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jueves, 29 de mayo de 2014

El bullying

El acoso escolar (también conocido como hostigamiento escolar o por su término inglés: bullying) es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado.

El tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia (12-13 años).

El agresor trata de intimidar a la víctima, implicando un abuso de poder en tanto que es ejercido por un agresor más fuerte, ya sea esta fortaleza real o percibida subjetivamente.

La crueldad y dureza de la situación pueden acarrear pensamientos sobre elsuicidio, incluso pueden ser factores primordiales para llevarlo a cabo, como actualmente se ha estado viendo en varios lugares de Guatemala.

Por lo tanto, si tu hijo presenta más de tres de las siguientes características, es muy probable que esté siendo víctima del bullying:


  • Llega a casa con su ropa, libros o cosas rotas o le han sido robadas.
  • Tiene moretones, heridas, cortes, rasguños que no pueda explicar.
  • Se rehúsa y teme ir al colegio/escuela.
  • Bajo rendimiento académico.
  • Tiene pocos amigos o se mantiene aislado.
  • No invita compañeros a su casa y rara vez visita casa de amigos.
  • Se inventa enfermedades o dolores para no ir al colegio (dolor de cabeza, dolor de estómago).
  • Presenta alteraciones del sueño.
  • Pide dinero extra o saca dinero a escondidas (entrega a la persona que lo agrede).
  • Aspecto triste, deprimido y de infelicidad.
  • Está irritable y con rabia repentina.
No es casualidad que hayas leído este artículo, si identificaste que tu hijo es víctima de bullying o conoces de alguien que esté pasando por esto.

¡Ésta es tu oportunidad para hacer algo positivo por el niño y encontrar la manera de empezar a crearle un ambiente de seguridad, para salvaguardar su valiosa vida!

Mayori Carrera
Psicología General
Licenciatura en Psicología Clínica, Cum Laude
Consteladora Familiar y Programación Lingüística


lunes, 28 de abril de 2014

Estilos de aprendizaje y cómo facilitarlo (Parte 2)

Cuando una persona recuerda las cosas de acuerdo a una manera secuencial y ordenada, generalmente estamos hablando de una persona auditiva. Para las personas auditivas el recordar la secuencia es fundamental. Los auditivos comprenden mejor qué es lo que necesitan hacer cuando las instrucciones se las dan de forma oral y cuando pueden hablar y explicar esa información a otro. Las personas que memorizan las cosas auditivamente no pueden olvidar ni una sola palabra, ya que, si la olvidan, no podrán recuperarla y, por lo tanto, utilizar el resto de la información. Las personas auditivas tienen dificultad para relacionar la información, ya que este sistema no lo permite, aunque sí lo logran realizar con un mayor esfuerzo. El canal auditivo es fundamental en el aprendizaje de idiomas y de la música.

Los auditivos generalmente hablan solos, mueven los labios al leer y tienen facilidad de palabra, no les preocupa su aspecto o apariencia, tienen habilidad para monopolizar la conversación, les gusta la música y expresan sus emociones verbalmente. Ellos tienden a ser más sedentarios que los visuales; son más cerebrales y tienen mucho más vida interna que los otros dos estilos. Está interesado en escuchar, por lo que aprende al escuchar, oír, catar, disfruta los debates, las discusiones puede grabar su propia voz con sus propios resúmenes para estudiar y, sobre todo, son excelentes para platicar. Tienen una gran capacidad para organizar mentalmente sus ideas. Puede ser sensible a los ruidos.

Por último, las personas cenestésicas, para procesar la información, la asocian a las sensaciones y movimientos corporales, por lo que podemos inferir que son excelentes deportistas. Las personas que aprenden de esta forma lo hacen más lentamente en comparación con los otros dos estilos. Sin embargo, el aprendizaje es profundo: una vez aprendemos con nuestros músculos y con nuestro cuerpo algo, borrar esa huella mnémica es muy difícil. Debido a que utilizan más partes del cuerpo, su aprendizaje toma más tiempo, por ello se dice que es más lento.

Los alumnos cenestésicos aprenden muy bien y disfrutan haciendo experimentos o las actividades de clase en las cuales se les permite moverse, ya que necesitan el movimiento corporal para aprender. Son los alumnos que, por esta necesidad de movimiento, buscarán cualquier excusa para levantarse, moverse o parecerán que no se pueden sentar quietos.

Los del estilo kinestésico responden a las muestras físicas de cariño, les gusta tocar todo, se mueven gesticulando mucho, salen arreglados de casa pero en poco tiempo parecen desalineados o, como diríamos coloquialmente: "mamarrachos", expresan sus emociones por medio del movimiento. Aprenden haciendo, experimentando en vivo y a todo color. Les gusta el trabajo de campo, pintar, dibujar, bailar, hacer y reparar cosas.

Después de leer estos artículos espero que haya no sólo podido identificarse y explicarse usted mismo porqué se le facilitan más unas cosas que otras, y al mismo tiempo pueda haber identificado a sus hijos y alumnos a los cuales podrá ayudarlos a aprender de una forma más eficiente y eficaz.

Ana Lucía Novales
Psicologia Clinica, Educativa y Familiar
Ninos y Adultos

miércoles, 31 de julio de 2013

¿Estás en el colectivo de los padres “helicóptero”?

El fenómeno de los híper-padres o padres “helicóptero” está en expansión. Tanto nos hemos preocupado por apoyar a nuestros hijos, que podemos estar saboteando su crecimiento.

Los papás helicópteros permanecen inmóviles en el aire alrededor de sus hijos, evitando que pase cualquier influencia externa y previendo todo peligro; los sobreprotegen y se sienten orgullosos de su nivel de compromiso.

Por instinto maternal y paternal, los padres nos programamos a anticipar todas las necesidades y deseos de nuestros hijos. Padecemos el síndrome del “antes de”: “Antes de que se caiga; antes de que se lastime; antes de que repruebe”, etc.

Sin embargo, a veces exageramos. Con el afán de proteger a los hijos de todo, les privamos de la valiosa experiencia de equivocarse. Ser buen padre no es evitar todo posible fracaso o sufrimiento para nuestros niños, sino apoyarlos para que enfrenten retos y los conquisten.

En tu vida de papá o mamá, para dejar crecer a tu hijo, practica el auto control de la siguiente manera.

CONOCE LAS LIMITACIONES

Tuyas, de tu hijo y del ambiente.

En primer lugar, no puedes controlar todo. Tienes que darte cuenta que habrá ocasiones en que tú no estarás presente para proteger a tu hijo, y por lo tanto es necesario enseñarle a cuidarse a sí mismo.

Luego, tienes que conocer a tu hijo y saber de qué pie cojea. Respeta sus talentos y sus debilidades. Por ejemplo, si a tu hijo le cuesta trabajo orientarse no lo vas a dejar solo en un lugar desconocido porque se puede perder.

También debes conocer los ambientes en donde se desenvuelve tu hijo.

Aunque tú no puedes ir a la escuela con él, debes estar familiarizado con los maestros y las reglas para saber que es un lugar seguro, aunque no perfecto. Puedes esperar que haya supervisión, al mismo tiempo que sepas que tendrá que defenderse de vez en cuando.

Controla las siguientes obsesiones.

LA LIMPIEZA

Ningún niño se muere por ensuciarse. Al contrario. En edad preescolar, por ejemplo, los niños conocen el mundo por medio de sus sentidos, y el poder tocar y manipular diferentes texturas (pintura, gelatina, aceite, espuma de rasurar) les ayuda a aprender, si los padres se lo permiten.

Como papá o mamá también es importante liberarte de tus altos estándares de limpieza para permitir a los hijos ayudar con los quehaceres de la casa. Aunque no quede igual la recámara que cuando tú la hagas, deja que tu hijo limpie su propio espacio, para que aprenda a ser responsable.

La ropa perfecta. Si tú tienes un gusto exquisito para combinar colores y estilos en tu propia ropa, tendrás que frenarte las ganas de vestir a tu hijo como si fuera tu maniquí.

Desde edad temprana, es muy importante permitir que él tome algunas decisiones propias y escoger sus prendas (entre dos o tres opciones controladas por ti, si quieres) es una forma de practicar la autonomía y desarrollar sus propios gustos.

LA PROEZA FÍSICA

No puedes someter a tu hijo a un estándar de proeza física que está hecha para adultos. Puede participar en muchos deportes sin ser campeón olímpico. Ni siquiera debe importar si gana o pierde.

Los niños desarrollan su cuerpo y sus habilidades físicas por medio de la práctica, por ensayo y error. No puedes meterte a sus juegos o competencias exigiendo el éxito, sin permitir que se diviertan y aprendan.

LA PERFECCIÓN ACADÉMICA

Para que tu hijo aprenda a ser buen estudiante, hace falta la paciencia. Es importante gozar el proceso de descubrir conocimientos nuevos. Es valioso probar, equivocarse y volver a tratar.

Por lo tanto, los papás tienen prohibido arrancar hojas del cuaderno de la tarea o (¡Dios me libre!) volver a hacer lo que el niño hizo mal.

LA COMPETENCIA

Tal vez los papás estemos acostumbrados a competir en el mundo de los negocios, donde nuestra supervivencia puede depender de la capacidad que tenemos para ganar a los demás.

Sin embargo, nuestros hijos están en una etapa de desarrollo en la que la cooperación y la colaboración son su reto.

Sobre todo en casa, tu hijo debe sentirse cómodo con la seguridad que es aceptado incondicionalmente. No tiene que ganar ninguna carrera ni competencia para tener tu apoyo, cariño y ayuda inmediata.

RELÁJATE

Si tu hijo llora, no te alarmes. Es normal que a veces lloren los niños. Si se cae, se equivoca, pierde o hace el ridículo, ¿qué puede pasar? Es un niño que tiene el derecho de esperar paciencia y aceptación de parte de los adultos más importantes en su vida.

Entonces, con tu actitud tranquila enséñale a levantarse, a volver a tratar y a esforzarse aun más para alcanzar sus sueños. Hay tiempo.

También hay tiempo para ti. No eres perfecto, y puedes aprender a ser mejor papá o mamá, siempre y cuando hayas establecido la regla de la tolerancia en casa. Aprender a aceptar a los demás con sus cualidades, defectos y propias etapas de desarrollo es una lección valiosa.

DISFRUTA

Acepta a tu hijo como es, en este momento de su desarrollo y goza tu tiempo con él. Permite que cometa sus propios errores, que sufra sus propios desengaños y que descubra y escoja sus propios gustos y amigos.

Deja un poco de distancia entre tú y tu hijo para que los dos puedan respirar a gusto. Si tú confías en él y no te metes a corregir todo lo que hace, tendrá la confianza de acercarse a ti por voluntadasu propia.

Regala autonomía a tu hijo

Fuente: El amor lo mas dulce 

martes, 23 de julio de 2013

Encontré a mi hijo viendo pornografía

“Cuando limpiaba la casa, encontré revistas pornográficas en la habitación de mi hijo. En ese momento hice un gran escándalo y lo castigué”, cuenta Sandra, quien se encuentra muy preocupada porque su niño tiene 12 años y considera que es demasiado joven para estar pensando en esas cosas.

Los chicos empiezan a tener ese tipo de curiosidades cada vez más temprano. Hay niños que incluso desde los nueve años quieren ver pornografía, no tanto por curiosos, sino por presión de los amigos, señala la psicóloga Sherezada Exeni. “Puede haber pasado que otro niño de su curso trajo una fotografía de una chica desnuda, vio alguna imagen en la televisión o pudo abrir una página de internet y se le aparecieron mujeres con poca ropa o totalmente desnudas”, argumenta.

¿Qué hacer?
La reacción óptima como padres es actuar de manera serena e inteligente. No grites, no castigues ni te enojes. Mejor explícale a tu hijo que, si bien su curiosidad es normal, ese material es para adultos. Recalca que la pornografía distorsiona la realidad, ya que el común de las mujeres y los hombres no son como se ven en esas fotografías o videos. “Hay que guiarlos ante un tema desconocido, explicarles que muchas veces este material produce una percepción equivocada de las personas, lo natural, el amor. Estas imágenes pueden hacerle pensar que el sexo no es realmente una expresión de amor, solamente un desborde corporal”, argumenta Exeni.

En caso de que empiecen a fluir las preguntas, responde a todas sus dudas en un lenguaje adecuado a su edad. Si te agarra desprevenida y no sabes cómo hacerlo, pregúntale qué es lo que sabe y, de acuerdo con eso, has énfasis en que el sexo es sólo una de las muchas expresiones del amor de pareja.

Si le gritas, te enojas y revisas sus cosas, lo único que conseguirás es que el pequeño tenga aún más dudas y que empiece a buscar respuestas por su cuenta. Si en cambio le explicas, agrega Exeni, es posible que de todas formas busque más información, pero esta vez con más criterio. “No debes olvidar que el niño que está pasando a ser adolescente necesita su espacio, tener sus propios secretos y de ninguna manera está bien invadirlo o hacerle sentir que estás desconfiando de él. Mejor respeta lo suyo, así como él lo hace contigo”, recomienda la psicóloga.

Ejemplo
Si no quieres que tus hijos vean pornografía, dales el ejemplo. Si tú tienes acceso a este tipo de imágenes en internet, revistas o videos, tarde o temprano, tus pequeños los encontrarán y se preguntarán por qué tú puedes ver ese material y ellos no.

Valores
Los valores que le inculcas a tus hijos son importantes para ellos a la hora de evaluar cualquier material. Por ejemplo, es vital que le enseñes que cada persona debe respetar su cuerpo y que nadie tiene derecho a dañarlo, así como dejar claro que los seres humanos no son objetos a utilizarse.

Curiosidad
Los niños a cierta edad tienen más curiosidad que las niñas para saber cómo es el cuerpo del hombre y de la mujer, así que puede que una foto les ayude en eso. Si tienen claro lo que es bueno y malo, despreocúpate y deja que lleguen a su propia conclusión.

Fuente: Amor lo mas dulce

lunes, 22 de julio de 2013

Educar en valores. La tolerancia

Ser tolerante es lo mismo que ser respetuoso, indulgente y considerado con los demás. Es una cualidad personal que se define como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás, aunque sean diferentes o contrarias a las nuestras. Ser tolerante es ser condescendiente y permisivo con alguien a causa de las circunstancias que medien, es no impedir que haga lo que éste desee, es aceptar y admitir la diferencia o la diversidad.

Para que los niños establezcan buenas relaciones con sus semejantes, es necesario que aprenda a ser tolerante desde muy pequeño.

Aprender a ser tolerante

La tolerancia juega un papel muy importante en las relaciones de los niños con sus iguales y con su familia. Es importante que ellos escuchen las ideas y las opiniones de sus amiguitos, que acepten sus criterios aunque sean distintos a los suyos, y que consigan ponerse de acuerdo con sus compañeros durante un juego, en alguna actividad o en un aula. La tolerancia les ayuda a que tengan una buena integración en un grupo o equipo.

El niño no nace tolerante. Su conducta natural es que todo sea para sí, y que todos estén de acuerdo con él, por lo que es indispensable que el proceso de aprendizaje acerca de la tolerancia empiece desde bien temprano.

El niño puede aprender a ser tolerante

- Cuando sus padres también lo sean
- A través de cuentos e historias
- Por las actividades que desarrolla
- A través de los juegos
- En la convivencia con los demás niños
- Aprendiendo a respetar las diferencias
- Conociendo diferentes culturas
- A través de los viajes en familia
- Conociendo los beneficios de la conciliación, de la paz
- Compartiendo, sin pelear
- Aprendiendo a no burlarse de los demás

Fuente consultada:
- Cuentos y canciones para compartir valores. 
Ed.de la Infancia

martes, 18 de junio de 2013

¿Bebés difíciles? o ¿progenitores difíciles?

Desde el punto de vista del bebé existen, sin ninguna duda, progenitores “difíciles”.
  • Dichos progenitores pueden, quizás, incluirse en dos tipos:
    • descuidados o
    • intrusivos.
En el último peldaño del tipo descuidado hemos de situar las madres depresivas con su gran dificultad para responder a sus bebés; dichas madres muestran una gran apatía y retraimiento, no contactan visualmente con el bebé y tampoco lo cogen en brazos si no es para limpiarlo o darle de comer.
    • La respuesta del bebé en esta situación es comunicarse también de manera depresiva en el intercambio con otras personas.
    • Además, sus sentimientos son menos positivos (y el cerebro izquierdo está menos activo).
    • A la edad de 1-2 años muestran más dificultades que los otros niños en la ejecución de tareas cognitivas y, también, un apego de tipo inseguro.
    • Con el aumento de la edad, los problemas emocionales muestran una tendencia a  persistir.
Si nos centramos en el último peldaño del tipo intrusivo, podemos situar en él a otro tipo de madre que puede ser también depresiva, aunque  quizás de manera encubierta. Se trata de un tipo de madre más expresiva a la que, en cierto grado, le molestan las demandas del bebé y siente hostilidad hacia él, además, puede mostrarle dicha hostilidad cuando lo maneja de manera brusca o sin calidez. Sin embargo, lo más frecuente es que se trate de una persona muy activa y que se relaciona con el bebé de manera poco sensible, obstaculizando, a menudo, las iniciativas del bebé y sin saber captar sus mensajes. Las madres que maltratan a los bebés tienden a situarse en este último peldaño del espectro;
  • Sus niños también son propensos a tener dificultades en su desarrollo, con un tipo de apego inseguro y una manera de relacionarse evitativa o desorganizada.
( Fragmento extraido de: Gerhardt, S.; (2004). El amor maternal: La influencia del afecto en el desarrollo mental y emocional del bebé. Barcelona: Editorial Albesa, S. L.)
Fuente: Padres en apuros

jueves, 13 de junio de 2013

Cómo elogiar / reforzar correctamente y para qué nos sirve

Tenemos la tendencia a buscar fallo, en lugar de los puntos fuertes. Esto nos pasa sobre todo con nuestros hijos,  pero también con la pareja y en el trabajo.
Frecuentemente, nos olvidamos de halagar y elogiar a las demás personas. Damos por hecho que lo positivo es lo normal, o que es su deber hacer las cosas bien. Incluso parece que nos da cierto pudor resaltar lo positivo de los demás y que puedan pensar que queremos adularles.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de elogiar correctamente?
  • Lo más importante a la hora de elogiar es ser sincero, si no, la comunicación no verbal nos delatará y no conseguiremos el efecto deseado.
  • Ten una actitud de búsqueda de lo positivo. Y evita asociarlo a una crítica.
  • Siempre es mejor elogiar la conducta que a la persona, sobre todo, cuando estamos educando a un niño. Le debe quedar claro cuál es la conducta que nos agrada, para que vuelva a repetirla.
  • Tendremos que ser lo más concretos posible.
    • Es mejor decir: “Me gusta cómo has colocado la colcha y lo bien que has estirado las sábanas.”
    • Que decir de manera más genérica: “Has hecho muy bien la cama.”
  • También es conveniente usar mensajes yo, en primera persona, y utilizar un lenguaje emocional.
    • Será más eficaz decirle a nuestro hijo: “Me encanta tu dibujo.”
    • Que decirle: “Has hecho un dibujo muy bonito.”.
  • También es importante que el elogio o refuerzo se exprese en un tiempo próximo a la conducta que nos agrada.
Hasta aquí hemos visto qué nos frena a la hora de elogiar y cuál es la manera más adecuada de hacerlo, pero,  ¿para qué nos sirve elogiar?
  • En primer lugar favorece que caigamos bien y nos convirtamos en personas significativas y de confianza.
  • También, hace consciente al otro, de aquello que nos agrada de él. Es un gran incentivo, más potente que el castigo o la crítica. Aumentando la probabilidad de que se repitan determinadas conductas.
  • El elogio es muy útil si queremos ayudar a potenciar la autoestima positiva y la motivación en el otro.
  • Y, en general, podemos decir, que mejora la calidad y calidez de las relaciones.
Fuente: Padres en apuros


martes, 11 de junio de 2013

Los celos

¿QUÉ SON?
  • Se presentan cuando hay un conflicto para recibir atención.
  • Nos sirve para aprender a tolerar no ser el centro de atención y compartir afecto.
¿QUÉ NO HAY QUE HACER?
  • Evitar las comparaciones entre hermanos.
  • Evitar las culpabilizaciones con respecto al otro.
  • Evitar las responsabilidades exigentes con respecto al otro.
¿QUÉ HAY QUE HACER?
  • La empatía con los celos es muy importante. Tenemos que recoger y comprender los sentimientos negativos hacia el otro.
  • Hay que mostrar atención al niño y dedicarle momentos en exclusividad.
  • Debemos propiciar ocasiones para que el niño colabore con el otro.
Fuente: Padres en apuros


viernes, 7 de junio de 2013

¿En qué notamos que nuestr@ hij@ tiene una baja autoestima?

  • Expresan sus pensamientos de forma negativa y en términos de nunca, todo, siempre, nadie, etc.: “Nunca hago nada bien”, “siempre saco malas notas”, “nadie quiere ser mi amigo”.
  • Piensan y se dicen cosas como: “No sirvo para nada”, “soy un desastre”.
  • Se dejan influir por los demás.
  • Piensan que para que les quieran deben ser los mejores y los primeros en todo, lo que aumenta su nivel de autoexigencia.
  • Piensan que los errores son una tragedia y no se lo permiten.
  • Confían poco en sí mismos, se sienten inseguros.
  • Tienen un gran sentido del ridículo.
  • Temen estar en contacto con otros niños por lo que puedan pensar de ellos.
  • Tienen miedo a equivocarse.
  • Están tristes. No encuentran nada que les motive y se ilusionan con pocas cosas.
  • Si no consiguen ser los mejores se frustran de manera desproporcionada.
  • Por muy bien que hagan las cosas no están contentos con los resultados.
  • No valoran sus capacidades.
  • Tienen una actitud de rechazo a lo que proponen los demás.
  • Aunque pueda parecer que estos niños están muy seguros, detrás de la agresividad suele haber frustración. No saben cómo controlarse ante los ataques de ira.
  • Buscan constantemente llamar la atención para conseguir la aprobación de los demás. Interrumpen para que les presten atención.
  • Son inhibidos y poco sociables.
  • Muestran una actitud agresiva.
  • Se quejan y critican constantemente.
  • Aunque tienen capacidades suficientes no arriesgan, no hacen nada nuevo por si les sale mal.
  • Les cuesta solucionar los diferentes problemas con los que se encuentran, ya que son desafíos nuevos y se bloquean ante ellos.

martes, 4 de junio de 2013

Aprender a hacer reconocimientos

Es importante saber hacer críticas, pero no sólo debemos fijarnos en lo que de los demás nos disgusta. A todos nos gusta que nos resalten nuestras cualidades positivas, por pequeñas que éstas sean, y aunque hacemos muchas cosas bien, no siempre dedicamos a los puntos fuertes toda la atención que merecen.
Nuestros hijos también necesitan saber lo que de ellos nos agrada. Por este motivo, también debemos prestar atención a las muchas cosas que nos parecen agradables y “correctas” de ellos, incluso a las excepciones (por ejemplo, nuestro hijo nunca recoge la mesa, pero hoy lo hizo). Nuestros hijos aprenderán mucho más rápido si resaltamos sus aciertos y valoramos sus logros, por sencillos que éstos sean, porque les motivamos y estimulamos para seguir mejorando. Por eso, debemos dedicar tiempo para conocer sus aspectos positivos y expresárselo en forma de reconocimientos.
Un reconocimiento es un comentario positivo que hacemos a la otra persona, con amabilidad y sinceridad. Con ello, le ponemos de manifiesto con nuestras palabras algunas de sus cualidades más positivas.
Los reconocimientos positivos pueden señalar características naturales (“¡Qué guapa eres!”), sus acciones (“Has estudiado muchísimo!,¡menudas notas me traes!¡” o “gracias por echar una mano recogiendo la mesa”) y sus actitudes (“eres muy cariñoso”). Como vemos, existen muchas posibilidades de expresar comentarios positivos a una persona.
Texto cedido por el IMFEF

jueves, 30 de mayo de 2013

¡¡Puedo conseguirlo!!

¿Qué es la voluntad? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a construirla? ¿Está relacionada con la inteligencia?. En el largo camino que deben recorrer padres e hijos, la voluntad entabla un diálogo, a veces de sordos, entre autonomía incipiente y dependencia necesaria. Su mayor o menor comprensión dependerá, en gran medida, de la capacidad de escucha del adulto y de las oportunidades de construcción de la propia voluntad que el niño tenga en sus primeros años.

"La voluntad no es una facilidad sino la misma inteligencia que se aplica a dirigir la acción para salir bien del paso". El misterio de la voluntad perdida J. A. Marina
A todos los padres nos gusta tener hijos voluntariosos y esforzados. Constantes en lo que emprenden y siempre dispuestos a aplicarse en sus objetivos hasta lograrlos. Aunque deberíamos plantearnos si dedicamos el suficiente esfuerzo a construir en ellos la tan preciada voluntad.
El niño pequeño es un perseverante nato. Él puede repetir y repetir un nuevo aprendizaje tantas veces como sea necesario para su adquisición. De hecho, esa es una de las características principales de todo niño en sus primeros años de vida: repetir y repetir acciones aparentemente sin sentido. Con ello logra dominar nuevas habilidades, adaptándose y respondiendo al mundo que le rodea. Pero esta conducta apenas está dirigida por la voluntad. Es, como dijo la gran pedagoga María Montessori: la misma fuerza creadora que dirige su desarrollo la que vez tras vez permite y alienta la repetición en el niño de corta edad
Durante sus tres primeros años de vida, el niño expresa necesidades que deben ser satisfechas desde el exterior. A partir de los dos años es cuando el niño empieza a mostrar conductas que demuestran una incipiente conciencia de sí mismo. Es a partir de entonces que podemos empezar a hablar de construcción de la voluntad dado que el niño comienza a descubrir su individualidad. Y es con el individuo que surge la necesidad de una voluntad que dirija la conducta.
Nos encontramos entonces con un niño que ha descubierto el "no" como respuesta. Es el período de la "guerra de la cuchara" donde nuestro hijo manifiesta su incipiente personalidad a cualquier precio.

En este proceso constructivo que el niño realiza en interacción con su medio familiar y social, el lenguaje es el vehículo que permite a la madre conducir la conducta desde una dependencia completa a los dictados del adulto a una autonomía imprescindible para el crecimiento.La voluntad del niño se encuentra aún en la etapa de la heteronomía (cuando la voluntad está determinada por algo exterior a ella misma) y debe ser conducida a lo largo de la primera infancia hacia una autonomía que le permita aplicar su inteligencia a lograr lo mejor para sí mismo en todas las circunstancias.
Pero entre los 3 y los 6 años nos encontramos ante un niño que todavía se mueve por esa fuerza inherente que le lleva a la experimentación continua, sin criterios de seguridad o conveniencia, y la necesidad de desarrollar conductas inhibitorias de su propio comportamiento que le permitan renunciar a aquellas actividades que, por medio del aprendizaje, empieza a discriminar como impropias o no convenientes. Y es en este juego de fuerzas internas vitales e inteligentes, que el niño se debate en estos primeros años.

Aprender a hablar le ofrece las herramientas necesarias para que pueda darse el diálogo interno imprescindible para la puesta en marcha de la voluntad. Ese lenguaje, primero usado por los padres y personas que intervienenen su crianza, es el que durante meses ha estado dirigiendo su conducta desde el exterior y que debe ir siendo interiorizado hasta formar parte de su ser ya entrando en los 6 o 7 años.
¿Qué podemos hacer los padres para facilitar esta imprescindible construcción de la voluntad en nuestro hijo pequeño?:
  • Propiciar el juego simbólico con muñecas, disfraces, cochecitos, animales, etc. … Por medio de estos juegos, nuestro hijo podrá ser el papá que le dice al niño: "tienes que lavarte las manos para ir a almorzar", reproduciendo, viviendo a través del juego y, por lo tanto, asumiendo, su propia situación de voluntad heterónoma. Podrá ser también el niño que decide (acto de la voluntad autónoma) ir a lavarse las manos porque es la hora de almorzar. Recordemos que para el niño pequeño, no hay todavía diferencia entre la realidad y la ficción y que las experiencias a través del juego le permiten integrar y comprender las reglas del mundo que está empezando a comprender.
  • Tener paciencia y respetar el desarrollo de nuestro hijo sabiendo que ninguna etapa es eterna. La crisis de oposición que acontece alrededor de los dos años puede ser complicada para los padres, pero para el desarrollo posterior del niño es totalmente imprescindible. Aprendamos a escuchar realmente a nuestros hijos. Evitemos dejarnos llevar por la presión del momento, el exceso de trabajo o la falta de tiempo. Ellos a menudo tienen un ritmo muy distinto del que nosotros llevamos o debemos llevar. Demos espacio al aprendizaje y pensemos que el fracaso lleva a una nueva oportunidad de triunfo si estamos atentos, somos optimistas y estamos al lado de nuestros hijos para ayudar.
  • Estimular un lenguaje comprensivo y abierto, que tenga el diálogo como principio de convivencia. Recordemos que la autoridad y el autoritarismo son cosas muy distintas (ver artículo "Cómo ejercer una autoridad positiva"). Si imponemos siempre nuestra voluntad sobre la del niño retrasaremos o anularemos la aparición de la propia regulación de la conducta.
  • Ayudar al niño a construir el diálogo interno que le va a permitir desarrollar conductas de control de los impulsos, conductas todas ellas imprescindibles para la construcción de la voluntad. En los primeros años es el adulto quien los regula mediante la educación, posteriormente deberá el niño progresivamente asumir el propio control. Como dijo Vigotsky: " El lenguaje, además de permitir al sujeto construir el mundo, le permite tomar posesión de sí mismo". Hablemos con él de las experiencias vividas, de las decisiones tomadas, de cómo se sintió en una situación dada, de cómo se sienten otros niños en situaciones que él conozca… De manera que tenga muchas oportunidades de apreciar que él puede decidir o no hacer cosas mediante el diálogo consigo mismo y que sus actos tienen consecuencias que le afectan a él y a otros.
  • Establezcamos rutinas diarias claras para las actividades cotidianas.A través de ellas será posible ayudar a nuestro hijo a construir su voluntad al tener que asumir como propias decisiones que son buenas para él y para la familia. De estas rutinas derivarán los hábitos, imprescindibles para la consecución del control sobre sí mismo.
  • Ayudemos a nuestro hijo a lograr el éxito en los objetivos que se propone, ya sea lograr subir y lanzarse solito sobre el tobogán o calzarse sus zapatos por primera vez. El camino hacia la independencia es largo y arduo, y los padres debemos estar junto a nuestro hijo ayudándole a alcanzar esos primeros hitos que le permitirán confiar en sí mismo y plantearse nuevos retos cada vez más difíciles. "No es porque las cosas sean difíciles que no nos atrevemos; es porque no nos atrevemos, que ellas se hacen difíciles" (Séneca)
  • Cuidemos de que nuestros hijos controlen sus deseos evitando que los deseos les controlen a ellos. Saber esperar las recompensas y los premios es uno de los ejercicios de la voluntad y de la regulación de la propia conducta más necesarios para el éxito personal en la vida adulta. Y aunque nos sea difícil todavía imaginarnos a nuestro pequeño de cuatro años preparándose para el ingreso a la universidad o dispuesto a trabajar incluso fines de semana para poder ahorrar algo de dinero, ese tiempo llegará y su fuerza de voluntad dependerá, en gran medida, de la cantidad de oportunidades que haya tenido durante su larga infancia de ponerla a prueba.
  • Evitemos darle a nuestro hijo todo hecho. Permitámosle decidir, equivocarse, resolver, probar, tantear siempre que la situación lo permita. Es en esas situaciones en las que él deberá tomar sus propias decisiones (por simples que parezcan) y asumir las consecuencias. ¿Cómo sino podrá tomar sobre sí la responsabilidad de sus propios actos?. Debe empezar por cosas simples como comer solito la sopa o ponerse los calcetines (aunque tarde el triple de lo que tardaríamos nosotros si lo hiciéramos). Eduquémosle en el esfuerzo y en la perseverancia.
Para finalizar, permítanme que les narre este pequeño cuento que sintetiza con claridad meridiana lo que la voluntad supone:
"Dos ranas saltaron dentro de un cubo de nata en una lechera:- Más vale que nos demos por vencidas- croó una de ellas mientras se esforzaba en vano por salir - estamos perdidas.
- Sigue nadando- dijo la otra -, saldremos de alguna manera.
- Es inútil - chilló la primera. Es demasiado espeso para nadar, demasiado blando para salir, demasiado resbaladizo para arrastrarse. Como de todas maneras hemos de morir algún día, mejor que sea esta noche. Así que dejó de nadar y pereció ahogada.
- Su amiga siguió nadando y nadando sin rendirse. Y al amanecer, se encontró sobre un bloque de mantequilla que ella misma había batido. Y allí estaba, sonriendo, comiéndose las moscas que acudían en bandadas de todas las direcciones". (P. Yoganada)


Carmen Herrera García
Profesora de Educación Infantil y Primaria

martes, 14 de mayo de 2013

¿Qué es la Educación para el Desarrollo?

La Educación para el Desarrollo es una aproximación a un aprendizaje cuyo objetivo es construir una ciudadanía mundial. UNICEF la define como un proceso que "promueve el desarrollo, en niños, niñas y jóvenes, de actitudes y valores como la solidaridad mundial, la paz, la tolerancia, la justicia social y la sensibilización ecológica, y que ofrece los conocimientos y capacidades necesarios para promover estos valores y provocar cambios en sus propias vidas y en sus comunidades, local y mundialmente."

La Educación para el Desarrollo se fundamenta en dos movimientos que aparecieron por una parte en los países industrializados y por otra parte en los países en desarrollo. En los años 1970, unas ONG y unas agencias de ayuda, comprometidas en la problemática del desarrollo, empezaron a elaborar material educativo para sensibilizar a los jóvenes de los países industrializados. En aquel mismo período, muchos educadores empezaron, en los países en vías de desarrollo, a contemplar las estrategias locales susceptibles de ayudar a la gente a combatir problemas como la pobreza, la falta de higiene y el analfabetismo. Aquel movimiento fomentaba el desarrollo de nuevas capacidades que permitían a los individuos y a los grupos crear este cambio.

Estas dos iniciativas son las raíces de la Educación para el Desarrollo. Ésta se desarrolló aún más durante los años 80 y 90 debido a tres razones principales:

Han cambiado las ideas sobre lo que es el "desarrollo"

En el pasado, el crecimiento económico muy a menudo se presentó como una prioridad frente a la salud, la educación y la calidad del medio ambiente. Se hace cada vez más claro que los sacrificios a corto plazo en este dominio perjudican el potencial humano a largo plazo de un país, lo que no se puede defender ni aceptar moralmente.


Ha cambiado la índole de los problemas mundiales
Los problemas mundiales son cada vez más complejos. Se han de tener en cuenta las dimensiones sociales, económicas, políticas, tecnológicas y culturales antes de encontrar soluciones a los problemas contemporáneos. Los problemas mundiales son universales. No existe ningún lugar en el mundo que esté fuera del alcance de las preocupaciones ecológicas, de los problemas de justicia o de los conflictos. Por consiguiente, quedan limitadas las posibilidades de evolución de estos problemas en un sólo país o en una sola región.


Han cambiado los valores educativos
La educación del niño debe promover el respeto de los derechos humanos, de las libertades fundamentales y de las civilizaciones distintas de la suya. Debe preparar al niño para que asuma las responsabilidades de la vida en una sociedad libre, en un espíritu de comprensión, de paz, de tolerancia, de igualdad entre los géneros y de amistad entre todos los pueblos. Debe inculcar al niño el respeto del medio natural.


La educación para el desarrollo. Una asignatura necesaria
Las clases que se fundan principalmente en la nación, que se concentran en la historia y la economía de un país, y que acentúan las contribuciones de algunas culturas dominantes, hacen que los niños estén equipados insuficientemente para desempeñar un papel activo en un mundo interdependiente. Una enseñanza que fomenta sólo la competición, que desarrolla la mentalidad del "yo primero", tanto en los contenidos como en los procedimientos, no permite preparar a los niños para los esfuerzos de cooperación necesarios para enfrentarse a los problemas mundiales. La educación puede y debe desempeñar un papel activo no sólo en la transmisión de conocimientos, sino también en la promoción de actitudes y de valores de ciudadanía mundial.


La Educación para el Desarrollo prepara a los alumnos para adaptarse frente a un cambio rápido en un mundo interdependiente, basándose en algunos conceptos globales y utilizando un proceso particular de aprendizaje.

Los padres podemos potenciar los contenidos de la Educación para el Desarrollo. Preguntar a nuestros hijos qué han hecho en la escuela, cómo han tratado o estudiado temas específicos como la solidaridad o la justicia, qué han hecho durante el Día Internacional de la Paz, etc., es una buena manera de otorgar la importancia que merecen esas asignaturas que tantas veces se ven relegadas a un segundo plano por el peso de las matemáticas o las ciencias sociales.

De la misma manera es importante ofrecer una salida a las posibles inquietudes que puedan tener nuestros hijos en temas relacionados con la cooperación y el desarrollo: proponer lecturas o películas adecuadas a la edad de nuestro hijo, ir a ver exposiciones sobre temas relacionadas con otras culturas, conocer los distintos barrios que forman nuestra ciudad, comentar las noticias del día a día u ofrecer la posibilidad de colaborar en alguna ONG, son cosas que podemos hacer para participar de forma activa en ese largo pero fundamental proceso que significa la Educación para el Desarrollo.

UNICEF 

domingo, 12 de mayo de 2013

¿Los premios y los castigos son educativos?

"Si apruebas el examen te compro un regalo", "No, hoy no ves la tele, estás castigado". ¿Te suenan? A veces ya no sabes qué hacer para que tu hijo se comporte de una determinada manera. Es entonces cuando recurres al premio o al castigo, aunque no siempre son eficaces ni actúan de manera inmediata. En todo caso, se trata de recursos que debemos emplear con prudencia para que den resultados.


Tanto los premios como los castigos no tienen una prensa demasiado buena en algunos sectores de población. Ofrecer premios a los hijos es como reconocer un fracaso, es como si, al fallar como educadores, tuviéramos que recurrir al "sucedáneo" de los premios que, más que educar, adiestran.

Los castigos, por el contrario, no suelen dar tanta sensación de fracaso. Incluso socialmente son aceptados como padres responsables aquellos que castigan a sus hijos. De algún modo, se reconoce que el castigo sí es instrumento educativo, para terminar admitiendo que tampoco sirve de mucho porque el hijo tiene unas inclinaciones tales que no hay nada que hacer. Y se le va dejando de castigar y se acepta como irremediable "su manera de ser".

Los premios y castigos son instrumentos eficaces en situaciones en las que el proceso educativo sufre desviaciones, paradas o retrasos. Son situaciones críticas y patológicas en las que el tratamiento habitual que se suministra en el proceso educativo, que son buenas dosis de ejemplos, persuasión y reflexión no surten efecto y es necesario restablecer un cierto equilibrio. Un remedio será pues seguir una medicación adecuada basada en premios y castigos, además, claro está, de actuar en algunos otros frentes.

Premios y castigos, aunque afectan sólo a la conducta externa y, por tanto, pueden no influir en la personalidad íntima, generan un ambiente que facilita la comunicación entre las personas de la familia o mejora las capacidades de la persona. Ambos aspectos son elementos facilitadores de la educación. ¿No es cierto que será más fácil la educación de los hijos si, con ayuda de algún premio y algún castigo, conseguimos que mantengan el orden en sus cosas y usen ciertos modales? ¿No será lo mismo si conseguimos que estudien y mejoren su capacidad de razonamiento?

Retomando el símil de premios y castigos como medicinas, evidentemente su uso no puede ser indiscriminado ni generalizarse. Al igual que cualquier medicamento, es preciso adecuar su administración a la necesidad concreta del paciente y tener en cuenta sus contraindicaciones y efectos secundarios.

En resumen, los premios y castigos son recomendables y adecuados si se usan como medios temporales de obtención de logros y siempre de forma apropiada. Lea, por favor, las instrucciones de uso.

PREMIOS.

Instrucciones de uso.


Tipos de premios:

  • Premios previstos. Son las recompensas pactadas que se ofrecen si se presenta la conducta que se espera. El deseo de conseguirlas ayuda a regular la conducta.
  • Premios imprevistos. Se conceden sin previo aviso como reconocimiento a una conducta deseable. Puede producir efecto en la persona que lo recibe y en las que lo observan. Ambos relacionan las conductas deseables con la recompensa.
  • Premios por entregas. Son los que mantienen el interés más vivo, al concederse puntos o vales acumulables cuando se producen pequeños logros. Al alcanzar una cierta cantidad, se logra el premio.
  • Premios liberadores. Permiten liberarse de alguna tarea desagradable.
Composición de los premios:
  • De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas de los padres, como abrazos, felicitaciones, lugares preferentes en la mesa o en el coche...
  • De base material. Consisten en posesiones materiales, como diversos objetos o dinero.
  • Relacionados con la autonomía. Ofrecen más libertad o autonomía para gestionar el dinero, el tiempo, el espacio…

  • Orientaciones de uso:
  • Definir bien lo que se espera y el premio que se puede conseguir.Luego cumplir lo pactado.
  • Proporcionar premios acordes con el esfuerzo realizado y con las posibilidades razonables de la familia.
  • Plantear la obtención del premio a corto plazo para los más pequeños.
  • Proponer premios alcanzables. Sólo son útiles si se confía en alcanzarlos.
Efectos secundarios:
  • Evitar su uso prolongado y variado porque crea adicción y no se actuará si no es a cambio de premios.
  • Modifica la conducta pero no necesariamente las actitudes y motivaciones, por lo que hay que combinarlos con otras acciones educativas.
CASTIGOS.

Instrucciones de uso.

Tipos de castigos:
  • Castigos previstos. Son las consecuencias desagradables que aguardan como respuesta a una conducta inaceptable determinada.
  • Castigos imprevistos. Son consecuencias desagradables que se otorgan sin previo aviso ante conductas indeseables. Tratan de evitar que se repita la conducta.
  • Castigos con oportunidades. Se ofrece un castigo si se da una conducta, pero se concede la oportunidad de rectificar en dos ocasiones antes de recibirlo.
Composición de los castigos:
  • De base afectiva. Consisten en expresiones afectivas negativas por parte de los padres como reprimendas, amonestaciones, alejamiento físico, silencio, caso omiso...
  • De base material. Suponen pérdida de ingresos, multas, no poder usar algo (TV, equipo de música, bicicleta...) o quedarse sin alguna posesión.
  • Relacionados con la autonomía. Restringen o privan de la libertad de salir, reducen el tiempo de ocio, exigen quedarse inmóvil, prohiben algunas relaciones...
Orientaciones de uso:
  • Elegir los castigos con prudencia. Los castigos han de cumplirse, por lo que un castigo absurdo o que no se cumple produce el efecto contrario.
  • Ser proporcionado a la conducta.
  • Ser severo, es decir, ha de ser verdaderamente desagradable ya que si sólo supone una ligera molestia, se puede acabar aceptando la molestia como un mal menor.
  • Buscar castigos relacionados con la conducta indeseable. Así, por ejemplo, si se es descuidado y se estropean las cosas, se han de arreglar; si la conducta es molesta, se tiene que aislar...
  • Procurar que el castigo se acepte como algo merecido y se entienda que ayudará a mejorar.

  • AVISO IMPORTANTE: NUNCA LOS CASTIGOS PUEDEN ATENTAR CONTRA LOS DERECHOS Y LA DIGNIDAD DE LOS NIÑOS
Efectos secundarios:
  • Pueden aumentar la conducta indeseable. En algunas ocasiones, los hijos buscan llamar la atención de los padres y, al no conseguirlo con una conducta deseable, les basta con que les prestemos atención mediante castigos por las indeseables. En este caso está directamente contraindicado su uso.
  • Si el castigo se ve desproporcionado, injusto o absurdo, puede generar sentimientos de aversión, venganza y resentimiento. Como consecuencia, es probable que no se evite la conducta indeseable. También estará contraindicado su uso en estas circunstancias.
Dejo para el lector la elección del tratamiento más adecuado a las diferentes situaciones que se le presentarán. Y, de todas formas, en caso de duda, consulte a un especialista (profesor o psicólogo), es la persona más adecuada para facilitarle toda la información complementaria.


José María Lahoz García
Pedagogo (Orientador escolar y profesional), 
Profesor de Educación Primaria y de Psicología 
y Pedagogía en Secundaria

viernes, 3 de mayo de 2013

Prevención y control del acoso escolar

¿Se puede proteger a tu hijo para que no se convierta en un acosador ni en un acosado? Pues, claro que sí. Por lo menos, existen algunas pautas que pueden ayudar tanto a la familia como a los educadores y a la sociedad de un modo general, a prevenir este fenómeno. Luchar contra el bullying es una responsabilidad de todos. Cada parte implicada debe cumplir su papel.

El acoso escolar y la familia

Educar es una tarea muy difícil ya que los padres ni las madres son expertos en pedagogía o han nacido ya preparados para educar a sus hijos. Pero la familia se construye y su estado es considerado esencial para la socialización de los niños, a través de la transmisión de valores, normas o comportamientos. La familia es la que tiene que establecer lo que es inaceptable y lo que es aceptable, en casa y en las relaciones sociales. Según los expertos en acoso escolar, la ausencia de reglas, la falta de supervisión y de control razonables de la conducta de los hijos fuera del colegio, de lo que hacen y con quién van, una disciplina demasiado dura, la falta de comunicación y la presencia de tensiones y de peleas en la familia, pueden llevar a los hijos a la adquisición de conductas agresivas.

Recursos familiares contra el acoso


Existen cursos y reuniones en las escuelas de padres y madres que pueden orientar a los progenitores acerca de lo que se puede hacer para mantener alejados a sus hijos del bullying. Se basan, normalmente, en reglas básicas como:

1. Preocuparse por los hijos, hablando con ellos y creando un canal de diálogo. Evitar los monólogos. Se aprende y se conoce mejor a los hijos, escuchándoles.
2. Estar pendiente de los posibles síntomas como nerviosismo, falta de apetito, insomnio, bajo rendimiento escolar o fobia escolar.
3. Controlar y supervisar las conductas de los hijos, observando qué hacen, a dónde van, con quién juegan, cuáles son sus intereses y proyectos.
4. Determinar los límites y las normas. Exigir el cumplimiento de las elementales.
5. Educar para controlar las emociones, para comportarse con los demás y para convivir con otros.
6. Observar los comportamientos, estados de ánimo y cambios en los hábitos de los niños.
El papel de la escuela en el acoso

El tipo de disciplina que exista en las aulas y en el centro escolar es de fundamental importancia en la construcción de una buena conducta. La constante supervisión de la conducta de los niños en las aulas y en el patio, así como en el comedor, cuenta a la hora de detectar si está o no ocurriendo algún caso de acoso escolar. Profesores y cuidadores deben estar presentes y pendientes, siempre.

Actuación de la escuela frente al acoso escolar

En un principio, no cerrar los ojos a la realidad. Establecer reglas para evitar el bullying, mantener un buzón de sugerencias y de quejas siempre abierto, tratar el tema a través de cursos, conferencias o tutorías, poner a cuidadores o vigilantes en el comedor, en el recreo, y en otras zonas de riesgo, introducir y mantener asignaturas de educación en valores, e intervenir de una forma rápida, directa y contundente en el caso de haya alguna sospecha de acoso escolar. En complicidad con el centro escolar, los profesores deben colaborar en la identificación de algún caso, o simplemente estableciendo con sus alumnos unas normas de no agresión.

Las instituciones y los medios de comunicación

Crear y mantener un teléfono público para los niños es una forma de abrir una puerta a sus posibles conflictos. Las campañas anuales de sensibilización también pueden funcionar para prevenir el acoso escolar. En cuanto a los medios de comunicación, sería interesante y muy viable que controlasen más los contenidos que emiten o publican. La sociedad en general debe prevenir y atajar posibles brotes de acoso. Es necesario estar atento y no dejar pasar nada o pensar que todo es normal o se trata de una broma. Cuando un niño se burla, amenaza o pega a otro niño, se debe intervenir para que eso no se repita. Cuando en el patio del colegio alguien se burla del aspecto de otra persona, hay que reprenderle.

Fuente: Guía Infantil 

martes, 30 de abril de 2013

¿Sabes hacer los deberes con tus hijos?

Después de las vacaciones, volver al colegio supone un esfuerzo para todos los niños. Empieza el segundo trimestre y hay que volver a estudiar. El tiempo de ocio se limita de lunes a viernes y se acabaron los juegos. En el mejor de los casos, hoy probablemente no haya deberes por ser el primer día de colegio, pero mañana sí, y los padres volveremos a hacer encaje de bolillos para sacar tiempo y ayudar a nuestros hijos con las tareas de la escuela. 

El acompañamiento de un adulto es importante en las primeros cursos de Primaria y sólo para algunos niños, pero no para todos. Al principio, los niños precisan del apoyo y del conocimiento de ciertas herramientas y trucos de organización que podemos enseñarles. Después, una vez que las hayan adquirido, no necesitarán de nuestra presencia, a menos que quieran consultarnos cómo solucionar alguna dificultad. 

La idea de acompañar a los niños en la realización de sus deberes tiene como objetivo ayudarles a convertirse en alumnos responsables e independientes. 


Es importante establecer con ellos desde el principio, un horario y un lugar para desarrollar la tarea. La distribución del tiempo, la capacidad de concentración y las técnicas de estudio son valores, que debemos ir inculcándoles sobre el terreno. Dependiendo del volumen de trabajo de cada una de las asignaturas y de la capacidad individual para cada una de ellas, así distribuiremos el tiempo para no alargarnos demasiado con una asignatura en detrimento de otra. Esto último está en consonancia con el nivel de concentración que alcance el niño, ya que cuantos menos elementos de distracción tenga a su alrededor (televisión, música, teléfono) más útil será para él la tarea de los deberes y antes podrá terminarlos para dedicarse a otra cosa. 

Y por último, para sacarle el mayor partido al aprendizaje lo mejor es poner en marcha algunas técnicas sencillas de estudio. De nada sirve, perder el tiempo aprendiendo los contenidos de memoria, si el niño no ha entendido nada. Los esquemas y los resúmenes son importantes para asimilar y aprender. Como padres responsables debemos brindar ayuda, no respuestas, herramientas de trabajo, sí, pero no trabajos terminados para acabar antes e irnos todos a dormir. Nuestra dedicación y esfuerzo inicial servirá para que el asunto de los deberes no se enquiste y se dilate en el tiempo convirtiéndose en un incómodo problema familiar. 

Es posible que los padres sobreprotectores, que prefieren hacer los deberes de sus hijos, en el fondo, lo que estén consiguiendo es negar a sus hijos la oportunidad de administrarse, organizarse y ser responsables. En cambio si logramos participar en sus obligaciones, pero sin inmiscuirnos demasiado, lograremos que nuestros hijos adquieran el hábito de estudiar, que es lo que se pretende con los deberes.

Marisol Nuevo.

domingo, 28 de abril de 2013

El destino de los juguetes usados de los niños

De esta imagen, fotografiada en la calle de mi casa, se puede sacar tantas conclusiones... ¿Qué hacen un elefante, un oso y una rana sentados a los pies de unos contenedores de basura? ¿Quién los han puestos allí? ¿A quiénes pertenecían estas criaturas tan tiernas? Algún niño o niña que, en un determinado momento durmió con ellos, les contaba sus secretitos o compartía con ellos sus fantasías... Los años pasan, los niños crecen, superan etapas... y los juguetes acaban siendo sustituidos y abandonados.

Reciclar juguetes o donarlos, mejor que abandonarlos
Aunque la imagen despierte algo de ternura, también da una pena tremenda. Es duro ver que las historias de algunas películas como es el caso de 'Toy Story', también se repiten en la vida real. Te parecerá raro entender eso de que se busca niños para juguetes, cuando normalmente se busca juguetes para niños, ¿verdad? Pero en el llamado 'primer mundo', los juguetes se amontonan en los armarios, estanterías, y en algunas ocasiones como esta, en la calle, abandonados al lado de unos contenedores de basura.

Me imagino lo que "pensarán" este oso, el elefante y la rana. ¿Cuál será su destino? Por lo que se ve, quién los ha puesto allí, no quería echarlos a la basura. Puede que no haya tenido otra opción que dejarlos allí porque a lo mejor intentó donarlos a alguna institución y se lo negaron alegando que no podían acumularlos para encaminarlos a los niños menos favorecidos económicamente. Algunas veces llevé juguetes de mi hija, usados y en un buen estado a una de estas instituciones y me dijeron que no podían retenerlos porque no era época de recogida de juguetes. Sinceramente, me cuesta creer que eso ocurra en el mundo en que vivimos.

Por otro lado, quiero creer que quién han puesto estos peluches allí tuvo el cuidado de no mezclarlos con la basura. A lo mejor lo hizo porque no ha encontrado un contenedor especial para juguetes, ¿verdad? Pensando en ello, creo que no estaría mal que hubiera un contenedor especial, únicamente para juguetes, y que algún servicio público se encargara de reciclarlos y encaminarlos a los niños que no tienen la oportunidad de tener un juguete. No estaría nada mal eso.

¿Qué destino podríamos dar a los juguetes con los que ya no juegan nuestros hijos? Si te surge alguna recomendación me gustaría saberlo. A lo mejor a otras madres y padres también. Algo mejor que dejarlos a la intemperie. Algo que pudiese "salvarlos" del abandono. Creo que podríamos hacer mucho a respecto, ¿no? Bueno, ya me dirás.

Vilma Medina. 
Directora de Guía Infantil

jueves, 18 de abril de 2013

Deberes con los que deben cumplir nuestros hijos

Muchas veces queremos consentir a nuestros hijos, evitándoles que tengan cosas que hacer, como ayudar en las tareas del hogar, pero esto puede hacerles un daño cuando crezcan, porque no valorarán esas actividades ni las sabrán hacer, lo que es muy necesario al crecer. Si les enseñas desde niños, según sus capacidades, a trabajar en el hogar, aprenderán a hacerlo con entusiasmo y a valorarlo.

¿Enseñarles deberes hogareños?
Cuando somos adultos pensamos que muchas cosas serían más fáciles si las hubiéramos aprendido antes, o nos hubiéramos familiarizado con ellas. Siempre es mejor aprender las cosas de pequeño, siendo la responsabilidad una cualidad muy importante, que no debemos retrasar.

Los niños necesitan aprender que en la vida hay cosas que hacer, que aunque no nos gusten debemos hacerlas, así que es mejor aprenderlas y realizarlas con el mejor ánimo posible, como las tareas hogareñas, el cuidado de las mascotas, etc. No se trata de que los hijos hagan todo, sino que vayan aprendiendo y colaborando en el hogar, lo que les será de gran ayuda cuando vivan solos o en pareja.


¿Cómo enseñarles?
Lo primero es enseñar con el ejemplo. Si haces las labores hogareñas con entusiasmo, tu hijo verá que es divertido y con gusto te ayudará, sólo por el deseo de hacerte feliz, aunque eso ocurre si le enseñas a dejar de ser egoísta.

También puedes premiarlo cada vez que te ayude, o decirle “ayúdame a cocinar la torta que te gusta”, o hacer un esquema de puntuaciones donde gane puntos al ayudar, lo que al cabo de un tiempo se transforme en un regalo. El incentivo es muy importante.


¿Todavía está muy pequeño?
A todas las edades puedes enseñarles algo a tus hijos, como por ejemplo, a los 2 años puedes aprovechar sus ganas de imitarte y de ordenar, y enseñarles con juegos que es divertido ordenar lo que se ha utilizado. Ya cuando están un poco más grandes (a los 4 o 5 años), puedes exigirles que realicen pequeñas tareas de las que ellos se encargarán, como limpiar la mesa, o ayudarte a llevar la bolsa del pan.

Ya sobre los 6 años, si les inculcaste el entusiasmo por ayudar, lo harán gustosos, pero en esta etapa la independencia y las ganas de hacer cosas para sí mismos puede ser mayor, por lo que tendrás que aplicar incentivos para enseñarles. Esta es la edad ideal para enseñarles a cuidar de otro ser, de una mascota, a plantar un árbol y a ayudar a botar la basura y doblar su ropa.

En la preadolescencia, si trabajaste bien, podrás tener a un hijo con ganas de ayudar, aunque a nadie le viene mal una recompensa de vez en cuando. Pero también tienes que hacerle entender que es parte de la unión familiar el colaborar para alivianarle el trabajo a los seres amados. Es una forma de demostrar amor el ayudarle a la mamá a colgar la ropa, o al padre a limpiar el coche, por lo que tienen que aprender a pensar en los demás y trabajar para la familia.

Si le enseñas estas pequeñas tareas a tus hijos les facilitarás el trabajo a futuro y les evitarás muchos problemas, ya que se suele repetir lo que se aprendió en la infancia y muchas personas no colaboran en las labores hogareñas, lo que trae grandes conflictos de pareja, o los puede afectar si viven solos y no saben hacer ni las tareas mínimas.

Y tú, ¿les enseñas a tus hijos a participar en el hogar? Recuerda que las tareas del hogar son lecciones de vida.

Fuente: Entre Padres