La Educación para el Desarrollo es una aproximación a un aprendizaje cuyo objetivo es construir una ciudadanía mundial. UNICEF la define como un proceso que "promueve el desarrollo, en niños, niñas y jóvenes, de actitudes y valores como la solidaridad mundial, la paz, la tolerancia, la justicia social y la sensibilización ecológica, y que ofrece los conocimientos y capacidades necesarios para promover estos valores y provocar cambios en sus propias vidas y en sus comunidades, local y mundialmente."
La Educación para el Desarrollo se fundamenta en dos movimientos que aparecieron por una parte en los países industrializados y por otra parte en los países en desarrollo. En los años 1970, unas ONG y unas agencias de ayuda, comprometidas en la problemática del desarrollo, empezaron a elaborar material educativo para sensibilizar a los jóvenes de los países industrializados. En aquel mismo período, muchos educadores empezaron, en los países en vías de desarrollo, a contemplar las estrategias locales susceptibles de ayudar a la gente a combatir problemas como la pobreza, la falta de higiene y el analfabetismo. Aquel movimiento fomentaba el desarrollo de nuevas capacidades que permitían a los individuos y a los grupos crear este cambio.
Estas dos iniciativas son las raíces de la Educación para el Desarrollo. Ésta se desarrolló aún más durante los años 80 y 90 debido a tres razones principales:
Han cambiado las ideas sobre lo que es el "desarrollo"
En el pasado, el crecimiento económico muy a menudo se presentó como una prioridad frente a la salud, la educación y la calidad del medio ambiente. Se hace cada vez más claro que los sacrificios a corto plazo en este dominio perjudican el potencial humano a largo plazo de un país, lo que no se puede defender ni aceptar moralmente.
Ha cambiado la índole de los problemas mundiales
Los problemas mundiales son cada vez más complejos. Se han de tener en cuenta las dimensiones sociales, económicas, políticas, tecnológicas y culturales antes de encontrar soluciones a los problemas contemporáneos. Los problemas mundiales son universales. No existe ningún lugar en el mundo que esté fuera del alcance de las preocupaciones ecológicas, de los problemas de justicia o de los conflictos. Por consiguiente, quedan limitadas las posibilidades de evolución de estos problemas en un sólo país o en una sola región.
Han cambiado los valores educativos
La educación del niño debe promover el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de las civilizaciones distintas de la suya. Debe preparar al niño para que asuma las responsabilidades de la vida en una sociedad libre, en un espíritu de comprensión, de paz, de tolerancia, de igualdad entre los géneros y de amistad entre todos los pueblos. Debe inculcar al niño el respeto del medio natural.
La educación para el desarrollo. Una asignatura necesaria
Las clases que se fundan principalmente en la nación, que se concentran en la historia y la economía de un país, y que acentúan las contribuciones de algunas culturas dominantes, hacen que los niños estén equipados insuficientemente para desempeñar un papel activo en un mundo interdependiente. Una enseñanza que fomenta sólo la competición, que desarrolla la mentalidad del "yo primero", tanto en los contenidos como en los procedimientos, no permite preparar a los niños para los esfuerzos de cooperación necesarios para enfrentarse a los problemas mundiales. La educación puede y debe desempeñar un papel activo no sólo en la transmisión de conocimientos, sino también en la promoción de actitudes y de valores de ciudadanía mundial.
La Educación para el Desarrollo prepara a los alumnos para adaptarse frente a un cambio rápido en un mundo interdependiente, basándose en algunos conceptos globales y utilizando un proceso particular de aprendizaje.
Los padres podemos potenciar los contenidos de la Educación para el Desarrollo. Preguntar a nuestros hijos qué han hecho en la escuela, cómo han tratado o estudiado temas específicos como la solidaridad o la justicia, qué han hecho durante el Día Internacional de la Paz, etc., es una buena manera de otorgar la importancia que merecen esas asignaturas que tantas veces se ven relegadas a un segundo plano por el peso de las matemáticas o las ciencias sociales.
De la misma manera es importante ofrecer una salida a las posibles inquietudes que puedan tener nuestros hijos en temas relacionados con la cooperación y el desarrollo: proponer lecturas o películas adecuadas a la edad de nuestro hijo, ir a ver exposiciones sobre temas relacionadas con otras culturas, conocer los distintos barrios que forman nuestra ciudad, comentar las noticias del día a día u ofrecer la posibilidad de colaborar en alguna ONG, son cosas que podemos hacer para participar de forma activa en ese largo pero fundamental proceso que significa la Educación para el Desarrollo.
UNICEF