetismo. Aquel movimiento fomentaba el desarrollo de nuevas capacidades que permitían a los individuos y a los grupos crear este cambio.

Estas dos iniciativas son las raíces de la Educación para el Desarrollo. Ésta se desarrolló aún más durante los años 80 y 90 debido a tres razones principales:

Han cambiado las ideas sobre lo que es el "desarrollo"

En el pasado, el crecimiento económico muy a menudo se presentó como una prioridad frente a la salud, la educación y la calidad del medio ambiente. Se hace cada vez más claro que los sacrificios a corto plazo en este dominio perjudican el potencial humano a largo plazo de un país, lo que no se puede defender ni aceptar moralmente.


Ha cambiado la índole de los problemas mundiales
Los problemas mundiales son cada vez más complejos. Se han de tener en cuenta las dimensiones sociales, económicas, políticas, tecnológicas y culturales antes de encontrar soluciones a los problemas contemporáneos. Los problemas mundiales son universales. No existe ningún lugar en el mundo que esté fuera del alcance de las preocupaciones ecológicas, de los problemas de justicia o de los conflictos. Por consiguiente, quedan limitadas las posibilidades de evolución de estos problemas en un sólo país o en una sola región.


Han cambiado los valores educativos
La educación del niño debe promover el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de las civilizaciones distintas de la suya. Debe preparar al niño para que asuma las responsabilidades de la vida en una sociedad libre, en un espíritu de comprensión, de paz, de tolerancia, de igualdad entre los géneros y de amistad entre todos los pueblos. Debe inculcar al niño el respeto del medio natural.


La educación para el desarrollo. Una asignatura necesaria
Las clases que se fundan principalmente en la nación, que se concentran en la historia y la economía de un país, y que acentúan las contribuciones de algunas culturas dominantes, hacen que los niños estén equipados insuficientemente para desempeñar un papel activo en un mundo interdependiente. Una enseñanza que fomenta sólo la competición, que desarrolla la mentalidad del "yo primero", tanto en los contenidos como en los procedimientos, no permite preparar a los niños para los esfuerzos de cooperación necesarios para enfrentarse a los problemas mundiales. La educación puede y debe desempeñar un papel activo no sólo en la transmisión de conocimientos, sino también en la promoción de actitudes y de valores de ciudadanía mundial.


La Educación para el Desarrollo prepara a los alumnos para adaptarse frente a un cambio rápido en un mundo interdependiente, basándose en algunos conceptos globales y utilizando un proceso particular de aprendizaje.

Los padres podemos potenciar los contenidos de la Educación para el Desarrollo. Preguntar a nuestros hijos qué han hecho en la escuela, cómo han tratado o estudiado temas específicos como la solidaridad o la justicia, qué han hecho durante el Día Internacional de la Paz, etc., es una buena manera de otorgar la importancia que merecen esas asignaturas que tantas veces se ven relegadas a un segundo plano por el peso de las matemáticas o las ciencias sociales.

De la misma manera es importante ofrecer una salida a las posibles inquietudes que puedan tener nuestros hijos en temas relacionados con la cooperación y el desarrollo: proponer lecturas o películas adecuadas a la edad de nuestro hijo, ir a ver exposiciones sobre temas relacionadas con otras culturas, conocer los distintos barrios que forman nuestra ciudad, comentar las noticias del día a día u ofrecer la posibilidad de colaborar en alguna ONG, son cosas que podemos hacer para participar de forma activa en ese largo pero fundamental proceso que significa la Educación para el Desarrollo.

UNICEF 

domingo, 12 de mayo de 2013

¿Los premios y los castigos son educativos?

"Si apruebas el examen te compro un regalo", "No, hoy no ves la tele, estás castigado". ¿Te suenan? A veces ya no sabes qué hacer para que tu hijo se comporte de una determinada manera. Es entonces cuando recurres al premio o al castigo, aunque no siempre son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos que debemos emplear con prudencia para que den resultados.


Tanto los premios como los castigos no tienen una prensa demasiado buena en algunos sectores de población. Ofrecer premios a los hijos es como reconocer un fracaso, es como si, al fallar como educadores, tuviéramos que recurrir al "sucedáneo" de los premios que, más que educar, adiestran.

Los castigos, por el contrario, no suelen dar tanta sensación de fracaso. Incluso socialmente son aceptados como padres responsables aquellos que castigan a sus hijos. De algún modo, se reconoce que el castigo sí es instrumento educativo, para terminar admitiendo que tampoco sirve de mucho porque el hijo tiene unas inclinaciones tales que no hay nada que hacer. Y se le va dejando de castigar y se acepta como irremediable "su manera de ser".

Los premios y castigos son instrumentos eficaces en situaciones en las que el proceso educativo sufre desviaciones, paradas o retrasos. Son situaciones críticas y patológicas en las que el tratamiento habitual que se suministra en el proceso educativo, que son buenas dosis de ejemplos, persuasión y reflexión no surten efecto y es necesario restablecer un cierto equilibrio. Un remedio será pues seguir una medicación adecuada basada en premios y castigos, además, claro está, de actuar en algunos otros frentes.

Premios y castigos, aunque afectan sólo a la conducta externa y, por tanto, pueden no influir en la personalidad íntima, generan un ambiente que facilita la comunicación entre las personas de la familia o mejora las capacidades de la persona. Ambos aspectos son elementos facilitadores de la educación. ¿No es cierto que será más fácil la educación de los hijos si, con ayuda de algún premio y algún castigo, conseguimos que mantengan el orden en sus cosas y usen ciertos modales? ¿No será lo mismo si conseguimos que estudien y mejoren su capacidad de razonamiento?

Retomando el símil de premios y castigos como medicinas, evidentemente su uso no puede ser indiscriminado ni generalizarse. Al igual que cualquier medicamento, es preciso adecuar su administración a la necesidad concreta del paciente y tener en cuenta sus contraindicaciones y efectos secundarios.

En resumen, los premios y castigos son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de obtención de logros y siempre de forma apropiada. Lea, por favor, las instrucciones de uso.

PREMIOS.

Instrucciones de uso.


Tipos de premios:

  • Premios previstos. Son las recompensas pactadas que se ofrecen si se presenta la conducta que se espera. El deseo de conseguirlas ayuda a regular la conducta.
  • Premios imprevistos. Se conceden sin previo aviso como reconocimiento a una conducta deseable. Puede producir efecto en la persona que lo recibe y en las que lo observan. Ambos relacionan las conductas deseables con la recompensa.
  • Premios por entregas. Son los que mantienen el interés más vivo, al concederse puntos o vales acumulables cuando se producen pequeños logros. Al alcanzar una cierta cantidad, se logra el premio.
  • Premios liberadores. Permiten liberarse de alguna tarea desagradable.
Composición de los premios:
  • De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas de los padres, como abrazos, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche...
  • De base material. Consisten en posesiones materiales, como diversos objetos o dinero.
  • Relacionados con la autonomía. Ofrecen más libertad o autonomía para gestionar el dinero, el tiempo, el espacio…

  • Orientaciones de uso:
  • Definir bien lo que se espera y el premio que se puede conseguir.Luego cumplir lo pactado.
  • Proporcionar premios acordes con el esfuerzo realizado y con las posibilidades razonables de la familia.
  • Plantear la obtención del premio a corto plazo para los más pequeños.
  • Proponer premios alcanzables. Sólo son útiles si se confía en alcanzarlos.
Efectos secundarios:
  • Evitar su uso prolongado y variado porque crea adicción y no se actuará si no es a cambio de premios.
  • Modifica la conducta pero no necesariamente las actitudes y motivaciones, por lo que hay que combinarlos con otras acciones educativas.
CASTIGOS.

Instrucciones de uso.

Tipos de castigos:
  • Castigos previstos. Son las consecuencias desagradables que aguardan como respuesta a una conducta inaceptable determinada.
  • Castigos imprevistos. Son consecuencias desagradables que se otorgan sin previo aviso ante conductas indeseables. Tratan de evitar que se repita la conducta.
  • Castigos con oportunidades. Se ofrece un castigo si se da una conducta, pero se concede la oportunidad de rectificar en dos ocasiones antes de recibirlo.
Composición de los castigos:
  • De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas negativas por parte de los padres como reprimendas, amonestaciones, alejamiento físico, silencio, caso omiso...
  • De base material. Suponen pérdida de ingresos, multas, no poder usar algo (TV, equipo de música, bicicleta...) o quedarse sin alguna posesión.
  • Relacionados con la autonomía. Restringen o privan de la libertad de salir, reducen el tiempo de ocio, exigen quedarse inmóvil, prohiben algunas relaciones...
Orientaciones de uso:
  • Elegir los castigos con prudencia. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo absurdo o que no se cumple produce el efecto contrario.
  • Ser proporcionado a la conducta.
  • Ser severo, es decir, ha de ser verdaderamente desagradable ya que si sólo supone una ligera molestia, se puede acabar aceptando la molestia como un mal menor.
  • Buscar castigos relacionados con la conducta indeseable. Así, por ejemplo, si se es descuidado y se estropean las cosas, se han de arreglar; si la conducta es molesta, se tiene que aislar...
  • Procurar que el castigo se acepte como algo merecido y se entienda que ayudará a mejorar.

  • AVISO IMPORTANTE: NUNCA LOS CASTIGOS PUEDEN ATENTAR CONTRA LOS DERECHOS Y LA DIGNIDAD DE LOS NIÑOS
Efectos secundarios:
  • Pueden aumentar la conducta indeseable. En algunas ocasiones, los hijos buscan llamar la atención de los padres y, al no conseguirlo con una conducta deseable, les basta con que les prestemos atención mediante castigos por las indeseables. En este caso está directamente contraindicado su uso.
  • Si el castigo se ve desproporcionado, injusto o absurdo, puede generar sentimientos de aversión, venganza y resentimiento. Como consecuencia, es probable que no se evite la conducta indeseable. También estará contraindicado su uso en estas circunstancias.
Dejo para el lector la elección del tratamiento más adecuado a las diferentes situaciones que se le presentarán. Y, de todas formas, en caso de duda, consulte a un especialista (profesor o psicólogo), es la persona más adecuada para facilitarle toda la información complementaria.


José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional), 
Profesor de Educación Primaria y de Psicología 
y Pedagogía en Secundaria

Padres sobreprotectores

Para que los niños tengan un buen desarrollo emocional, necesitan sentirse queridos y cuidados por sus padres; sin embargo, un exceso de protección puede traer más problemas que ventajas.

Los estudios de la historia de la infancia destacan que hasta bien entrado el siglo XVII una de las principales causas de mortandad infantil era el infanticidio. Sin embargo, desde hace unas pocas décadas el niño ha pasado de tener un escaso valor a ser Su Majestad el Bebé, convirtiéndose -de este modo- en el centro de atención del núcleo familiar y generando, a nivel social, todo un mundo de consumo del que resulta difícil de escapar. Por tanto, hablar de padres sobreprotectores sólo tiene sentido en nuestras modernas sociedades industrializadas.

Es lógico que todos los padres quieran lo mejor para sus hijos: los mejores alimentos, los cuidados médicos más avanzados, la ropa más bonita y los juguetes más estimulantes, pero bajo esta premisa algunos de ellos envuelven a sus niños entre algodones sin darse cuenta de hasta qué punto pueden perjudicar con ello el desarrollo de su personalidad.

Este tipo de padres, viven tan pendientes de sus vástagos que ponen un celo desmesurado en sus cuidados y atenciones, ven peligros donde no los hay y les ahorran todo tipo de problemas, pero a su vez les privan de un correcto aprendizaje ya que no les dejan enfrentarse a las dificultades propias de su edad de donde podrían extraer recursos y estrategias que les servirían para su futuro.

Muchos son los indicadores que pueden servirnos de ayuda a la hora de pensar si no les protegemos en exceso, algunos de los más evidentes son:
  • Observar si cuando cometen algún error o tienen algún tropiezo tendemos a disculparles y proyectamos su responsabilidad en compañeros y maestros, o bien si hablamos con ellos de sus conductas y sus resultados.
  • Analizar si tendemos a evitarles situaciones que pensamos pueden resultarles conflictivas o difíciles de resolver o, si por el contrario, procuramos prepararles para ellas.
  • Ver si nos anticipamos a sus demandas procurándoles a menudo lo que aún no han pedido, como juguetes, golosinas, distracciones, etc.
  • Pensar si estamos fomentando en ellos conductas más infantiles de las que corresponden a su edad porque quizá nos resulta difícil aceptar que están creciendo.
Una relación padres-hijos basada en la sobreprotección tiene más efectos negativos que positivos ya que a los niños les costará mucho llegar a alcanzar su madurez.
Además, impedir que un niño aprenda por sí mismo y responda espontáneamente a las situaciones que surjan a lo largo de su proceso evolutivo puede provocar:
  • La disminución en su seguridad personal.
  • Serias dificultades a la hora de tolerar las frustraciones y los desengaños.
  • Un mayor apego hacia sus padres que más adelante puede generalizarse en cualquier tipo de conducta dependiente.
  • Niños insaciables que no saben valorar nada de lo que tienen y que más que desear las cosas las piden de una forma compulsiva y sin sentido.
  • Un retraimiento o inhibición en su conducta que dificultará sus relaciones sociales: no les gusta ir de campamentos, les cuesta jugar o conversar con otros niños de su edad, no pueden afrontar situaciones nuevas.
Por tanto, si no queremos convertir a nuestros hijos en criaturas inseguras, inhibidas y dependientes, hemos de prestar atención a su desarrollo evolutivo para saber qué podemos exigirles que hagan por sí solos.

En cualquier caso, hay que ser conscientes de que van creciendo y deben ir separándose - como nosotros de ellos - para conseguir una identidad propia.

En muchas ocasiones, conviene aplicar el refrán y dejarles tropezar dos veces en la misma piedra. De los errores siempre es posible aprender.

Lourdes Mantilla Fernández
Psicóloga clínica 

viernes, 10 de mayo de 2013

El optimista: ¿nace o se hace?

Ser unos padres optimistas es mucho más que ser unos padres alegres y divertidos. El optimismo nos permite ver lo positivo de cuanto nos rodea. Es un hábito de pensamiento que aporta a nuestra familia seguridad y confianza en que los errores, los problemas y las dificultades son oportunidades de mejora, de cambio y crecimiento. Nuestros hijos están en una etapa de constante aprendizaje y de continuas equivocaciones. La actitud que mostremos en estas situaciones será vital si queremos que crezcan con la convicción de que los problemas son oportunidades para crecer y mejorar.

El optimismo tiene que ver con la alegría y el buen humor pero no son la misma cosa. El optimismo es un hábito de pensamiento positivo. El diccionario define el optimismo como la propensión a ver y a esperar de las cosas la parte más favorable.

El psicólogo Martin Seligman ha podido observar en más de 1.000 estudios que incluyen a medio millón de niños y adultos, que las personas optimistas se deprimen con menor frecuencia, gozan de mejor salud y tienen más éxito en la escuela y en el trabajo.
Este mismo autor, basando sus conclusiones en cuatro estudios donde se reunió información de más de 16.000 personas de todas las edades, afirmó que un niño de hoy tiene diez veces más probabilidades de estar deprimido y de estarlo en etapas más tempranas del ciclo de la vida.

El optimismo es, además de un hábito de pensamiento positivo, una cualidad de la inteligencia emocional que se puede aprender (o no), si el entorno lo favorece. En la obra de L. E. Shapiro La inteligencia emocional de los niños, encontramos una serie de pautas que los padres podemos seguir para:

ENSEÑAR A UN NIÑO A SER OPTIMISTA

  • Debemos reconocer cuál es nuestra tendencia habitual de pensamiento y ejercitarnos en lo positivo si observamos la tendencia contraria. Los padres somos modelos de conducta y nuestros hijos copian y absorben la forma en que nosotros enfrentamos los problemas. El optimista considera que los acontecimientos positivos y agradables ocurren habitualmente y que los contratiempos son sucesos puntuales y superables en mayor o menor medida. La persona con un pensamiento habitualmente positivo, pone los medios para lograr que las cosas buenas sucedan.
  • Tenemos que cuidar mucho la forma en que corregimos a los niños. Tener un hijo optimista es casi tan bueno como tener un padre optimista. Un padre optimista ve en los problemas con los hijos oportunidades para fortalecer la relación y crecer juntos en vez de verlos como situaciones irritantes y exasperantes. Veamos la actitud de un padre optimista y la de un padre pesimista frente a un mismo hecho: 
El hijo ha olvidado su bolsa de deporte en casa a pesar de que le habían avisado repetidamente de que la cogiera y él sabía que en el colegio tendría problemas si se presentaba sin el equipo deportivo.
    1. Estilo de padre optimista (al regresar el niño de la escuela):
      P: ¿Qué tal te ha ido hoy?
      N: No muy bien.
      P: Te has dejado la bolsa de deporte aquí esta mañana.
      (1. Descripción concreta y temporal del incidente).
      N: Sí, y ¡vaya la que me ha caído en clase! Traigo una nota del profesor para ti.
      P: Déjame ver (lee la nota). Es la cuarta vez en este mes que ocurre lo mismo y el profesor cree que puedes solucionarlo. (2. El padre concreta el problema sin cargar las tintas sobre el error de su hijo).
      Ahora ve a tu habitación y prepara un cartel para poner en la puerta de salida de manera que mañana te acuerdes de coger tu bolsa. Cuando lo hayas terminado preparas tu bolsa y cuelgas el cartel. (3. El niño tiene la oportunidad de reconocer su problema)(4. El padre le ha ofrecido una salida adecuada que le ayudará a resolver por sí mismo la situación).
    2. Veamos ahora una reacción posible de un padre estilo pesimista
      P: ¡Qué! ¿Ha ido bien hoy en la escuela? (con tono escéptico).
      N: ¡No!
      P: ¿Ah, no? y ¿por qué?
      N: ¡Ya lo sabes, me he dejado la bolsa de deporte aquí! (El tono usado ya ha causado en el niño una barrera comunicativa hacia el padre).
      P: Es que siempre te pasa igual. Mira que te lo he repetido esta mañana. Cuando he visto la bolsa aquí me he puesto furioso. No hay manera de que cambies. Y seguro que el profesor te ha dado otra notita de esas que tanto me gustan, ¿verdad? (El padre no concreta el problema, lo define como general y repetido en el carácter de su hijo con la palabra "siempre". No deja posibilidad de cambio).
      N: Sí.
      P: ¿Lo ves?, tu irresponsabilidad nos hace quedar mal a todos. Sal de mi vista y métete en tu habitación.
      (Tiene una reacción exagerada y vierte su sentimiento de vergüenza ante el profesor sobre el niño. No concreta el castigo ni ofrece salida. Es una situación que causará demasiada culpa en el niño).
  • Cuando nuestros hijos se expresan en términos pesimistas podemos ayudarles a apreciar los problemas desde una vertiente más enriquecedora y creativa.

    Podemos apreciar cómo nuestra respuesta frente a los conflictos con los niños determina si somos capaces de sacar provecho en bien del niño, mostrándole cómo podemos enfrentar los problemas de forma optimista, o si por el contrario, nuestro hijo saldrá de la situación dañado por nuestras palabras y por una actitud pesimista que no deja salida. Apreciemos que los pasos que nos ayudarán a una mejor corrección serán:
    1. Describir concreta y temporalmente el incidente.
      Utilizar palabras como "siempre", "nunca", "otra vez igual", "no cambiarás nunca", etc. cierra al niño completamente el camino del cambio. Comunica que el padre piensa que el niño no puede corregir sus propios errores.

    2. Concretar el problema sin cargar las tintas sobre los errores.
      La frustración que a menudo surge en nosotros como padres al ver los errores repetidos de nuestros hijos desemboca en mal humor, enfado o ira. Comunicar todos estos sentimientos ya sea abiertamente o a través de nuestras actitudes pone sobre las espaldas del niño una culpabilidad que en muchos casos será desmedida.

    3. Ofrecer al niño la oportunidad de identificar el problema.
      Podemos describir al niño la situación, o podemos ayudarle a que revise lo sucedido sin cargas negativas, sin críticas, de modo que pueda analizar los hechos y sus consecuencias. De ese manera él sentirá que estamos a su lado para ayudarle, no para hundirle más.
    4. Ofrecer una salida adecuada que le ayude a resolver por sí mismo la situación.
      La infancia es, eminentemente, una etapa de aprendizaje. Los padres efectivos responden a los problemas encontrando salidas. Ofrecen a sus hijos posibilidades de solución que permitan el aprendizaje, el crecimiento personal y la mejora.

  • El optimismo es mucho más que un estado de ánimo, es una actitud frente a la vida, es un hábito de pensamiento. El optimismo nos permite ver lo mejor de nosotros mismos y de los demás, poniendo los errores y las imperfecciones en el lugar que le corresponden, sin dramatismos ni juicios exagerados. Lograremos así una educación equilibrada, divertida y sana, que aunque no esté exenta de conflictos sí nos permitirá poner distancia entre lo que nuestros hijos son (personas en crecimiento y constante aprendizaje) y lo que hacen (errar, equivocarse, resistirse, abandonar...).
El optimismo transmite confianza y seguridad. Comunica que estamos seguros de que el cambio y la mejora son posibles si nos esforzamos y nos dedicamos a ello. El pesimismo cierra las puertas al cambio, destruye la autoestima y no permite el avance dado que comunica derrota y negatividad.

Aprender juntos a sacar provecho de los conflictos, las dificultades y los problemas edificará en nuestra familia unos hábitos sanos de crecimiento y superación.
Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria