Esto consiste en enseñar al niño a obedecer una determinada serie de normas. Los niños pequeños no son malos a propósito, simplemente sus padres no les han ayudado a aprender la forma correcta de comportarse. En cambio cuando los padres crean estructuras externas para refrenar a sus hijos, les ayudan a desarrollar el control.La finalidad última de la disciplina consciente es ofrecer a nuestros hijos la posibilidad de aprender a tomar buenas decisiones, a ser responsables, a pensar por ellos mismos y a actuar de una manera socialmente aceptable. Nos preocupa sobre manera el hecho de que nuestros hijos crezcan sin una dirección correcta con parámetros y reglas claras establecidas que les permita abrir caminos fáciles hacia las diferentes situaciones que se le presentan en la vida, por este razón hemos realizado una compilación detallada de los aspectos más relevantes que hemos estudiado en nuestros módulos para que tu tengas una manera efectiva y concreta al aplicarlos con tus hijos. Te garantizo que no te fallarán!!!!
Los doce ingredientes de la disciplina consciente son:
1.- Se conscientes de tus propios límites y pon normas
Deja claro lo que esperás del niño, informándole previamente. Establece unos límites, unas normas y manténte firmes en ellas.
2.- Analiza tu propio comportamiento para ver que le estás enseñando a tu hijo.
La forma en que resolvemos una situación será la manera de mostrarle al niño en qué consiste controlar las propias emociones: establecer límites sin enfadarnos, actuar en vez de reaccionar, afrontar con serenidad las situaciones estresantes o en cambio si gritamos, somos maleducados, etc. nuestro hijo con toda probabilidad incorporará nuestro comportamiento a su repertorio particular.
3.- Escuchate para asegurarte de que eres tu quienes estás al mando, no tu hijo.
Ser padre significa estar al mando. Si llegado el caso después de intentar que tu hijo coopere, o de haber probado todos los trucos que te sugiero no te funcionan, debes ser tu quien tome las riendas.
Si dices cosas como “ mi hijo no me deja ….”, “mi hijo hace que yo haga….” “ mi hijo no me permite….” o algo parecido tu no estás al mando.
4.- Cuando sea posible planea con antelación; evita situaciones o circunstancias difíciles
Con niños muy pequeños que aún no poseen las habilidades cognitivas para entender por qué algo está fuera de los límites, es mejor evitar las situaciones más confilictivas. Evitad las situaciones que sean demasiado (demasiado ruidosa, demasiados niños, demasiado excitante, demasiada actividad, demasiado exigente como tenerle sentado más tiempo del que pueda soportar, que le exija demasiado físicamente como un largo paseo…). La palabra clave sería PLANIFICAR. La planificación previa quizá no resuelva todos los problemas pero está claro que puede aliviar los que se repiten siempre que aprendamos de ellos.
5.- Analiza la situación con los ojos de tu hijo
Lo que en un niño pequeño parece ser agresividad es simple curiosidad, falta de coordinación, dolor de dientes (y por eso te ha mordido…), o puede que esté exhausto o que simplemente hayás sido inconstante a la hora de marcarle los límites.
6.- Tu decides dónde y cuándo
Hay situaciones que requieren de una solución rápida. Usa tu juicio e ingenio, pero no busques excusas ni te pierdes en largas explicaciones.
7.- Ofrece opciones de final cerrado
Los niños pequeños suelen cooperar más si se les da a escoger, porque eso les da sensación de control. En vez de amenazar o sobornar a vuestro hijo procura hacerle intervenir y que se sienta parte de la solución. “Qué quieres recoger primero, los cubos o los muñecos?”
8.- No tengas miedo a decir que no
Es importante que los niños entiendan que existe una amplia gama de emociones humanas, incluidas la tristeza, la ira y la exasperación. Si no les enseñamos a aceptar un no por respuesta estaremos condenando a nuestros hijos a un crudo despertar. Por lo tanto decir no cuando resulta necesario no les perjudica.
9.- Corta de raíz cualquier comportamiento no deseado
Detén a tu hijo antes de que actúe o en pleno acto. Es importante que ayudes a tu hijo a entender qué le ocurre cuando se porta mal. Pon nombre inmediatamente a su emoción “ya sé que estás (emoción)” para que la identifique. No le hagas sentir culpable por ello ni le acuses de ser malo, y deja que descubra que las emociones si bien no son incorrectas no sirven de excusa. Con esto enseñas a tu hijo a identificar y controlar sus emociones.
10.- Alaba el buen comportamiento y corrige o ignora el malo
Es más importante apreciar el buen comportamiento que reprimir el malo. Se conscientes de qué premias ofreciendo tu atención (lloriqueos, berrinches, quejas, gritos…) y deja de hacerlo si es así y elogia el buen comportamiento.
11.- No recurras al castigo físico
Porque es una solución momentánea, porque es injusto, porque le enseñas que la violencia está bien y fomenta la agresión.
12.- Recuerda que ceder no equivale a querer.
Si impones una disciplina consciente estas ayudando a tu hijo a darse cuenta de que cooperara es divertido y de que si se porta bien se siente mejor.
Si no ayudas a tu hijo a conocer los límites le estás haciendo un flaco favor, y no está aprendiendo a controlarse
Se constantes y claros en las normas. Te sentirás mejor contigo misma y con la clase de padres que eres, y por ende tu hijo se sentirá más seguro. Sabes cuáles son tus límites y te respeta por tener palabra. Te querrá por tu honestidad, y sabrá que cuando dices algo lo cumples.
Fuente: http://hijosypadres.wordpress.com