domingo, 2 de marzo de 2014

Encuentra la felicidad en tu interior sin depender de tu pareja

En los últimos años se han multiplicado los libros de autoayuda y métodos de crecimiento personal que nos enseñan la importancia de tener una buena autoestima y ser felices independientemente de las circunstancias externas e incluso de nuestra relación de pareja.

El mensaje que se repite es que solo cuando tú eres feliz contigo misma y tienes una autoestima sólida puedes establecer una relación de pareja feliz y saludable. Millones de personas devoran estos libros buscando las claves para soltar sus mochilas y cerrar las heridas del pasado, ansiosas por "arreglarse" a sí mismas cuanto antes y estar listas para encontrar la felicidad perfecta en una pareja.

Qué significa tener una buena autoestima

Sin embargo, las personas no somos máquinas que se pueden arreglar utilizando unas herramientas, ni existen técnicas infalibles. Cada uno de nosotros somos el resultado de nuestras circunstancias, educación, temperamento, genética, etc. Y cuando el deseo de ser felices se tiñe de impaciencia y perfeccionismo, el resultado es una autoestima frágil que puede romperse en cuanto se produce una crisis de pareja.

Tener una autoestima saludable no significa ir por la vida repitiendo "¡Porque yo lo valgo!" a golpe de melena. Cuando niegas tus sentimientos dolorosos (miedos, inseguridades, heridas) bajo una imagen de supuesta felicidad y seguridad en ti misma, ocurren dos cosas. Una, que los demás ven tu coraza aunque tú creas que es invisible. Y dos, que te abandonas a ti misma, puesto que no estás en contacto con tu vulnerabilidad.

Aprende a ser independiente emocionalmente

En ese punto, es muy probable que busques en tu pareja la seguridad y el amor que no puedes darte a sí misma. Y aunque es lógico esperar apoyo, amor y aliento de tu compañero, ten presente que él no puede llenar ese vacío interno. En primer lugar, porque él no lo ha causado. Y sobre todo, porque tu pareja es una persona con sus debilidades y carencias, igual que tú, y también lleva a cuestas su propio "agujero interior". Por eso, depender emocionalmente de tu pareja (o que él dependa de ti) es un camino que solo conduce al desgaste, el distanciamiento y la pérdida de la atracción mutua.

En otras palabras, tu pareja no puede ser la única fuente de tu felicidad y tu autoestima, ni tú la suya. Porque si él no te responde de la forma que crees que debería, si no te dedica todo el tiempo y la atención que crees necesitar, si te deja por otra persona o incluso fallece, tú te sentirías infeliz e incompleta. Y desde ahí no puedes atraer a una persona con la que establecer una relación que les nutra a los dos, ayudándoles a crecer y a sacar lo mejor de sí mismos.

4 formas de llenar tu vacío interior
  • Presta atención a tu niña interior. Así es como los psicólogos y terapeutas llaman a esa parte de nosotros que conserva los recuerdos de la infancia. La raíz de todas nuestras desdichas actuales se encuentra en experiencias infantiles dolorosas de maltrato, abandono, miedo, inseguridad, etc., que en su día no pudimos asimilar ni afrontar, porque no teníamos las herramientas necesarias. Han dejado un poso de dolor y sobre todo de miedo, pero es hora de que te des cuenta de que, como adulta, estás sobradamente capacitada para encender la luz de esos recuerdos y darte cuenta de que ya no pueden afectarte o de que solo eran sombras que, en la oscuridad, parecían monstruos. En internet existen multitud de meditaciones, libros o talleres con los que aprender a retomar el contacto con esa niña herida.
  • Conócete a ti misma. Descubre qué te motiva, qué te apasiona, qué te mueve y cuáles son tus valores y tus metas en la vida y en el amor. O, dicho con otras palabras, cuál es el mundo en el que te gustaría vivir y qué estás dispuesta a hacer para contribuir a crearlo. Aprende también a saber qué es lo que te disgusta, te hiere, drena tu energía y te hace sentir mal. Es importante tenerlo claro para poder abrir o cerrar la puerta a las personas y experiencias que se presenten en tu camino, protegiendo tu bienestar y tu autoestima.
  • Constrúyete una vida que ninguna pareja te pueda quitar. Llénala de amigos, de afectos, de hobbies, de pequeños detalles que te hacen sentir bien y ni siquiera cuestan dinero. Busca una pasión y entrégate a ella, no por desesperación ni por que te sientes sola sino por puro placer. Y recuerda que es agradable recibir afecto, atenciones y mimos, pero es mucho más satisfactorio ofrecérselos a los demás. Son los niños quienes continuamente necesitan recibir. Como adulta, tú te conviertes en una fuente de amor hacia ti misma y hacia los demás cuando dejas de esperar que los demás estén pendientes de ti y empiezas a generar ese bienestar.
  • Acepta tu sombra. Recuerda que la verdadera autoestima no es una pose de seguridad y autosuficiencia, sino la aceptación de todo lo que tú eres, incluyendo todos aquellos rasgos o comportamientos que te hacen sentir vergüenza, odio hacia alguien o enfado hacia ti misma. No se trata de que te felicites por ellos, pero sí de que estés de tu parte, incondicionalmente, sabiendo que siempre existe un motivo para actuar como lo hacemos. Procura que dentro de ti no exista solo ese juez implacable que casi todos llevamos dentro, sino también una voz compasiva que te acoja con amor, para que no tengas que buscar la aceptación, el amor o el perdón fuera de ti, en tu pareja actual o en las futuras.
Paloma Corredor

Qué significa relacionarse desde la aceptación

Aceptar a los demás tal como son no siempre resulta fácil, sobre todo en las relaciones de pareja. Tenemos una idea preconcebida de cómo debe ser una persona y cómo debe comportarse o nos guiamos por nuestras propias opiniones, deseos, formas de hacer las cosas y normas y esperamos que los demás sean iguales que nosotros. Eso no solo es imposible sino que se acaba convirtiendo en una importante fuente de conflictos innecesarios.

Aceptar a la otra persona como es significa dejar de culparla por no ser como tú, y significa tener presente que tienes una relación con esa persona para disfrutar juntos de dicha relación, no para cambiar o arreglar al otro o convertirlo en ti.

Existe una gran diferencia entre ejercer cierta influencia en alguien (por ejemplo, pedirle que cambie algo) y exigir que tiene que cambiar porque esos son tus deseos. Pedir y exigir no son la misma cosa en absoluto.

La aceptación…

Es normal que haya cosas en los demás que no te gusten, pero es muy importante diferenciar dos aspectos: si eso que no te gusta es realmente una conducta indeseable o si es simplemente un modo de ser, pensar, actuar o comportarse diferente al tuyo.

Cuando en los demás (ya sea tu pareja, familiares, amigos o compañeros de trabajo) observas demasiadas cosas que no te gustan, es muy posible que no estés estableciendo esta diferencia y pretendas que los demás hagan las cosas a tu manera, piensen como tú, trabajen a tu ritmo y, en definitiva, que sean como tú. Esto te creará conflictos con los demás con frecuencia, ellos sentirán que no los aceptas como son, tendrán la sensación de que los ves defectuosos, inferiores o incompetentes y pueden incluso llegar a sentirse incómodos a tu lado. Por eso es muy importante que diferencies estas dos cosas y aceptes a los demás como son, con todas sus diferencias respecto a ti, ya sea en su modo de pensar, sentir, comportarse, vestir, trabajar, ver la vida, o en sus opiniones, prioridades, sentimientos, etc.

Esto no lo conseguirás si estás demasiado pendiente de todo lo que hacen y dicen los demás, en vez de centrarte simplemente en compartir el momento con ellos, en lo que estáis viviendo juntos.

…Y la influencia

Por el contrario, cuando realmente la otra persona realiza un comportamiento indeseable, inaceptable para ti o que te perjudica de algún modo, no hay ningún motivo para no hablar de ello y pedirle que cambie. Pero, ¿cómo pedir que cambie a otra persona? Hay muchos modos de hacerlo, y algunos producen exactamente el efecto contrario al deseado.

Si esperas que esa persona cambie por sí misma, si consideras que debería leerte la mente y saber que debe cambiar sin que digas nada, solo conseguirás empezar a sentir una ira que vaya creciendo hasta que estalles. Cuando le dices a esa persona que cambie algo en un tono enfadado o despreciativo, hay muchas probabilidades de que se sienta dolido y no te haga caso.

No esperes a que la otra persona lea tu mente (nadie es adivino), simplemente dile que eso que hace te molesta, te hace sentir mal y pídele amablemente lo que te gustaría que hiciera. Por ejemplo: "cuando haces eso me siento me siento mal, ya sé que tú lo ves de otro modo y no hay nada malo en eso, pero cada uno es como es y a mí me afecta. Te agradecería mucho que dejaras de hacerlo." Al hablar de este modo, no estás insultando ni despreciando su comportamiento, lo estás reconociendo como un comportamiento válido (a no ser que realmente sea un comportamiento no ético) pero al mismo tiempo estás diciendo a esa persona que no compartes ese punto de vista o modo de actuar, que te hace sentir mal, y le estás pidiendo que te haga el favor de cambiar. La mayoría de las veces se trata de cosas sin demasiada importancia, que pueden cambiarse sin dificultad.

La otra persona también te pedirá que cambies algunas cosas que no le gustan y, si lo haces, tendrás más probabilidades de que esté también dispuesta a cambar. No entres en el juego del "tú primero". Hay muchas cosas que no cuesta ningún trabajo cambiar o hacer de modo diferente por complacer al otro. Empieza por hacer esos cambios y verás que la otra persona está también más dispuesta a complacerte.

Ana Muñoz