Mientras pasa el tiempo, nos damos cuenta de que la forma de demostrar interés es diferente. Los intentos personales se van agotando y también se va desgastando la pareja. Nos damos cuenta de cómo afecta porque los encuentros sexuales se van distanciando, así como la importancia del tema sexual en la pareja.
El mismo día a día hace que la pareja vaya olvidando y dejando atrás los días que disfrutaban con besarse por horas, que jugaban a ir descubriendo el cuerpo de la pareja, así como las diferentes sensaciones que iban apareciendo. Siempre había deseo de más, había gusto por lo que se lograba sentir y se buscaban los momentos y espacios para lograr eso que se siente bien.
Esa pasión del inicio no necesitaba muchos detalles. Generalmente nos dejábamos llevar solo por el momento. Los ideales se van quedando guardados, solo para pasarla bien. Todo eso que se estaba viviendo nos llevaba a tomar las decisiones de continuar juntos, luego de vivir juntos o casarse. Lo que en esos momentos importaba era vivir el presente. Ese presente nos hacía sentirnos como buenas parejas y también los ideales se van quedando atrás.
De primero le damos importancia a ser buena pareja y no ser buen amante. Al vivir juntos van saliendo los ideales y expectativas que teníamos sobre el ser buena pareja y ser buen amante, y ahí lo que nos gustaba ya no llega a llenar y también vemos las diferencias con lo que se quiere que sea la relación ideal o perfecta. Sin embargo, cada uno espera y desea algo diferente de acuerdo a cómo entiende el ser "buena pareja" y "buen amante". Entonces nos cuesta identificar qué se necesita para llegar a ser el perfecto amante para mi pareja.
Muchas mujeres tienen la idea de que un amante perfecto es detallista, caballeroso, y romántico; esta idea viene de las películas y estereotipos sobre la vida íntima en pareja. En la mujer, un hombre llega a ser un amante perfecto cuando demuestra el interés en ella, que no solo demuestre el interés sexual, sino también en quién es ella. La mujer necesita sentir e involucrar más los sentimientos y emociones en la relación que lo divertido y los beneficios que se pueden dar.
Para ser la amante perfecta no es necesario que siempre haya penetración, pero sí tiene que estar presente la pasión. La pasión es el poder llegar a transmitir con la mirada el deseo, el gusto y también el cariño. La pasión se da con el siempre seguirles coqueteando, con la ropa, con las miradas, con el estar arregladas para la pareja, con el no dejar de un lado la picardía que había cuando eran novios.
Si lo vemos desde este punto, no es el cuántas veces se tienen relaciones o que siempre tenga que haber penetración, sino que el hombre ve como perfecta amante a la mujer que logre demostrar que le gusta e interesa su pareja, la mujer que no tiene miedo de jugar y disfrutar con besos, caricias y complicidad; les gusta que la mujer sea segura de su sexualidad y lo demuestre. Les gusta poder compartir con ellas la sexualidad sin inhibiciones ni tabúes.
Si lográramos ver estos dos intereses y puntos, sabríamos identificar que el estar en pareja y ser buenos amantes no solo es el decir frases bonitas o ser buena ama de casa, sino que va con el demostrar una entrega completa, en todas las facetas de la pareja y momentos. En la cama la entrega tiene que ser igual que las demás áreas, porque es ahí donde la fuerza y complicidad de la pareja se forma, ya que los hace sentir más unidos y también se refuerza lo que cada uno siente.
Psicología y Sexualidad
Licda. Psicología Clínica
Conferencista en temas de Sexualidad
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