lunes, 30 de diciembre de 2013

Los espacios personales y compartidos en la pareja


Hace falta experiencia para poder hablar de La Pareja. Existen dos clases de experiencias: La experiencia de haber estado mucho tiempo con alguien y la experiencia de haber tenido diferentes parejas. Es raro que pasen ambas cosas.

Para que una pareja sea saludable es muy importante señalar los espacios personales y los compartidos. Muchas veces esto genera problemas en la pareja. Se dice que “la pareja debe ser a tres”, él, ella y la pareja.

Aquí no se comparte todo, pero sí tienen partes en común. Es una circunstancia muy flexible donde se fusionan bien.

Aunque parece sencillo, no lo es. Muchas veces nos sentimos amenazados porque nuestro compañero no comparte con nosotros tanto como quisiéramos. Pensamos de todo: que nos quiere menos, que no somos importantes para él, que prefiere hacer otras cosas en lugar se estar con nosotros… Queremos competir con sus espacios personales, lo que es un gran error.

Si nuestra pareja mantienen las actividades que le criticamos acabaremos sintiéndonos ignorados. Pero si por el contrario renuncia a sus espacios para hacernos sentir bien y así “demostrarnos” su amor, lo único que conseguiremos será que sienta rencor hacia nosotros porque le hemos obligado a dejar algo que le gustaba. Debemos entender que cada uno tenemos que hacer cosas que no compartamos con el otro y que eso es sano.

Hay un ideal cultural que va totalmente en contra de los espacios personales. Es la famosa idea de “la media naranja” o la de “almas gemelas”, “dos partes de una unidad que que se buscan por el mundo y vagan incompletas hasta encontrarse”. Estos conceptos plantean un modelo de pareja en que los componentes dejan de existir para formar una unidad. Él y ella ya no existen, “ahora somos uno”.

Por suerte esto es imposible de conseguir, aunque actúa como horizonte para algunas parejas, es un ideal al que se dirigen.

Tienen un mínimo espacio personal pese a que tienen buenas intenciones en esta postura. Creen que el amor se trata de eso, pero terminan sintiendo asfixia. Y en realidad no se trata de que la otra persona “asfixie” al otro, si no que hay poco espacio entre ellos. Su personalidad la ha absorbido la pareja.

Es verdad que hay momentos muy placenteros en una pareja, pero si la combinación se transforma en habitual, seguramente los dos acaben sintiéndose empobrecidos y encerrados.

En consecuencia a esto le hemos conseguido un nuevo tipo de pareja.

Este modelo es mucho mejor que el de la media naranja. No se invaden el uno al otro y los pocos espacios que comparten son agradables y muy valiosos. Aunque también se pierden cosas como los proyectos de futuro, que se hacen muy difíciles. También acompañarse en momentos duros, ya que estos momentos superan el espacio que le han concedido a la pareja.

Así llegamos a una serie de preguntas: ¿cuánto tiempo es el adecuado para la pareja y cuánto para cada uno? ¿Cómo de cerca es demasiado cerca y cuánto de lejos es demasiado lejos? En realidad no hay respuesta a estas preguntas, es trabajo de la pareja encontrar el punto adecuado. El punto en que se sienten cómodos y no sienten asfixia. Es probable que uno necesite más espacio que el otro, pero esto no tiene que ofender ni hacer sentir mal al otro. No se trata de repartir a partes iguales, sino de dar a cada uno lo que necesite.

Fijar los espacios es un trabajo que se debe ir haciendo poco a poco a medida que vayan surgiendo cosas en la pareja. Puede ser que a veces, para llegar a un acuerdo, tengan alguna discusión pero serán necesarias para así poder definir las necesidades de cada uno, los espacios comunes y personales. Es algo básico en la creación de la relación de pareja.

“No camines delante de mí porque no podría seguirte. No camines detrás de mí, porque podría perderte. No camines debajo de mí, porque podría pisarte. No camines encima de mí, porque podría sentir que me pesas. Camina a mi lado, porque somos iguales” Jorge Bucay

Vanessa Arjona