El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno, el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles.
Desconozco a su autor
¿Qué puede hacerse para alcanzar la felicidad?
No hay nada que tú ni cualquier otro podáis hacer.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que ahora mismo ya eres feliz, ¿y cómo vas a adquirir lo que ya tienes? Pero, si es así, ¿por qué no experimentas esa felicidad que ya posees?
Pues, simplemente porque tu mente no deja de producir infelicidad.
Arroja esa infelicidad de tu mente, y al instante aflorará al exterior la felicidad que siempre te ha pertenecido.
¿Y cómo se arroja fuera la infelicidad?
Descubre qué es lo que la origina y examina la causa abiertamente y sin temor: la infelicidad desaparecerá automáticamente.
Ahora bien, si te fijas como es debido, verás que hay una sola cosa que origina la infelicidad: el apego. ¿Y qué es un apego? Es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz.
Tal estado emocional se compone de dos elementos; uno positivo y otro negativo.
El elemento positivo es el fogonazo del placer y la emoción, el estremecimiento que experimentas cuando logras aquello a lo que estás apegado.
El elemento negativo es la sensación de amenaza y de tensión que siempre acompaña al apego. Imagínate a alguien encerrado en un campo de concentración y que no deja de engullir comida: con una mano se lleva la comida a la boca, mientras que con la otra protege la comida restante de la codicia de sus compañeros de encierro, que tratarán de arrebatársela en cuanto baje la guardia.
He ahí la imagen perfecta de la persona apegada.
Por su propia naturaleza, el apego te hace vulnerable al desorden emocional y amenaza constantemente con hacer añicos tu paz. ¿Cómo puedes esperar, entonces, que una persona apegada acceda a ese océano de felicidad ¡Es como esperar que un camello pase por el ojo de una aguja!
Ahora bien, lo verdaderamente trágico del apego es que, si no se consigue su objeto, origina infelicidad; y, si se consigue, no origina propiamente la felicidad, sino que simplemente produce un instante de placer, seguido de la preocupación y el temor de perder dicho objeto.
Dirás: “Entonces, ¿no puedo tener ni un solo apego?”. Por supuesto que sí. Puedes tener todos los apegos que quieras. Pero por cada uno de ellos tendrás que pagar un precio en forma de pérdida de felicidad.
Fíjate bien: los apegos son de tal naturaleza que, aun cuando lograras satisfacer muchos de ellos a lo largo de un día, con que sólo hubiera uno que no pudieras satisfacer, bastaría para obsesionarte y hacerte infeliz.
No hay manera de ganar la batalla de los apegos. Pretender un apego sin infelicidad es algo así como buscar agua que no sea húmeda.
Jamás ha habido nadie que haya dado con la fórmula para conservar los objetos de los propios apegos sin lucha, sin preocupación, sin temor y sin caer, tarde o temprano, derrotado.
En realidad, sin embargo, sí hay una forma de ganar la batalla de los apegos: renunciar a ellos.
Contrariamente a lo que suele creerse, renunciar a los apegos es fácil. Todo lo que hay que hacer es ver, pero ver realmente, las siguientes verdades.
Primera verdad: estás aferrado a una falsa creencia, a saber, la de que sin una cosa o persona determinada no puedes ser feliz. Examina tus apegos uno a uno y comprobarás la falsedad de semejante creencia. Tal vez tu corazón se resista a ello; pero, en el momento en que consigas verlo, el resultado emocional se producirá de inmediato, y en ese mismo instante el apego perderá su fuerza.
Segunda verdad: si te limitas a disfrutar las cosas, negándote a quedar apegado a ellas, es decir negándote a creer que no podrás ser feliz sin ellas, te ahorrarás toda la lucha y toda la tensión emocional que supone el protegerlas y conservarlas.
¿No conoces lo que es poder conservar todos los objetos de tus distintos apegos, sin renunciar a uno sólo de ellos, y poder disfrutarlos más aún a base de no apegarte ni aferrarte a ellos, porque te encuentras pacífico y relajado y no sientes la menor amenaza en relación a su disfrute?
Tercera y última verdad: si aprendes a disfrutar el aroma de un millar de flores, no te aferrarás a ninguna de ellas ni sufrirás cuando no puedas conseguirla. Si tienes mil platos favoritos, la pérdida de uno de ellos te pasará inadvertida, y tu felicidad no sufrirá menoscabo. Pero son precisamente tus apegos los que te impiden desarrollar un más amplio y más variado gusto por las cosas y las personas.
A la luz de estas tres verdades, no hay apego que sobreviva. Pero la luz, para que tenga efecto, debe brillar ininterrumpidamente. Los apegos sólo pueden medrar en la oscuridad del engaño y la ilusión. Si el rico no puede acceder al reino del disfrute y de la alegría, no es porque quiera ser malo, sino porque decide ser ciego.
Anthony de Mello

Siembra tu amor por la entraña, sujétalo por dentro y verás que pasará el tiempo, cambiarán los lugares, se transformará la vida y tu amor no se muda: permanece firme… Como esas raíces que se arrancan y vuelven a salir. Como esos tallos que se rompen y vuelven a retoñar. Como esas flores que se podan ¡y se resisten a morir!
El amor no es para revestir la vida, sino para llenarla por dentro. No es fuerza de pasión, sino luz de convivencia. No es para encasquillarnos en él, sino para vivir el placer de entregarlo. No es juego para pasarla bien: es sangre que nutre la vida.
El amor no es manipular ni aprovechar, ¡sino servir! No lo bloquea todo con el reproche: abre rendijas para la compresión. No tiene archivos para el resentimiento: deja libre espacio para el perdón y el olvido. No acapara, no busca pedestal, no relumbra para los demás. Enternece el camino, deja pasar, anuda las raíces ¡y arde por dentro!
El amor es una fuerza que pasa sobre nuestra voluntad, un viento que vuela sobre nuestros defectos, una magia que transforma nuestras realidades.
El amor encuentra lo que nadie ha visto, conoce lo que nadie cree y entrega lo que nadie pide. Es un impulso en desarrollo; palpa, moldea, tienta, siembra ¡y de pronto nos damos cuenta de que “hemos crecido dentro del otro”!
El amor es universal, porque es tronco de todas las raíces, palabra de todos los idiomas, aspiración de todos los hombres ¡y luz de todas las vidas! El amor es un camino, pero de subidas y bajadas, de rutinas y sorpresas, de tropiezos y compensaciones, de besos y de estrellas, de dolor y de lágrimas.
El amor vale la pena. Cuando lo dejamos pasar nos respira la vida, nos ensancha el corazón, nos plantamos en él ¡y lo vencemos todo!
Amar no es dar parte de lo que hemos recibido, sino dar todo lo que tenemos.
No es tener las antenas dispuestas a la sensibilidad, sino el corazón dispuesto para el dolor.
No es el estremecimiento pasional, sino el recubrimiento de esas sensaciones con sentimientos profundos.
Amor no es juntar los labios y cerrar los ojos. Es juntar alma con alma y dar cabida a todos los renunciamientos.
No es lo que nos viene bien en determinado momento de la vida. Es lo que escogemos para siempre, como centro vital de la existencia.
No es lo que se siente cuando se baila, cuando se toma, cuando se mira el cielo. Es lo que se siente en una prueba dura, en una lágrima amarga, en un dolor profundo.
Es vibración con ternura. Son palabras con comprensión. Es promesa con fe y confianza.
No es solamente ser humanos, sino comprender que se ha infiltrado en nosotros algo sobrenatural y divino.
Zenaida Bacardí de Argamasilla
