viernes, 25 de julio de 2014

Educación sexual en casa

Tengo una niña de 7 años, que empieza a tener muchas dudas de la sexualidad, quiere tocarme mis partes privadas por curiosidad. Quisiera saber exactamente como hablarle y cuanta información necesita, pues no quiero darle ni mucha ni poca, sino justo la necesaria para su edad.

La sexualidad infantil se expresa de diversas maneras. Casi todas las niñas y niños juegan a conocer su propio cuerpo, muestran inquietudes sobre el amor, los besos, cono nacen los niños y qué pasa cuando los adultos están solos. Estas son inquietudes que requieren una adecuada participación e información por parte de los papás. 

En este caso, conocer el cuerpo adulto tiene una función importante en la infancia: la diferenciación de lo que es ser "pequeño" y ser "grande". Lo que lleva al niño a querer explorar estas diferencias observando y tocando, preguntando sobre cada parte y queriendo compararlas.

Cuando se presenta esto con hijos pequeños, lo ideal es explicar qué es cada parte del cuerpo. Pero explicando que tanto niños como adultos los tienen, la diferencia está en que cuando se llegan a los 12 años estos empiezan a crecer, hasta llegar a tener casi la misma forma y tamaño de las de mami. Luego aprovechar a platicar sobre la privacidad e intimidad del propio cuerpo, y cómo éste también debe de cuidarse y respetarse, que nadie lo puede tocar y nosotros no podemos tampoco tocar las partes privadas de los demás.

La información que se debe dar a los 7 años dependerá de qué tanta curiosidad o preguntas esté exteriorizando. Generalmente en los colegios, a estas edades, ya les han enseñado un poco sobre el cuerpo; es bueno trabajar en conjunto, averiguar sobre los temas que se hablan en clase, para reforzarlos en casa.

Siempre es bueno tener libros de educación sexual en casa, hay variedad dependiendo de las edades. Para que estos funcionen bien hay dos formas de utilizarlos. Uno es que entre las dos vayan hojeando el libro, y así las dos aprenden. La otra forma, es dárselo a ella para que cuando surjan dudas las pregunten, y así usted, con otro libro de educación sexual para papás, le puede ir dando más información.

Otra forma divertida, sería tomar un tema al azar, hacer que ella lo lea y luego se lo explique a usted como si ella fuera la maestra. De esta forma se sabe cómo es que ella está tomando esta información.

Si ella empieza con preguntas o dudas, lo que siempre hay que tener en mente, es devolverles la pregunta. Es decir, preguntar qué es lo que ellos saben o suponen del tema, así solo corrobora, o da una idea de la información. Otra pregunta clave es saber dónde escucharon esa pregunta, o por qué la duda. Es una forma de poder ir guiando la información que ellos necesitan.

Lo importante en la educación sexual en casa, es que no se vea como tema prohibido, malo o negativo, ya que esto crea represiones y más curiosidad. Lo mejor es, como papás, estar informados antes de que ellos lleguen con preguntas. Y siempre crear un ambiente de confianza y respeto para hablar de todos los temas.

Yoshi Alcalá
Psicología y Sexualidad
Licda. Psicología Clínica
Conferencista en temas de Sexualidad

lunes, 30 de junio de 2014

El autoelogio

El autoelogio es una manera de hablarte positivamente.

Es una forma de contemplarte y de reconocer tus actuaciones adecuadas.

No hace falta, ni es necesario que lo hagas en voz alta y en público; serás sancionado y duramente criticado.

La autoestimulación puede ser más poderosa en sus efectos que la felicitación o el elogio que viene de afuera.

Permite el fortalecimiento de la autoestima, genera buenos hábitos de higiene mental y, lo más importante, ayuda a que la conducta autoelogiada se siga dando en el futuro.

Parecería que la sociedad considerara el autoelogio como dañino, inútil o superfluo: el ego no debe alimentarse mucho y el deber no necesita felicitaciones.

De dónde provienen estas absurdas e irracionales ideas? Por lo general se considera que es más digno dar que recibir y es más importante el otro que uno.

El autoelogio reprenta la máxima expresión de "yo con yo" . Como decía un personaje de Mafalda: "Para mí lo más importante soy yo" .

El amor dirigido a uno mismo es visto como "egolatría" y el amor dirigido a otros como "altruismo". Sin embargo, el quererse también puede ser visto como amor propio y como un acto de dignidad.

¿Llevaste a cabo bien tu deber?, ¡Felicítate!¡Regálate un "muy bien"! Tu principal deber es para contigo.

¡Date un abrazo! Si tu diálogo interno es el de la obligación absoluta, no te sentirás con el derecho de elogiarte. Lo vivirás como un acto de cobardía, dejarás de lado el placer de colocarte medallas cuando tu esfuerzo te acerque a las metas personales.

De todas maneras no está de más que intentes ser cortés contigo mismo, elogiando las cosas materiales que realmente te agradan. Admira las cosas materiales que te rodean y te pertenecen. ¡Felicítate por tenerlas!. Puedes involucrarte en tus propios autoelogios. "Esta camisa me queda bien" "Definitivamente mi casa muestra que tengo buen gusto" "Hoy estoy muy bien vestido" "Sé elegir muy bien a mis amistades", etc.

La autoexpresión de sentimientos positivos nos hace sentir bien, sencillamente porque es agradable el buen trato.

Autoelogiarte por lastimar a alguien, sacar una mala nota o traicionar a un amigo, no te conducirá sino a la autodestrucción.

Finalmente, el autoelogio tiene ventajas que le son propias: es rápido, económico, se puede aplicar cuando y donde uno quiera, no se ve (pero se siente), no es criticable, es de uso exclusivo personal y utilizado con cautela no se desgasta.

Tienes el derecho a la autoexpresión de sentimientos. El lenguaje encubierto es una de las tanta vías de acceso a quererte.

No obstante, hemos sido educados en una cultura que predica el amor hacia los demás y condena el amor propio, olvidando que el primer requisito para querer a otra persona es que cada uno se quiera primero a sí mismo.

Walter Riso

lunes, 23 de junio de 2014

Etapas posteriores a una ruptura de pareja

Frente a una ruptura sentimental suelen aparecer diversas emociones como la tristeza, el enojo, la angustia, la frustración, la ira y la culpa, entre otras. En ocasiones puedes sentir que te encuentras en una montaña rusa emocional en la cual existen días mejores y otros no tan buenos.

Debes tener claro que, al terminar la relación con tu ser amado, atravesarás por un proceso difícil y cambiante que te puede hacer pensar que nunca podrás superarlo; sin embargo, debes tener la certeza de que tarde o temprano lo conseguirás con éxito.

Me gustaría mencionar distintas etapas que podrías atravesar al enfrentarte a una ruptura. Éstas no tienen por qué darse en un orden determinado, ni durar cada una la misma cantidad de tiempo, incluso pueden llegar a solaparse.
  • Estado de shock o impacto: durante estos momentos atraviesas una sensación de paralización e incredulidad a lo sucedido. Te cuesta definir realmente cómo te sientes, puede aparecer una dificultad para conciliar el sueño y pérdida de apetito. Otro de los síntomas posibles es la ansiedad o intranquilidad que te impide concentrarte en tus actividades.
  • Negación: te cuesta aceptar que la relación realmente ha terminado y mantienes una fuerte esperanza de que las cosas podrán solucionarse.
  • Tristeza profunda: aparece un fuerte sentimiento de vacío, desánimo y se tiene la sensación como si te faltara una parte del cuerpo. Esta tristeza no solo la provoca el extrañar a la persona sino también el sentimiento de fracaso del proyecto que se tenía como pareja. En esta etapa debes estar al tanto de si tu tristeza comienza a convertirse en depresión, ya que en este caso es mejor buscar ayuda profesional.
  • Culpa: comienzas a pensar acerca de qué fue lo que falló y sueles hacer un juicio poco objetivo culpándote a ti mismo y teniendo remordimiento por todo aquello que hiciste mal o todo aquello que dejaste de hacer. El aspecto positivo que puede dejarte la culpa es que contribuye a que reflexiones sobre aspectos a mejorar como persona, pero la parte negativa es que puedes llegar a culparte de manera poco ecuánime.
  • Enojo: el que aparezca este sentimiento es totalmente normal e incluso hasta sano, siempre y cuando no te lleve a actuar con venganza o violencia.
  • Aceptación y reconstrucción: se acepta definitivamente que la relación se ha terminado y se comienza a invertir toda esa energía que estaba concentrada en el duelo de la relación hacia uno mismo. La persona nuevamente centra la atención en sí misma y en sus necesidades, mejorando su autoestima y confianza en sí misma.
Regina Vides
Psicología de Pareja
Licda. Psicología Clínica
Magister en Terapia Familiar y de Pareja (España)