Cientos de titulares en todo el mundo demuestran que el abuso reiterativo o la violencia contra la figura del maestro es cada vez mayor. Estudios de varias organizaciones hacen notar, por ejemplo, que 36% de los maestros en Ontario, Canadá, manifiesta haber sido blanco de violencia por parte de sus estudiantes, mientras que en el Reino Unido, 35 por ciento de los profesores participantes en una investigación realizada por la Unión Nacional de Maestros (NUT por sus siglas en inglés) reconoce haberse convertido en víctimas de ciberacoso: 72% de las actividades de este tipo es realizado por alumnos, mientras 26% de las prácticas de acoso escolar por las redes sociales es promovido por los padres o representantes del estudiantado.
En Venezuela, pese a que no existen cifras oficiales con respecto a la problemática del acoso escolar -bien sea hacia maestros como hacia alumnos-, se estima que nueve de cada 100 habitantes sufre de este tipo de violencia. Si a esto se suma que, de acuerdo con Unicef, esta nación es el segundo país en el que fallecen más adolescentes y jóvenes violentamente, entonces la conclusión podría ser que está librándose una batalla en los colegios y liceos del país.
Casos como el del licenciado Robert Jerez, profesor del Liceo Fermín Toro, quien fue duramente golpeado a mediados de 2011 por un grupo de encapuchados que vestían el uniforme del plantel, o el de la profesora Rudileth Cegarra, quien fue aporreada por uno de sus alumnos de tercer grado y luego agredida por los padres de este, son cada vez más comunes.
"Hay poca data o estadística sobre el tema del acoso en sus diferentes formas porque, precisamente, como es parte de la cotidianidad no se logra identificar como una forma de violencia. Pero, ¿cuál es la variante que se está presentando recientemente?: la violencia hacia maestros y profesores", explica Oscar Misle, director de Cecodap, organización que trabaja en pro de la defensa de los derechos del niño y del adolescente
De su lado, el profesor y experto en seguridad Hernán Matute, creador de la Cátedra Antidrogas del Instituto Pedagógico de Caracas, advierte que el tema del acoso hacia el maestro como figura de autoridad se ha agravado. Esto es así como consecuencia de nuevos factores que intervienen en la relación alumno-educador, entre los cuales se incluyen el consumo y venta de drogas en los planteles. "En los últimos diez años esto ha generado comportamientos distintos a los tradicionales en los alumnos que propiciaban el acoso, intimidación escolar o el llamado chalequeo", añade el educador.
¿Acoso o violencia?
Para que un maestro pueda actuar de forma asertiva contra los inconvenientes violentos que pueden presentarse con sus alumnos, es importante identificar si lo que se vive o vivió es acoso o actos aislados de violencia.
"Para que sea acoso las acciones deben darse de manera constante y sistemática; pero cuando un muchacho en el aula o en el colegio responde de manera inadecuada o hace burla del profesor y esta situación no es frecuente, entonces estamos ante un acto enmarcado dentro de la violencia o en actitudes violentas. ¿Esto puede convertirse en acoso si no se actúa a tiempo? Por supuesto que sí. Hay que proceder a eliminar estas acciones de violencia por tontas que parezcan", explica Oscar Misle.
Para conseguir que se proceda a tiempo ante un evento mayor, el profesor debe informar de lo ocurrido a la Coor-dinación y a la Dirección, como primeras instancias. Es importante que se lleve un registro de cómo se dio el inconveniente y de las personas que allí se encontraban con el fin de llegar a una conclusión sobre qué debe hacerse con el alumno con mal comportamiento, qué recomendar a los padres y qué hacer en conjunción con la comunidad educativa para pautar acciones constantes dentro de la escuela con el fin de educar contra la violencia y a favor de una cultura de paz.
"Es importante que el maestro no identifique en clase al alumno que ejerció la acción directamente o que no tenga como temas del día 'los problemas de violencia en el salón', pues esto es una actitud reactiva y no positiva en favor de encontrar una solución más definitiva a esta situación. Por ello lo ideal es educar en valores e incluir en el pénsum anual muchas actividades que promuevan la paz, la comunicación y la autoestima en el colegio", menciona el profesor Matute.
Tipos de asedio contra el maestro
De acuerdo con la organización Bullying Education, creada por profesores y consejeros en Internet para prevenir el acoso escolar en todas sus formas, existen cuatro maneras (hasta ahora) de agresión por parte de los estudiantes hacia el profesorado.
" Pulsar los botones: El más antiguo método. Los alumnos saben qué hacer para interrumpir en clase, romper con el orden del salón o reírse mientras el maestro imparte los objetivos, entre otros. Son formas de intimidación cuya finalidad es no consentir que el maestro cumpla con su trabajo.
" Happy Slapping: Estos términos en inglés se refieren a bromas que realizan los educandos a los profesores tras captarlos con las cámaras de teléfonos celulares y realizar montajes fotográficos o en video, para luego colgarlos en sitios web públicos y compartirlos con sus pares.
" Páginas de críticas: También en Internet está creciendo el número de sitios (creados por alumnos, obviamente) en los cuales se les coloca una nota a los maestros (conocidos como Rate my teacher, cuya traducción es "Califica a mi profesor"). El problema es que los alumnos que ingresan en estas páginas web no solo hacen mofa de la reputación del individuo como profesor, sino que también se critica su forma de vestir, de actuar, de hablar, etcétera.
" Ciberacoso: "El alumno me enviaba mensajes por Internet y a mi celular amenazándome porque no le había pasado la materia. Me insultaba y decía que escribiría cosas de mí en Facebook para que la gente supiera quién era yo realmente. Con el pasar de los meses quedó solo en palabras; sin embargo, al principio me sentí muy incómoda", expone una profesora universitaria, quien prefiere no revelar su nombre.
El acoso por las redes es el más común hacia los educadores dado que el alumno puede mantenerse en el anonimato y hacer muy públicas informaciones falsas o verdaderas del profesor, burlarse y, sobre todo, hacer fotomontajes del educador hasta que este se siente verdaderamente amenazado y vulnerable, sin saber cómo responder ante una vigilancia constante por parte de sus alumnos.
Normativas ecuánimes
"Cuando un joven tiene una actitud agresiva o hay un hecho violento contra un maestro esto acarrea consecuencias de orden penal, por lo tanto el profesor (apoyado por la comunidad educativa) puede acudir al Ministerio Público a denunciar las acciones cometidas en su contra, e inclusive puede conservar su identidad en el anonimato", expresa Matute, quien muestra preocupación pues muchos educadores, ante un problema de acoso o de violencia, se sienten desprotegidos y optan por abandonar la carrera, o no saben cómo conducirse ante eventos más graves (como el consumo de drogas) y entonces se ven expuestos a crímenes.
"Hay un uso abusivo de la Ley orgánica para la protección de niñas, niños y adolescentes (Lopnna) con el fin de intimidar. Primero, porque no se utiliza como una herramienta para mejorar la convivencia escolar sino para amenazar. Tanto los jóvenes como sus padres intentan intimidar al educador señalándole que lo denunciarán porque la ley 'los ampara'; y segundo, lo que realmente ocurre es que la normativa se desconoce. Cuando hacemos reuniones con maestros damos cuenta de ello. Como hay desconocimiento de la ley, esta se usa de manera arbitraria y discrecional. La ley no favorece ni estimula a ninguna de las partes", explica el director de Cecodap, quien concluye argumentando que los miembros de un colegio -alumnos, padres y representantes y profesorado- deben conocer a fondo las leyes para poder ejercer acciones lógicas con respecto a cualquier dificultad dentro de la escuela.
El maestro hoy
Escuelas en mal estado, individuos con poca mística para trabajar, armas y drogas dentro de los colegios y bajos sueldos constituyen el caldo de cultivo en el que subsiste el educador de hoy.
De acuerdo con Oscar Misle y Hernán Matute, el profesorado debe reflexionar sobre su papel en la sociedad. "Pasamos de un extremo a otro: de un maestro que era una figura de autoridad a quien nadie se atrevía a responder o a preguntar, al extremo que ahora los profesores temen a sus estudiantes".
"El maestro ha perdido su sentido de pertenencia y liderazgo. Es un simple 'dador de clases'. Yo me muerdo la lengua porque soy uno de los formadores de estas personas. Olvidamos que lo más importante no es dar el contenido de una materia sino formar y educar ciudadanos. Finalmente, toda esta situación genera un ambiente dado a la anomia y a la ruptura de normas, y, por lo tanto, a la violencia y el desafío a la autoridad", añade Matute.
El bullying o la violencia hacia el maestro está vinculado tanto con la actitud de los padres en casa como con el desinterés por parte de las comunidades educativas de tomar acciones contra las agresiones (a profesores o estudiantes) a partir de un trabajo arduo y largo de prevención; pero son estas mismas figuras (educadores, representantes, colegios y alumnado) las que tienen el poder -y el deber- de combatir seriamente la intimidación.