Las alegrías y las obleas son también delicias clásicas de México. Las primeras se preparan con semillas de amaranto tostado y una miel delgada de piloncillo, cuya masa obtenida se coloca extendida y algo gruesa, en una charola de aluminio. Al enfriarse, como en el caso de los muéganos, las semillas quedan unidas y se cortan en cuadritos, círculos o en pequeñas bolitas. Esta golosina es una de las más antiguas de México. El amaranto se conoce desde la etapa de la prehistoria aunque era utilizado más bien con fines religiosos. Su contenido en proteínas duplica al del maíz y al del arroz y es entre 60 y 80% más alto que el del trigo.
Las obleas son delgadísimas láminas de trigo, las mismas que se utilizan para las hostias: se hacen redondas, se les agrega un poco de jarabe de maíz y se doblan por la mitad; en la orilla se les coloca semillas de calabaza -pepitas sin cáscara-, y suelen ser de colores. Los vendedores de alegrías y obleas llevan su charola por las calles ofreciendo su mercancía, aunque también se encuentran en expendios de dulces.
Continuará...
Issa Martínez
Alenarte Revista