martes, 25 de febrero de 2014

La Pareja y la Adopción

Cuando una pareja proyecta tener un primer hijo está decidiendo transformarse en familia. Pero las expectativas, ilusiones y fantasías que se tejen en la búsqueda de ese hijo se ven conmovidas cuando surge el diagnóstico de esterilidad.

Aparecen sentimientos de fracaso, desilusión, enojo, tristeza. La pareja se siente distinta, desvalorizada, con cierta vergüenza, porno poder aprobar el examen que los transforma en padres ante los ojos de las propias familias de origen, los amigos y la sociedad en general.


Creen que son los únicos que no pueden.

La realidad es que hay muchas parejas que no logran embarazarse. Algunas de estas parejas no se resignan a no tener hijos y piensan en adoptar un bebé o un niño.

Cuando toman esta decisión empiezan a transitar un nuevo camino. La llamada dulce espera se transforma en una espera distinta. Hay que hacer trámites, armar la carpeta para presentar ante los juzgados. En lugar de los nueve meses se enfrentan a un tiempo sin fecha exacta.

La pareja puede vivir esta situación como un trámite burocrático pesado, como un castigo o pueden utilizarla para prepararse emocionalmente para recibir a ese hijo que llega por otro camino y que trae aparejado una serie de cuestiones que es saludable procesar.

Entre estas cuestiones se destaca la aceptación de la renuncia que lleva implícita la esterilidad. Esta renuncia requiere de un proceso que lleva desde los sentimientos que surgen con el diagnóstico de esterilidad hasta la aceptación de la realidad: el hijo biológico no es posible.

Este proceso de aceptación es doloroso pero necesario para la creación del lugar para la llegada del hijo posible.

La pareja se va a enfrentar con dudas, temores, inseguridades, que van desde los de no saber si quieren ser padres de un hijo adoptado hasta los temores por su origen y por la posibilidad de conexión emocional de ellos con el niño y del niño con ellos como pareja de padres.

Estos sentimientos pueden experimentarse como molestias a las que hay que espantar, como si su existencia misma pudiera hacer fracasar el proyecto.

Pero es justamente enfrentándolos, pensándolos, compartiéndolos, como se va llegando a la decisión más sana para esa pareja en particular.

Adoptar es distinto que embarazarse. Cada proceso despierta diferentes vivencias. En el proceso que lleva a la adopción es importante tener en cuenta que plantearse todas las dudas es parte de la gestación psicológica que necesita la pareja para transformarse en familia.

REM
Lic. Marta Beatriz Viola

Fuente: Delbebe

lunes, 24 de febrero de 2014

El valor de los padres aún cuando estén divorciados

Las figuras materna y paterna se constituyen en los pilares del desarrollo físico-psíquico-social del niño, ya que la estimulación que brindan los padres a sus hijos en lo emocional y social acompañado de lo corporal en un ambiente de calma y seguridad posibilitan un crecimiento saludable.

Por lo tanto es fundamental la presencia y permanencia, en la vida de todo niño, de ambas figuras; cabe aquí una breve aclaración como verán hablamos de funciones, figuras, roles paternos porque en el caso de ausencia física real de uno de los padres no quiere decir que el niño no tendrá el modelo de esa figura paterna; sino que otro significativo para él podrá asumir con sus características ese rol.

Presencia y permanencia se refieren a que cada progenitor tiene que ejercer continuamente su rol, y pese a que estén separados o divorciados el vínculo paterno-filial no se interrumpe, las responsabilidades no cambian y con ellas continúan las alegrías que dan los hijos.

Esta situación, de separación o divorcio, afecta a los progenitores en tanto hombre y mujer; pero esto no concluye en ellos sino que se extiende a toda la familia por esto es muy importante que los padres puedan explicar a los hijos cual es el estado de la relación de pareja, explicación que debe adecuarse a la edad de los hijos tanto en el contenido como en la forma en que se les transmite, evitando reproches y quejas mutuas delante de los hijos o dar detalles propios de la pareja acerca de la causa de la separación; es conveniente que los hijos reciban un mensaje claro, sincero y único de ambos padres.

Esto permite preservar la imagen de padre y madre sin que los hijos tomen partido por alguno de los dos en la situación, y a su vez disminuye su ansiedad por lo que sucede entre ellos; entonces esta manera de sostener y contener a los hijos facilitará la situación cuando uno de los padres decida mudarse posibilitando una mejor elaboración de ese cambio familiar.

El progenitor que continúa viviendo con el/los niños tiene que tener en claro que el otro progenitor sigue estando, siendo padre y en consecuencia tiene que ser considerado en todo aquello que concierne a los hijos.

Los niños tienen que sentir la seguridad que cuentan con ambos progenitores, que no pierden al que se muda, dicha seguridad la brindan ambos padres con presencia y permanencia.

Y el padre que cambia de vivienda no tiene que olvidar que solamente cambia de lugar físico, pero no su rol y sus funciones psico-afectivas.

REM
Lic. María de los Ángeles Freire
Fuente: Delbebe

Papá Olvida .


Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida

He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una hola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.

Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo.Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con la mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: “¡Adiós, papito!” y yo fruncí el entrecejo y te respondí: “¡Ten erguidos los hombros!”Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí.Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso.

Pensar, hijo, que un padre diga eso.¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta.“¿Qué quieres ahora?”, te dije bruscamente.Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agostar.

Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.Bien, hijo: poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; ésta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas.

Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto.Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: “No es más que un niño, un niño pequeñito”.Temo haberte imaginado hombre.

Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.He pedido demasiado, demasiado…

W. Livingston Larned