Todo pasa por una razón en la vida. Enfermedades, heridas, ausencias, amores que se quiebran, momentos perdidos de grandeza o puras tonterías.
Sin estas pequeñas pruebas la vida sería como una carretera recién asfaltada, suave y lisa, pero que no conduce a ninguna parte.
Aún se puede aprender de las malas experiencias, es más, quizá sean las más significativas en nuestras vidas.
Si alguien te hiere o te traiciona, dale las gracias porque te ha dado la oportunidad de perdonar, y a tener más cuidado de escoger a quién le abres tu corazón.
Si alguien te ama, ámalo tu también, no porque te ame sino porque te ha enseñado a amar y a ver las cosas pequeñas de la vida.
Permítete enamorarte, liberarte y poner la vista en un lugar bien alto.
Repítete a ti mismo que eres un ser magnífico y… ¡CRÉELO!. Si no crees en ti mismo, nadie lo hará. Crea tu propia vida y ¡VÍVELA!. Arriésgate a ser lo que eres.
Desconozco a su autor