martes, 29 de octubre de 2013

¿Como se forman los hábitos?

La formación de hábitos y de actitudes de éxito es parte de cualquier programa de liderazgo personal. Nadie nace con ellos. Los adquiere. No le suceden. Son ocasionados. Desde el momento mismo del nacimiento el hombre se encuentra involucrado en un proceso de adquirir hábitos. Estos hábitos no se limitan a lo que el hombre hace. Comprenden también las actitudes.

Formar hábitos es una manera constructiva de enfrentarse a los retos de la vida. A través de estos retos se van descubriendo medios para alcanzar un fin deseado o para resolver un problema satisfactoriamente. Y una vez encontrado ese medio, el hombre va tratando de convertir sus actitudes y acciones en un procedimiento uniforme.

Los hábitos incluyen tanto actitudes como acciones. Una actitud es una inclinación permanente a reaccionar de cierta manera cada vez que respondemos a una situación determinada. Son, pues, hábitos de pensamiento y respuestas emocionales a un estimulo determinado. Es muy importante que adquiramos actitudes positivas, si queremos desarrollar el liderazgo personal. Así ayudará mucho al liderazgo la confianza, el respeto, el entusiasmo, la decisión y la seguridad. 

Así mismo la formación de estos hábitos debe erradicar de la vida posiciones como la de "no puedo", "es imposible", "con este equipo no hay nada que hacer", "no contamos con los medios", ello hemos intentado y no hemos podido", etc.

Fuente: EPYA


Prevención y tratamiento del síndrome de Wendy

Prevención y tratamiento del síndrome de Wendy

Al igual que en el caso del síndrome Peter Pan, también en el síndrome de Wendy la mejor prevención llega desde la infancia. Es en esa etapa cuando comienza nuestro desarrollo social y de la personalidad, cuando se forman los roles asociados a nuestra identidad. Por ello, es muy importante el estilo educativo y las creencias que transmitimos a los más pequeños en esos momentos a través de las normas (la niña pone la mesa mientras su hermano descansa) o mediante los juegos (¿cuántas veces hemos visto a un niño jugar a ser enfermero? En el mejor de los casos son los médicos a los que la enfermera les ayuda a finalizar su exitoso trabajo). Por ello, es importante educar en la IGUALDAD desde la infancia.

Cuidar nuestra autoestima también nos ayudará a prevenir este tipo de trastorno. Una persona con sana autoestima es capaz de revisar su concepto de amor dándose cuenta de que lejos de ser resignación o sacrificio, amar es un medio de obtención de cosas agradables por ambas partes.

Tratamiento del síndrome de Wendy

Acabar con la idea de “si me esfuerzo mucho por ti verás que te quiero y así no me dejarás” es la base de la terapia en el síndrome de Wendy. El objetivo principal de la terapia es que pierdan el temor a ser abandonadas o rechazadas si no hacen todo lo que el otro quiere, ya que, si no se trabaja esta idea irracional, es difícil que lleguen a modificar su comportamiento. Para ello, a lo largo de la terapia se revisa con la paciente en qué otras situaciones de su vida se ha comportado de esa manera con el fin de ayudarle a tomar conciencia de su miedo.

Posteriormente, mediante técnicas cognitivas se trabaja la idea irracional actual enseñándole a ver la relación con su comportamiento, ayudándole a percatarse al mismo tiempo de cómo este miedo no le ayuda a conseguir su objetivo, sino a entrar en un círculo vicioso en el que su miedo se incrementa por la “no exigencia” de atenciones y afecto por parte del otro.

Al mismo tiempo, se debe entrenar a la paciente en habilidades interpersonales como APRENDER A “DECIR NO” Y DELEGAR TAREAS, con el fin de fomentar el principio de equidad en la pareja cuya relación frecuentemente está deteriorada.

Finalmente, el síndrome de Wendy puede no ser tal y enmascarar una necesidad de control al otro (“si yo me hago imprescindible para ti, yo tengo más poder que tú; te controlo). Sólo un diagnóstico exhaustivo puede diferenciar ambos problemas, que llevarán consigo un tratamiento diferente.

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