La dinámica familiar, es decir la manera de relacionarse, la forma de afrontar las situaciones y las prioridades de la familia, influye de manera determinante en el comportamiento de cada uno de los miembros, quienes imitan y reproducen todo lo que han observado especialmente de los padres y de los hermanos mayores.
El trato que los padres tengan y la atención especial que le den a cada uno será la pauta que pongan para que los demás imiten dicho modelo.
Cuando en las familias de hijos únicos nace un hermano, en ocasiones el mayor puede sentirse "desplazado" por el menor, lo cual puede provocar rivalidad y celos. Es muy importante que los padres tengan el cuidado de darle igual o incluso más atención al mayor de lo que lo atendían antes que naciera el hermano. Además pueden motivarlo para que se involucre en el cuidado del nuevo integrante de la familia.
En otros casos, cuando hay dos hijos y nace un tercero, probablemente el mayor asumirá con madurez el nacimiento del bebé y tomará una actitud responsable para cuidar y apoyar a los padres. Mientras tanto el segundo hijo se sentirá desplazado y no sabrá qué rol asumir en la familia. Por lo tanto, es muy valioso involucrarlo de manera positiva en el cuidado del bebé y darle tiempo y atención especial.
¿Qué es lo que usualmente ocurre para que empiecen a llevarse mal? ¿A qué edad?
Cuando los niños perciben que su individualidad y su espacio están en peligro, tratan de reclamar por sus derechos. Por ejemplo, entre los 2 y 3 años, se da la etapa del egocentrismo, lo cual significa que todo lo que tienen a su alrededor lo quieren para sí mismos. Es necesario ayudarles a identificar que pueden experimentar con ello, pero no es de ellos y deben respetar las pertenencias de otros.
En las familias donde hay niños menores y hermanos adolescentes, generalmente los mayores reclaman su privacidad y les molesta que cualquier otra persona traspase la línea de su intimidad. En los casos que aún no son adolescentes, pero los mayores son cuidadosos con sus juguetes y pertenencias y los menores no lo respetan, también puede surgir cierta dificultad en la relación.
Para evitar estas situaciones, sería conveniente que existan objetos (juguetes, libros, muebles, etc.) que tengan un único dueño y él sea el responsable, que esté claramente identificado el lugar para guardarlo, etc. Sin embargo, también habrá un espacio y otros objetos comunes, en los que todo lo que esté allí será de todos y cada uno deberá aprender a compartir, cuidar, ceder y pedir.
¿Qué podemos hacer como padres para que la relación entre ellos sea la mejor?
El tiempo que les dedique a sus hijos es el mejor regalo que les puede dar. La atención y satisfacción de sus necesidades particulares ayudarán a la formación de una personalidad equilibrada y segura.
Es necesario que los padres se esfuercen por observar y atender individualmente a cada uno de sus hijos; puede establecer en su agenda de la semana un tiempo inamovible para realizar determinadas actividades con su hijo, puede empezar con 15 minutos a solas (sin interrupciones de celular, hermanos, etc.) En ese tiempo su hijo sabrá que tiene toda su atención y podrán decidir juntos si van a jugar el juego que tanto les gusta o que tanto le cuesta, si van a platicar, si leerán, si saldrán al parque, le enseñará a montar bicicleta, cocinarán o realizarán la actividad que su hijo necesite en esa etapa de crecimiento.
Por otro lado, también es valioso que los padres se involucren en el juego de sus hijos en conjunto, para modelar alternativas en la solución de conflictos, para ejemplificar valores como la perseverancia, dedicación, alegría, sinceridad, etc. De esta forma, sus hijos también disfrutarán y aprenderán en su compañía.
También puede reajustar sus quehaceres y trabajo para que sus hijos le acompañen; por ejemplo, cuando haga mandados, puede llevar cada vez a un hijo diferente, puede preparar la cena para todos de manera alegre cada día con un hijo; de esta forma está compartiendo actividades cotidianas, pero las está haciendo con el objetivo de compartir tiempo de calidad.
¿Cuáles son los errores más comunes que cometemos como padres?
Confundir la idea de "darle a todos lo mismo". Muchos padres aseguran que tratan a sus hijos por igual comprándoles las mismas cosas o promoviendo oportunidades iguales. Esto no siempre es necesariamente positivo, ya que cada hijo tiene necesidades diferentes y específicas que se deben atender. Por ejemplo, los padres deciden meter a los dos hermanos a clases de pintura, sólo uno de ellos tiene la habilidad para lo artístico, cuando el otro tiene agilidad para el básquetbol. Al darle a los dos "lo mismo", no necesariamente se está aprovechando el potencial que tiene cada uno en lo individual.
Conforme los hijos van creciendo en edad, los padres deben favorecer la independencia, por lo que según la capacidad será lo que podrán exigir de ellos, siempre respetando las características que lo hacen único.
¿Es natural que los varones se lleven mejor entre ellos que con las hermanas?
Esto depende mucho del patrón que los padres hayan establecido con los hijos. Si ellos promovieron el juego participativo y solidario entre todos y no marcaron diferencia entre los juegos de "niños" y los juegos de "niñas", ambos podrán jugar sin problema alguno.
La personalidad e intereses que cada uno manifieste sí podrán ser diferentes y, según sea la preferencia de los hermanos, podrán ser más compatibles unos con otros.
María Isabel Fernández
Psicología Niños
Licda. Psicología Clínica
Magister en Asesoramiento Educativo Familiar
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