jueves, 9 de mayo de 2013

Cuarto Paso de los Alcohólicos Anónimos

“Sin miedo hicimos un minucioso inventario moral de nosotros mismos”.

El cuarto paso discute el esfuerzo que hacen los alcohólicos para descubrir cuales son y han sido sus debilidades.

Cuando el alcohólico se convence que tiene problemas emocionales empieza a corregirlos con la ayuda de un padrino.

Antes de entrar en detalles sobre el inventario el alcohólico debe identificar cual es el problema principal.

El problema se identifica haciendo un análisis de cuál ha sido la causa que ha herido a otras personas y a ellos mismos.

Uno de los problemas que los alcohólicos enfrentan es que al hacer ese inventario se sienten culpables y se llenan de odio hacia ellos mismos.

Sienten que la única manera de ser feliz es olvidándose del daño que le hicieron a otros y por eso se sienten ofendidos por el inventario sugerido por alcohólicos anónimos.

Otra excusa que tienen los alcohólicos, es que en su percepción, los problemas de ellos son causados por la manera como los tratan otras personas.

Ellos dicen que si los trataran mejor ellos no tendrían tanto problema.

Justifican su indignación basados en el comportamiento de otras personas que los rodean.

El papel del padrino en el cuarto paso es muy importante.

El padrino le aconsejará al alcohólico que escriba en el inventario no solo debilidades o defectos del carácter pero que escriban también algunas virtudes que tienen.

Además el padrino les dice que ellos no son los únicos que poseen defectos de carácter ni sus defectos son más numerosos ni peores que los que tienen el resto de los alcohólicos.

Es muy probable que los alcohólicos en este paso necesiten mucho del apoyo de sus padrinos para ser consolados.

Muchos de ellos se cerrarán y no querrán hacer el inventario pues su orgullo no los dejará.

Antes de trabajar el cuarto paso los alcohólicos creían que las circunstancias los impulsaban a beber.

Por esta razón empezaron a beber de forma desenfrenada y hasta que no hicieron el inventario no cambiaron su manera de pensar de que eran ellos y no las circunstancias externas a ellos las que los hacían beber.

Una vez trabajaron el cuarto paso comenzaron exitosamente el proceso de superar el sentimiento “culpa”.

Los alcohólicos tienen mucha dificultad para admitir que ellos tenían muchos defectos pues eso les causa mucho dolor y humillación.

Necesitaron mucho de su buena voluntad para adquirir esa humildad para aceptar sus defectos.

Un consejo que se les da a los alcohólicos en este cuarto paso es utilizar la lista universal de los siete pecados capitales.

Soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

No es casualidad que la soberbia encabece esta lista.

Porque la soberbia, conduce a la auto justificación la cual causa la mayoría de las dificultades humanas y es el principal obstáculo al verdadero progreso.

Al llegar al cuarto paso, es probable que el alcohólico haya sacado algunas conclusiones con respecto a sus defectos de carácter y los hacen razonar sobre los instintos descarriados que causan su forma de beber y otros fracasos en su vida.

Fuente: Psicologicamente hablando

miércoles, 8 de mayo de 2013

El campo de concentración

El país entró en guerra. Fue una contienda larga y cruel. Defendiendo su patria, combatieron en ella, forzados por las circunstancias, dos jóvenes. Al final de la guerra, fueron prisioneros en un campo de concentración. Tras dos años de cautividad, los liberaron, y cada uno reemprendió su vida en un lugar diferente del país. Pasaron diez años y un día se reencontraron.

-¿Qué tal, amigo mío? -preguntó uno de los hombres al otro. -Estoy bien, pero no he podido olvidar todo lo que pasamos, ¿y tú?

-Nunca se olvida una cosa así, pero ya la he superado.

-Yo no. Sigo lleno de odio hacia nuestros carceleros. No hay día que no los odie con toda la fuerza de mi ser.

-¡Oh, amigo mío! Lo malo no es sólo los dos años que estuviste en el campo de concentración, sino los otros diez que has seguido preso.

Extraído:
“El libro de la Serenidad” 
Ramiro Calle

Comentario

Cuando el pensamiento es víctima del odio, los celos, la envidia, la malevolencia y la ira, la persona vive en su propio y férreo campo de concentración psicológico. El pensamiento de odio, curiosamente, nos ata a la persona que odiamos, sufrimos por ella, cuando hay cosas realmente esenciales por las que padecer. Es un doble mal negocio: el odio en sí mismo, tan corrosivo psíquicamente, y el sufrimiento que experimentamos justo debido a la persona que odiamos. Representa un considerable avance por la senda hacia la paz interior superar el odio, perdonar las ofensas y heridas, tender puentes de reconciliación y no quedarse prendido en el afán de venganza.

Tercer paso de los Alcohólicos Anónimos

El tercer paso de los alcohólicos enfrenta a la persona con una puerta que aun se encuentra cerrada bajo llave y la decisión de abrirla está en sus manos.

Ellos tienen la llave que es continuar trabajando en la fe que aceptaron tener en el segundo paso.

El programa de los doce pasos requiere una actitud positiva la cual elimine esa oposición a creer en la no existencia de un Poder superior.

El tercer paso trabaja en llevar a cabo esa acción de creer sin dudar.

Este paso a muchos les parece difícil y a algunos imposible.

Sin embargo una vez se toma la decisión de abrir esa puerta, sabemos que dependerá de nosotros volverla a cerrar.

La diferencia ahora está en que tenemos la llave para abrirla de nuevo.

El tercer paso, difícil pero no imposible

Para muchos alcohólicos este paso es muy difícil de tomar pues ellos saben que al abrir esa puerta de la fe están poniendo su vida en manos de un Ser Superior y está renunciando a su voluntad para hacer lo que ellos quiere.

Sienten que están perdiendo su independencia pero al mismo tiempo piensan que no hay otra salida para dejar de beber.

Su instinto de independencia les dice a gritos que no pierdan su voluntad pues se van a convertir en un cero a la izquierda.

Su ego se siente herido y tratan de muchas maneras de resistirse a entregar su voluntad a algo que es intangible como lo es el Ser Superior.

Examinemos por un momento esta idea de la dependencia de un factor externo a nuestra voluntad.

Tercer paso, las dudas asaltan al alcoholico

Los alcohólicos dudan en este paso pues sienten que nunca más van a gobernar su vida como lo han hecho hasta ese día.

Sin embargo una voz interna les dice que al poner su independencia en las manos de Dios su inteligencia y su lógica van a estar respaldadas por una fuerza extraordinaria que apoyará la de ellos propia para dejar de beber.

El alcohólico se enfrenta a la realidad y se da cuenta que su vida hasta ese momento ha sido horripilante, se miran al espejo y se asustan con su imagen.

Se ven rodeados de gente llena de ira o de temor hacia ellos.

Es ahí en el momento que la teoría de la autosuficiencia no tiene valor.

Sienten que esa autosuficiencia los llevará a la ruina total. Ahí es donde admiten su derrota y toma la decisión de poner sus vidas y su voluntad en manos de un Poder Superior.

Es ahí cuando se dan cuenta que la palabra dependencia que ellos tanto han rechazado es lo peor que existe para ellos.

Ellos dependen del alcohol y esa dependencia emocional es tan grabe y tan negativa que les causa mucho daño y no les trae ningún beneficio a sus vidas ni a las de sus familias.
La dependencia al alcohol se convierte en algo insoportable

Se dan cuenta que la dependencia al alcohol es insoportablemente dolorosa y dañina y que el depender de un Poder Superior no les producirá resultados negativos, todo los contrario los ayudará a no tomar más licor.

A partir del tercer paso, el alcohólico tiene que hacer ciertas decisiones para poder trabajar los otros pasos. Ahora debe cultivar su voluntad de seguir adelante.

Debe esforzarse y sujetarse a la voluntad del Poder Superior.

Una vez que el alcohólico llega a ciertas conclusiones de someterse a la voluntad de Dios y sujetarse, se le hará más fácil practicar el tercer paso.

En los momentos de desesperación emocional deben pedirle al Ser Superior tranquilidad y en la quietud de sus habitaciones pueden repetir la oración de la serenidad:

“Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia. Hágase tu voluntad y no la mía”.