¿Cuándo deben tomarse los antibióticos?
El médico solo prescribe antibióticos cuando la infección es producida por bacterias, los síntomas son moderados o graves, las bacterias responden al antibiótico y la enfermedad no se puede tratar por otros medios.
¿Cómo se prescriben?
Para que el antibiótico haga efecto y destruya la bacteria causante de la infección, tiene que alcanzar un nivel suficiente en la sangre. Este nivel solo se logra si se siguen al pie de la letra las instrucciones que da el médico, y se toma:
- La dosis necesaria.
- Con un intervalo entre tomas adecuado.
- El tiempo preciso.
¿Pueden administrarlos los padres por su cuenta?
No. Solo el médico puede recetar antibióticos, después de explorar al niño y hacer un diagnóstico, y tras evaluar beneficios y efectos secundarios que estos pueden causar.
¿Qué ocurre si se emplean sin ser necesarios?
- Existe el peligro de que produzcan alergias, intoxicaciones por dosis excesivas, destrucción de la flora intestinal y diarreas y, sobre todo, aparición de bacterias resistentes al antibiótico.
- Si no se usan adecuadamente, la bacteria sobrevive y el antibiótico se hace ineficaz para curar nuevas infecciones.
- Según el Ministerio de Sanidad y Consumo, España es uno de los países europeos que presenta más resistencia a los antibióticos.
- No se debería guardar ningún antibiótico en casa para usarlo en otras ocasiones porque los padres no deben automedicar a los hijos, especialmente con antibióticos.
- Si trae más dosis de las recomendadas por el doctor, lo que sobra puede depositarse en la farmacia, en un contenedor especial para recogida de medicamentos.
- No todas las infecciones ni todos los niños con fiebre necesitan tratamiento con antibiótico.
- La mayoría de las enfermedades que sufren los pequeños son de origen vírico y se curan solas.
- Son ineficaces para tratar las infecciones producidas por virus, como resfriados, catarros y gripes, y para las enfermedades exantemáticas (sarampión, varicela, etc.).
- Tampoco curan los procesos de origen alérgico, aunque estos se acompañen de mucha tos, de asma o malestar general.
- No deben darse en caso de dolor de garganta, fiebre o dolores musculares inespecíficos.
- En procesos infecciosos leves hay que dejar que las defensas naturales actúen y los venzan por sí mismas. Posiblemente sólo el 35 por ciento de las enfermedades respiratorias requerirían antibiótico.
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