miércoles, 27 de mayo de 2015

El Rey de la princesa que todo derretia

Había un vez un rey.
El rey tenía una bellísima hija,
la princesa.

Pero existía un grave problema.
Todo lo que la princesa tocaba se derretía.
No importaba lo que fuese;
metal,
madera,
plástico
todo lo que tocaba se derretía.

Debido a esto, todos los hombres le temían.
Nadie se atrevía a casarse con ella.

El Rey estaba desesperado.
¿Qué hacer para ayudar a su hija?

Consultó a todos los magos y hechiceros.
Alguien le dio un consejo,

“Si tu hija toca algo, cualquier
cosa, que no se derrita en sus manos,
ella estará curada.”

El Rey brincaba de alegría.

Al siguiente día,
estableció una competencia.
Cualquier hombre que le diera algo a su hija,
cualquier objeto que no se derritiera en sus manos, podría desposarla
y así heredar el trono del Rey.

Tres jóvenes príncipes tomaron el reto

El primero de los príncipes le llevó una aleación de los más duros metales.
Pero en el momento,
en el que la princesa lo tocó,
se derritió como hielo en fuego.
El príncipe se retiró triste y acongojado.

El segundo de los príncipes trajo un diamante enorme,
pensando que el diamante, por ser la substancia más dura
en el mundo no se derretiría.
Pero al entregarlo,
y una vez que la princesa lo tocó,
se derritió.
El también se fue decepcionado.

El tercer príncipe se aproximó.
Y le dijo a la princesa,
“Mete tu mano en mí bolsillo y siente que hay ahí adentro.”
La princesa hizo lo que le había pedido,
de pronto se puso roja.
Sintió algo duro.
Lo sostuvo en su mano.
Y no se derritió!!!

El Rey estaba inmensamente feliz.
Todo el reino se encontraba regocijado.
Y así el tercer príncipe desposó a la princesa
y vivieron felices para siempre.

Pregunta:

¿Qué fue lo que agarró la princesa en los pantalones del príncipe?






Eran unas M&M’s por supuesto.
“Se derriten en tu boca no en tu mano".

¿En qué estabas pensando?

martes, 26 de mayo de 2015

A una madre es dificil mentir

Federico vivía, en un departamento con Carla.
Ante los ojos de la familia de Federico, Carla solo compartía departamento con Federico… Nadie podía comprobar otra cosa.
Un día, Federico invita a su madre a cenar una noche en su departamento de soltero.
Durante la cena la madre no pudo quitar su atención en lo hermosa que era Carla, la compañera de departamento de su hijo.
Durante mucho tiempo ella había tenido sospechas de que su hijo tenia relaciones con Carla y al verla, la sospecha no pudo sino acrecentarla. En el transcurso de la velada, mientras veía el modo en que los dos se comportaban, se pregunto si estarían acostándose.
Leyendo a su madre el pensamiento Federico le dijo: – “Mamá, sé lo que estas pensando, pero te aseguro que Carla y yo sólo somos compañeros de departamento”
Aproximadamente una semana después, Carla le comenta a Federico que desde el día en que su madre vino a cenar, no encontraba el cucharón grande de plata para servir la sopa.
Federico le dijo que, conociendo a su madre, dudaba que ella se lo hubiese llevado pero que le escribiría una nota, y que la dejaría en un lugar visible en la casa de su madre… en la puerta del refrigerador. Así que se sentó y escribió:

“Querida mama: No estoy diciendo que tú tomaras el cucharón de plata de servir salsas pero tampoco estoy diciendo que no lo hicieras, pero el hecho es que éste ha desaparecido desde que tu viniste a cenar a mi departamento. Con todo cariño, Federico.

“Unos días mas tarde, sobre su escritorio Federico encuentra una nota de su madre que decía:

“Querido hijo: No estoy diciéndote que te acuestas con Carla o que no te acuestas con Carla, pero el hecho es que si Carla se acostara en su propia cama, ya habría encontrado el cucharón de plata para servir sopa, que yo puse bajo sus sábanas. Con todo cariño, Mamá.”

MORALEJA: “A mamá es difícil mentirle”


domingo, 24 de mayo de 2015

Avivar la Llama Interior

Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?

El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.

Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?”

La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.

El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”