Tiene el grado de estudios necesario para encontrar un trabajo.
Tiene amigos con los que contar.
No tiene pasado familiar de violencia.
Tiene alternativas, conoce recursos y tiene acceso a ellos.
Tiene una buena autoestima.
Ruptura a disgustos: Se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja.
Ha puesto medios para poner fin a la violencia.
Ha buscado ayuda: psiquiátrica, alcohólicos anónimos, etc…
Ha intentado salvar su matrimonio.
Su decisión ha sido pensada y meditada.
Evalúa que el precio del abuso es demasiado alto para ella y los niños, y decide irse.
Ruptura evolutiva: Abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que es preferible afrontarlos problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante relación.
La violencia se añade a la dificultad de irse.
Tiene baja autoestima
No conoce los recursos.
Tiene dificultades económicas.
Tiene pocas posibilidades de trabajar fuera de casa.
Tiene la responsabilidad de los hijos teme la soledad.
Se siente aislada.
Así pues la experiencia de la ruptura debe haber permitido algunas adquisiciones o aportado respuestas importantes a la mujer maltratada. Por su parte, el agresor, se siente reforzado por el regreso de su víctima (hace lo que quiere, de todos modos ella vuelve siempre). Se siente con autoridad para reiniciar, en algún momento, comportamientos violentos puesto que sabe que la víctima le pertenece.
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