sábado, 1 de junio de 2013

Los beneficios del deporte temprano

Todos los niños aprenden a caminar, correr y saltar, pero si se favorece la actividad física en edades tempranas, caminarán con más gracia, correrán más rápido y saltarán más alto. Y eso les encanta. Conocen su cuerpo y saben hasta dónde pueden llegar. Y con un poco más de ayuda, materiales adecuados y algo de entrenamiento, las posibilidades que tienen para jugar, hacer ejercicio y divertirse son muchísimas... y los beneficios para su salud, innumerables.

El deporte es mucho más que la simple actividad física y, si se enseña de una forma apropiada y acorde a los intereses de nuestro hijo, puede convertirse en un hábito muy favorable para él. Los padres debemos ser conscientes de que los niños que no practiquen deporte durante la infancia probablemente tampoco lo harán durante la vida adulta.

El ejercicio físico de los párvulos suele llevarse a cabo con miras al desarrollo de la psicomotricidad, la coordinación y el compañerismo. Desde los 3 a los 6 años, nuestros hijos están en la edad del juego y de la gimnasia de imitación, pero su cuerpo todavía no está preparado para soportar ningún ejercicio de potenciación muscular. La actividad física de este periodo estará dominada por el juego y debe:
  • Poner énfasis en adquirir soltura, agilidad, equilibrio, fuerza…
  • Evitar la competitividad y potenciar el compañerismo y la lealtad hacia todos los miembros del grupo.
  • Inculcar desde el principio que lo importante es practicar un deporte, no ser un campeón.
  • Divertir.
Los beneficios del deporte en la salud de nuestro hijo pueden ser múltiples:

Beneficios físicos del deporte

  • Aumenta la resistencia cardiovascular: previene la aparición de enfermedades cardiovasculares.
  • Mejora la resistencia y la fuerza muscular: previene las lesiones musculares.
  • Aumenta la flexibilidad: nuestro hijo será más ágil, más rápido y tendrá menor riesgo de torceduras.
  • Potencia el conocimiento del propio cuerpo.
  • Ayuda a desarrollar mejor y más rápidamente las capacidades de coordinación.
  • Aporta el control de un alto nivel de movimientos básicos que permitirán en el futuro realizar de forma óptima el trabajo técnico deportivo.
Beneficios psíquicos del deporte

  • Ayuda a ganar seguridad en sí mismo, ya que el hecho de ir superando retos anteriores, hace que nuestro hijo se sienta capaz de afrontar otros de mayor dificultad.
  • Contribuye a aumentar la autoestima, ya que nuestro hijo "se gusta a sí mismo" al ver que es capaz de hacer bien, diferentes tipos de movimientos y ejercicios.
  • Favorece la autonomía, ya que nuestro hijo se da cuenta de que es capaz de dominar su cuerpo en el entorno (espacio, colchonetas, obstáculos, saltos, etc.). Ello le hace consciente de que tiene gran capacidad para actuar de forma independiente.
  • Su mejora hace que se sienta valorado por los demás: sus compañeros le llaman para participar en sus juegos, sus profesores le felicitan y sus padres también.
  • Le ayuda a sentirse valiente en diferentes situaciones, tanto físicas como sociales, y eso le da seguridad.
  • Se siente más independiente, capaz de decidir por él mismo cuándo y cómo debe actuar o dejar de hacerlo.
La práctica de hábitos saludables es una de las mejores aportaciones que podemos ofrecer los padres a nuestros hijos. Ya hemos visto que la actividad física aporta muchos beneficios y mejora la salud de la persona. Los efectos negativos del sedentarismo sobre la salud están claros. Un niño que se mueve, que corre, que le gusta nadar en solitario y jugar al fútbol con sus compañeros, es un niño "más sano" que otro que tiende siempre a quedarse sentado, enganchado a la tele o jugando al vídeojuego. Los padres debemos aportar hábitos saludables, propiciar el movimiento y el juego, inventar actividades, dar alternativas a actividades sedentarias, y ayudarles, sobre todo, valorando lo bien que lo hacen y lo contentos que estamos. Seguramente estaremos haciendo una inversión a largo plazo en felicidad y salud. Ellos seguro que nos lo agradecerán.

Escola Esportiva Brafa

"Todo se puede comprar" por Rose Mary Espinosa

Escena de la obra
En temas como la trata de personas para fines de explotación sexual no es raro que sean mujeres quienes levanten la voz y tomen cartas en el asunto, y tampoco es raro que estas tomas de conciencia y estos llamados a la acción muchas veces sean interpretados como muestras necias de conservadurismo, cerrazón o envidia.

Por eso me sorprendió que la obra Si un árbol cae. . . haya sido concebida y escrita por hombres: respectivamente, por el productor Vladimir Peña y el dramaturgo Javier Malpica. Las premisas son crudas y la metáfora escalofriante: el ejercicio forzado de la prostitución se hace de víctimas cada vez más jóvenes, quienes reciben tratos infrahumanos y, una vez que dejan de ser útiles o dejan de cooperar, son desechadas y olvidadas: como árboles en medio del bosque que nadie escucha caer.

Le pregunto a Malpica qué le significó involucrarse con esta realidad como hombre y ’desenmascarar’ los móviles de su género. Él responde que, si bien la obra pretende retratar el sufrimiento de dos mujeres víctimas de la trata, igualmente le permitió ‘descubrir la parte masculina involucrada: esa que apoya o, en el mejor de los casos, ‘no obstaculiza’ o es indiferente a la desaparición de las mujeres y su venta para la prostitución forzada.

El clima generalizado hacia este tipo de realidades estrujantes suele ser de indiferencia y apatía. Por miedo o por costumbre, se silencia y, por ende, se permite y se promueve. Hay quien se cura en salud porque lo considera un fenómeno mundial. Hay quien se cruza de brazos porque, a su juicio, es cuestión de naturaleza humana y siempre ha existido y siempre existirá. Ése es el énfasis en uno de los diálogos del único actor masculino en escena (que desempeña distintos roles) y que exalta, acaso lapidariamente, las prerrogativas y los alcances de los de su clase: los hombres, sean políticos, empresarios, futbolistas o abogados: Las leyes se escriben con nuestro semen, sentencia.

Malpica cree que la trata de personas es, en efecto, un problema de género: Vivimos en una sociedad (evidentemente comandada por la testosterona) donde ideas como ‘todo se puede comprar’, ‘el sexo es siempre placentero’, ‘el sexo vende’, han llevado a muchos hombres a la falsa creencia de que toda prostitución es valida y que tienen derecho a satisfacer sus deseos sexuales siempre que paguen, sin importarles que las mujeres involucradas puedan ser víctimas de trata y estar forzadas a ello.

¿En qué medida el ‘’destino final’’ contribuye a perpetuar y agravar crímenes de esta magnitud? Malpica es tajante: ‘Si así piensan los ‘clientes’ no podemos extrañarnos de que haya quienes hayan dado un paso más allá y, para satisfacer esa demanda masculina, sientan que tienen el derecho de vender, esclavizar, torturar y hasta asesinar a las que ya no ven sino como un objetos de consumo. Uno no puede menos que sentir vergüenza de su propio género.

La obra presenta un formato novedoso y en distintos. La desventura de los dos personajes femeninos (propiciada por condiciones preexistentes como: la violencia intrafamiliar, la marginación y el hecho de nacer mujer) se muestra también como una azarosa, acaso ilusa, elección de papeles dramáticos que terminan por ser roles de vida, en medio del anonimato y el olvido.

Una serie de testimoniales de víctimas de trata en todo el mundo que revelan sus móviles para callar, sonreír y complacer (Aprendí a quedarme callada para que me insultaran menos… a sonreír para que me dejaran de pegar). Un caudal de datos duros, transmitidos por el periodista Javier Solórzano a través de una pantalla (12 millones de mujeres víctimas de este crimen, quienes en los casos más severos son obligadas a atender entre 30 y 50 clientes por día) y el pronóstico de que, en los próximos años, la trata, segundo delito a nivel nacional, por encima de la venta de armamento, supere al número uno: el narcotráfico.

Los pasajes más estremecedores ilustran la pérdida de la inocencia a través de promesas y amenazas, de engaños y traición, incluso por parte de familiares y esposos. Quienes padecen los ultrajes se ven inmersas en dinámicas de sometimiento e intimidación: debilitadas por cuánto se les veja y minimiza, resignadas a morir.

Si no hay más voces de indignación al respecto, es porque se trata de un crimen de género y la sociedad machista está minimizando lo que ocurre. Hay dinero involucrado, por lo que hay mafias y corrupción silencian las voces de aquellos indignados o afectados. La trata de mujeres y niñas existe en nuestro país, y no necesitamos ser ni reporteros, investigadores, sociólogos o escritores para dejar oír nuestras voces solidarias. Podemos empezar al menos con no cerrar los ojos y los oídos a esos árboles que caen.


Rose Mary Espinosa