martes, 8 de octubre de 2013

No Bromear Con el Maltratador

Algunas Víctimas, a veces intentan bromear con el Maltrato haciendo comentarios graciosos, como una forma de ignorarlo o para buscar alguna clase de complicidad con el Maltratador. Sin embargo, ello no sólo no suele evitar el problema sino que incluso suele reforzarlo, ya que quien responde con bromas ante una agresión da lugar a entender que no se respeta a sí mismo como persona o, incluso, al propio Maltratador. Ante el Maltrato jamás debe bromearse, ni siquiera la propia Víctima.

Por ejemplo, es el caso del niño que se hace el gracioso tras ser insultado o amenazado por un compañero de colegio. Ello puede hacer que éste parezca más despreciable, ridículo, etc. y, por lo tanto, más merecedor de recibir "castigo" correspondiente.

Fuente:
Campaña Por La No Violencia Contra Las Mujeres


domingo, 6 de octubre de 2013

Concientización sobre el cáncer de mama


La mejor forma de detectar temprano el cáncer de mama o de seno es mediante una mamografía. Si usted tiene entre 50 y 74 años, asegúrese de hacerse una mamografía cada dos años.

¿Cuáles son los síntomas del cáncer de mama?
En sus etapas iniciales, el cáncer de mama es muy pequeño para que se pueda sentir y no causa signos ni síntomas. Sin embargo, a medida que crece se pueden presentar cambios en la apariencia o la sensibilidad de las mamas. Entre los síntomas se incluyen:

  • Aparición de un bulto en las mamas (senos) o debajo del brazo (axila).
  • Endurecimiento o hinchazón de una parte de las mamas.
  • Irritación o hundimientos en la piel de las mamas.
  • Enrojecimiento o descamación en el pezón o las mamas.
  • Hundimiento del pezón o dolor en esa zona.
  • Secreción del pezón, que no sea leche, incluso de sangre.
  • Cualquier cambio en el tamaño o la forma de las mamas.
  • Dolor en cualquier parte de las mamas.

Aportación:

sábado, 5 de octubre de 2013

¿Qué pasó con la ilusión?

¡Qué bonito cuando empiezas una relación de pareja! Miles de ilusiones te rondan en la cabeza. Todo es bonito. Vives flotando. Te arreglas sólo para él. Siempre estás con la ilusión de verle. No ves el momento en que podáis estar juntos, cada vez queréis veros más. Todo son palabras bonitas, caricias, besos…Ilusiones. Vives con la ilusión de vivir juntos, de veros cada día, a cada minuto, de poder compartir todo en la vida con él.
…Llega el día tan deseado, ¡por fin os vais a vivir juntos! ¡Qué ilusión! Durante un tiempo (por poner ejemplos, pondremos dos semanas – que puede variar según la pareja – algunas algo más, otras algo menos, depende de la pareja), todo es más o menos como lo habíais imaginado: besos, caricias, sexo, dulzura, ilusiones
Pero llega un día en que tenéis vuestra primera pelea desde que vivís juntos. Y notas que algo es distinto, que algo ha cambiado. Te preguntas cómo un ser tan cariñoso, dulce y romántico puede, en cuestión de segundos, cambiar tanto. ¿Cómo puede transformarse en “esa criatura” tan distinta a tu amado? ¿Dónde está, dónde se ha metido? Te sientes mal, pero lo que te duele no son sólo las palabras, lo que más te duele es de quién vienen. No te puedes creer que, de esa boca que tanto te gusta y que, hasta ahora sólo habían salido cosas bonitas, hayan salido tantas barbaridades. Porque cuando no vivíais juntos alguna vez pasó algo parecido (o peor), pero él se iba a su casa y tú a la tuya, al rato te llamaba y…. ¡PUF! Ya desapareció todo. Pensabas que eso cambiaría cuando vivierais juntos, porque “esas discusiones de antes eran solamente porque os deseabais tanto que la sola idea de veros lejos os atormentaba”…. :

Creías que eso cambiaría al iros juntos a vivir. Lo pasas mal y te preguntas qué pasó, por qué no ha cambiado tras vivir juntos. Pero llega la reconciliación y, al igual que antes pensabas que era el fin del mundo, que todas tus ilusiones se habían desvanecido, ahora piensas justo lo contrario: te invade la alegría, el sol vuelve a salir y todo vuelve a ser bonito. No le das importancia a lo ocurrido anteriormente y piensas, incluso le justificas: “Todo el mundo tiene un mal día”. Te culpas tú misma porque “tú le has provocado, le has hecho perder el control… ¡Te has pasado! ¡Con lo bueno que es!
Pasan días y todo va “a la perfección”, pero vuelve a ocurrir. Otra pelea, esta vez más fuerte que la anterior. Le pides, por favor, que pare porque te está haciendo daño. Pero no. La cosa sigue. Le buscas, quieres que termine ya y lo único que consigues es que se enfurezca más aún. Te gustaría saber qué ha sido lo que ha provocado la discusión para que se encolerice de tal manera. No encuentras la respuesta, lo que escuchas es que TÚ has dicho o hecho esto o lo otro. Entonces piensas que no merece la pena seguir. Piensas que tus ilusiones, ciertamente se han marchado. Te quieres armar de valor e irte de casa, piensas que es pronto para semejantes cosas y aún estás a tiempo… Algo te lo impide. Sabes que ya no le tendrás, que le echarás de menos. Piensas que sin él no podrás vivir y que todo cambiará.
Decides quedarte y darle otra oportunidad. Por fin os reconciliáis y se olvida todo. Otra vez sale el sol y cantan los pajaritos “¡Pero si es muy bueno, lo que pasa es que todo no le va a sentar bien! Es humano y tiene derecho a equivocarse. Es que para aguantarme a mí…
Vuelven a pasar los días y, ¿a que no sabes? Sí, eso que estás pensando: ¡Otra pelea! ¿Y ahora, cuál es el motivo? Según tú, “la convivencia, que es muy dura… ¡Si él es muy bueno!” Otra vez la misma operación: te culpas tú.
Cada vez las peleas son más frecuentes, el motivo da igual, la cuestión es pelear.

Te paras a pensar y caes en la cuenta de que cada pelea termina porque TÚ pides perdón, eres la única que cede en la relación. Él nunca lo hace, al contrario, si puede seguir culpándote, no duda en hacerlo. Te preguntas cuántas oportunidades le has dado ya… son muchas. Te preguntas hasta cuándo la cosa seguirá así. Te preguntas si es es normal o es maltrato. Descartas esa idea rápidamente porque es imposible que tu amado sea un maltratador. “Él no es así”. A pesar de que has pasado por muchas humillaciones y ofensas de su parte, no quieres creer que él sea “eso”.
¿Cuántas veces has soñado con que se lance a tus brazos, que te calle a besos, y te “forre” de abrazos en medio de una pelea, cuando más enfadada estás? Desafortunadamente, nunca lo hace… Te sientes hundida, y sientes frustración. Sabes que no eres precisamente la mujer de sus sueños, sientes y crees que no eres la mujer que él quiere a su lado. No eres “su musa”.  Te culpas de todo y por todo. Como consecuencia, empiezas a dejarte, a descuidarte y… engordas incluso. Ya no sientes que le gustas, ¿qué sentido tiene que te pongas guapa? ¿Para quién?
Amiga, ese no es el camino. ¿Qué es lo que te une ya a esa relación? Esperas que todo cambie, pero sabes que no. Sabes que cambiará unos días, pero volverá, volverá a ocurrir.
No tiene sentido que sigas sufriendo. La ilusión desapareció por parte de los dos. Ya no queda nada, no tiene sentido seguir alimentando algo que está muerto. Sal de esa relación. Es difícil, lo sé, pero es lo mejor por el bien de los dos. Tal vez él también esté sufriendo. ¿Piensas ser toda tu vida una amargada? ¿Es justo que ambos sigáis con una relación que en la que ya no hay nada?
Quédate con todo lo bueno y con todo lo que aprendiste y piensa que algo mejor está por venir
No le des más vueltas… Todo en la vida sucede por algo. No te aferres a aquello que no podrás volver a tener. Deja que llegue a ti lo que mereces.
No es necesario GOLPEAR para HACER DAÑO:
Una PALABRA duele,
Un SILENCIO duele,
Una TRAICIÓN duele,
Un DESPRECIO duele,
La INDIFERENCIA duele…
Vanessa Arjona