Cuando las preocupaciones te agobien y sientas que tu cuerpo ya no puede más no te encierres en una idea solamente: Desahógate, y piensa que en ese momento estás viviendo un instante de tu larga vida.
Y todos los problemas son circunstanciales y las circunstancias son igual que las olas: Vienen y se van, la felicidad espiritual no consiste en borrar de la mente las preocupaciones, ni olvidarlas, la tranquilidad espiritual consiste en la búsqueda constante de soluciones para nuestros problemas.
No basta ni remotamente con cruzarte de brazos y hablar de ellos. Hay que enfrentarlos: O te vencen o las vences, y en esa lucha hay que trazar estrategias.
No siempre el camino más fácil es el más indicado.
La vida nos ha enseñado que no hay nada imposible para vencer.
¡Lucha con toda tu alma!
Desconozco a su autor
Desde hoy puedo tratar de mirar mi vida de otra manera. Y hacer un esfuerzo por no preocuparme en vano. Será mejor si me ocupo llegado el momento. Si busco lo bueno de las cosas y dejo de lado lo malo. Si rescato lo positivo de las situaciones y de las personas, por sobre los aspectos negativos. El esfuerzo nunca será en vano. Hoy empiezo.
Desde hoy voy a levantarme y dar gracias a Dios por lo que tengo. No siempre debo pedir, pedir, pedir. Voy a mirar a mi alrededor y dar gracias. Por la familia, por los amigos, por el trabajo. Porque no estoy sola. Porque no me falta nada. Porque mi vida está llena. La energía que gaste, valdrá la pena. Hoy empiezo.
Desde hoy voy a disfrutar de cada cosa que haga. De cada momento. Por más ínfimo que sea. Voy a valorar más los momentos con amigos. Y con la familia. Intentaré sacarle el jugo a una ronda de café. A un asado compartido. Seguramente, saldré beneficiada. Hoy empiezo.
Desde hoy quiero ser más generosa y aprender a escuchar. Quiero darme cuenta de que el otro necesita de mí, de que puedo ayudarlo. Mi hombro puede ser de gran ayuda. Debo cederlo. Hoy empiezo.
Desde hoy quiero darme cuenta de que todo es cuestión de actitud. La vida está compuesta por hechos y por la forma en que reaccionamos ante ellos. La actitud puede hacer que una tragedia deje de serlo. Puede convertir un fracaso en una oportunidad. Hoy quiero tener una actitud exageradamente positiva ante la vida. Hoy empiezo.
Desconozco a su autor
Cuando te encuentres perplejo, confuso o temeroso, y te preguntes qué decisión tomar, recuerda que tienes una guía interior que te conducirá y dirigirá en todos su pasos, descubriéndote el plan perfecto y mostrándote el camino que deberías seguir.
El secreto de la guía o justa acción, es que te dediques a encontrar la respuesta correcta hasta encontrarla dentro de tí.
La inteligencia infinita de lo profundo de tu subconsciente da la respuesta a tu pregunta. Identificará esta respuesta como un sentimiento interior, como una conciencia, como una subyugante corazonada que te guiará al lugar exacto, en el tiempo preciso, poniendo las palabras adecuadas en tu boca y ocasionando que hagas lo correcto en la forma cabal.
Estate alerta.
Estate calmado y relajado.
Existen dos razones por las que no reconocemos nuestra orientación interior. Estas son: la tensión y la omisión a identificar el indicio cuando llega.
Si estamos con ánimo jovial, confiados y felices, distinguiremos los destellos de intuición que vienen hacia nosotros. De lo contrario, sentiremos una subjetiva compulsión a echarlos fuera de nosotros.
Tu mente subconsciente te da respuesta cuando tu mente consciente está sosegada, relajada y receptiva.
Desconozco a su autor
Reír, es arriesgarse a parecer un tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Hacer algo por alguien, es arriesgarse a involucrarse.
Expresar sentimientos, es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.
Exponer tus ideas y tus sueños, es arriesgarse a perderlos.
Amar, es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir, es arriesgarse a morir.
Esperar, es arriesgarse a la desesperanza.
Lanzarte, es arriesgarse a fallar.
Pero los riesgos deber ser tomados, porque el peligro mas grande en la vida es no arriesgarse.
La persona que no arriesga, no hace, ni tiene nada.
Se pueden evitar sufrimientos y preocupaciones, pero simplemente no puede aprender, sentir, cambiar, crecer, amar y vivir…
Solo una persona que arriesga es libre
Desconozco a su autor
Podemos generarlas o cambiarlas en el momento que queramos. ¿Por qué, pues, no lo hacemos? Para la mayoría de nosotros, sentirnos mal es “natural” pero necesitamos una razón para sentirnos bien. No te hace falta una excusa para sentirte bien. Puedes decidirlo ahora mismo, sentirte bien sencillamente porque estás vivo, porque así te apetece, ni más ni menos. ¡No tienes que esperar a nada ni a nadie!
¿Cuál es la mejor manera de enfrentarse a las emociones negativas? Hay muchas respuestas comunes e ineficaces. Podemos no hacerles caso, evidentemente esto no las hará desaparecer. Podemos suprimirlas, pero saldrán por otro lado. Podemos regodearnos en ellas y hundirnos en la autocompasión, pero esto no mejora la situación. Podemos tratar de competir diciendo: ¿Crees que las cosas van mal? ¡A mí me van peor!
Evidentemente, la actitud más inteligente consiste en transformarlas enfrentándonos eficazmente a los problemas, buscando soluciones, usando nuestras emociones y aprendiendo de ellas para mejorar nuestra vida y la vida de aquellos que tenemos el privilegio de tener cerca.
Anthony Robbins
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque tapan la luz del Sol. Quitan las flores de las plantas para dejarlas marchitar en un jarrón y enjaulan a los pajaritos. Porque han pintado todas las cosas de gris y han llenado el cielo de antenas y chimeneas.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque se creen importantes, por el sólo hecho de ser grandes. Porque no me dejan caminar descalzo, ni chapotear en la lluvia. Porque me compran juguetes y no quieren que los use porque se rompen.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque le han puesto nombres difíciles a las cosas sencillas. Porque se pegan entre ellos o siempre están discutiendo. Porque quieren empleos importantes y se pasan la vida sentados en sillas.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque no sienten el placer de perder el tiempo mirando alrededor y son incapaces de dar vueltas en un carrusel. Porque cuando me porto mal me amenazan con una inyección y cuando me enfermo, me dicen que una inyección me va a poner bien.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque quieren que coma con horarios y no cuando tengo hambre. Porque cuando pregunto algo no me contestan, porque soy muy chico y cuando pido un chupete, me dicen que soy un grandullón.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque siempre se hacen los lindos o serios. Porque dicen mentiras y ellos mismos no se las creen. Porque cada vez que mienten me doy cuenta y sufro mucho.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque me dicen miedoso y ellos me hablaron de coco y fantasmas. Porque me piden que sea bueno y me regalan cosas, que no necesito, porque a los niños de sus amigos les compraron. Porque han llenado la casa de cristales, porcelanas y cosas que se rompen y ahora resulta que no puedo tocar lo que veo.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque perdieron las ganas de reír, correr y saltar. Porque olvidaron las cosas que tanto les gustaba de chicos. Porque antes de divertirse le piden permiso al reloj.
Yo no entiendo a la gente grande …
Porque cuando hago algo malo, me dicen: ¡no te quiero más! … y tengo miedo de que me dejen de querer en serio
Desconozco a su autor
El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno, el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles.
Desconozco a su autor
¿Qué puede hacerse para alcanzar la felicidad?
No hay nada que tú ni cualquier otro podáis hacer.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que ahora mismo ya eres feliz, ¿y cómo vas a adquirir lo que ya tienes? Pero, si es así, ¿por qué no experimentas esa felicidad que ya posees?
Pues, simplemente porque tu mente no deja de producir infelicidad.
Arroja esa infelicidad de tu mente, y al instante aflorará al exterior la felicidad que siempre te ha pertenecido.
¿Y cómo se arroja fuera la infelicidad?
Descubre qué es lo que la origina y examina la causa abiertamente y sin temor: la infelicidad desaparecerá automáticamente.
Ahora bien, si te fijas como es debido, verás que hay una sola cosa que origina la infelicidad: el apego. ¿Y qué es un apego? Es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada, originado por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz.
Tal estado emocional se compone de dos elementos; uno positivo y otro negativo.
El elemento positivo es el fogonazo del placer y la emoción, el estremecimiento que experimentas cuando logras aquello a lo que estás apegado.
El elemento negativo es la sensación de amenaza y de tensión que siempre acompaña al apego. Imagínate a alguien encerrado en un campo de concentración y que no deja de engullir comida: con una mano se lleva la comida a la boca, mientras que con la otra protege la comida restante de la codicia de sus compañeros de encierro, que tratarán de arrebatársela en cuanto baje la guardia.
He ahí la imagen perfecta de la persona apegada.
Por su propia naturaleza, el apego te hace vulnerable al desorden emocional y amenaza constantemente con hacer añicos tu paz. ¿Cómo puedes esperar, entonces, que una persona apegada acceda a ese océano de felicidad ¡Es como esperar que un camello pase por el ojo de una aguja!
Ahora bien, lo verdaderamente trágico del apego es que, si no se consigue su objeto, origina infelicidad; y, si se consigue, no origina propiamente la felicidad, sino que simplemente produce un instante de placer, seguido de la preocupación y el temor de perder dicho objeto.
Dirás: “Entonces, ¿no puedo tener ni un solo apego?”. Por supuesto que sí. Puedes tener todos los apegos que quieras. Pero por cada uno de ellos tendrás que pagar un precio en forma de pérdida de felicidad.
Fíjate bien: los apegos son de tal naturaleza que, aun cuando lograras satisfacer muchos de ellos a lo largo de un día, con que sólo hubiera uno que no pudieras satisfacer, bastaría para obsesionarte y hacerte infeliz.
No hay manera de ganar la batalla de los apegos. Pretender un apego sin infelicidad es algo así como buscar agua que no sea húmeda.
Jamás ha habido nadie que haya dado con la fórmula para conservar los objetos de los propios apegos sin lucha, sin preocupación, sin temor y sin caer, tarde o temprano, derrotado.
En realidad, sin embargo, sí hay una forma de ganar la batalla de los apegos: renunciar a ellos.
Contrariamente a lo que suele creerse, renunciar a los apegos es fácil. Todo lo que hay que hacer es ver, pero ver realmente, las siguientes verdades.
Primera verdad: estás aferrado a una falsa creencia, a saber, la de que sin una cosa o persona determinada no puedes ser feliz. Examina tus apegos uno a uno y comprobarás la falsedad de semejante creencia. Tal vez tu corazón se resista a ello; pero, en el momento en que consigas verlo, el resultado emocional se producirá de inmediato, y en ese mismo instante el apego perderá su fuerza.
Segunda verdad: si te limitas a disfrutar las cosas, negándote a quedar apegado a ellas, es decir negándote a creer que no podrás ser feliz sin ellas, te ahorrarás toda la lucha y toda la tensión emocional que supone el protegerlas y conservarlas.
¿No conoces lo que es poder conservar todos los objetos de tus distintos apegos, sin renunciar a uno sólo de ellos, y poder disfrutarlos más aún a base de no apegarte ni aferrarte a ellos, porque te encuentras pacífico y relajado y no sientes la menor amenaza en relación a su disfrute?
Tercera y última verdad: si aprendes a disfrutar el aroma de un millar de flores, no te aferrarás a ninguna de ellas ni sufrirás cuando no puedas conseguirla. Si tienes mil platos favoritos, la pérdida de uno de ellos te pasará inadvertida, y tu felicidad no sufrirá menoscabo. Pero son precisamente tus apegos los que te impiden desarrollar un más amplio y más variado gusto por las cosas y las personas.
A la luz de estas tres verdades, no hay apego que sobreviva. Pero la luz, para que tenga efecto, debe brillar ininterrumpidamente. Los apegos sólo pueden medrar en la oscuridad del engaño y la ilusión. Si el rico no puede acceder al reino del disfrute y de la alegría, no es porque quiera ser malo, sino porque decide ser ciego.
Anthony de Mello
Siembra tu amor por la entraña, sujétalo por dentro y verás que pasará el tiempo, cambiarán los lugares, se transformará la vida y tu amor no se muda: permanece firme… Como esas raíces que se arrancan y vuelven a salir. Como esos tallos que se rompen y vuelven a retoñar. Como esas flores que se podan ¡y se resisten a morir!
El amor no es para revestir la vida, sino para llenarla por dentro. No es fuerza de pasión, sino luz de convivencia. No es para encasquillarnos en él, sino para vivir el placer de entregarlo. No es juego para pasarla bien: es sangre que nutre la vida.
El amor no es manipular ni aprovechar, ¡sino servir! No lo bloquea todo con el reproche: abre rendijas para la compresión. No tiene archivos para el resentimiento: deja libre espacio para el perdón y el olvido. No acapara, no busca pedestal, no relumbra para los demás. Enternece el camino, deja pasar, anuda las raíces ¡y arde por dentro!
El amor es una fuerza que pasa sobre nuestra voluntad, un viento que vuela sobre nuestros defectos, una magia que transforma nuestras realidades.
El amor encuentra lo que nadie ha visto, conoce lo que nadie cree y entrega lo que nadie pide. Es un impulso en desarrollo; palpa, moldea, tienta, siembra ¡y de pronto nos damos cuenta de que “hemos crecido dentro del otro”!
El amor es universal, porque es tronco de todas las raíces, palabra de todos los idiomas, aspiración de todos los hombres ¡y luz de todas las vidas! El amor es un camino, pero de subidas y bajadas, de rutinas y sorpresas, de tropiezos y compensaciones, de besos y de estrellas, de dolor y de lágrimas.
El amor vale la pena. Cuando lo dejamos pasar nos respira la vida, nos ensancha el corazón, nos plantamos en él ¡y lo vencemos todo!
Amar no es dar parte de lo que hemos recibido, sino dar todo lo que tenemos.
No es tener las antenas dispuestas a la sensibilidad, sino el corazón dispuesto para el dolor.
No es el estremecimiento pasional, sino el recubrimiento de esas sensaciones con sentimientos profundos.
Amor no es juntar los labios y cerrar los ojos. Es juntar alma con alma y dar cabida a todos los renunciamientos.
No es lo que nos viene bien en determinado momento de la vida. Es lo que escogemos para siempre, como centro vital de la existencia.
No es lo que se siente cuando se baila, cuando se toma, cuando se mira el cielo. Es lo que se siente en una prueba dura, en una lágrima amarga, en un dolor profundo.
Es vibración con ternura. Son palabras con comprensión. Es promesa con fe y confianza.
No es solamente ser humanos, sino comprender que se ha infiltrado en nosotros algo sobrenatural y divino.
Zenaida Bacardí de Argamasilla
La adversidad es motivo y razón para que algunos se hundan y para que otros se superen.
Tu eliges a cual grupo quieres pertenecer.
Todo depende de cómo enfrentemos las circunstancias desfavorables.
Si las aprovechas positiva y creativamente, pondrás en juego tu capacidad de superación. Cuando se te haga difícil avanzar, aprovecha el reto para estimular tu iniciativa.
Lucha con fe y persistencia en procura de tus objetivos, no los pierdas de vista, a lo mejor esta es sólo una prueba antes de lograr lo que esperas y mereces.
Desconozco a su autor
La motivación es una mezcla de pasión, propósito, toma de decisiones y compromiso. Es un nivel profundo que genera energía y vida para desempeñarse adecuadamente en la actividad que a uno le apasiona.
Motivación es tener pasión por vivir, es nuestra propia recompensa por nuestro buen desempeño. Con motivación estaremos dispuestos a correr riesgos y tomar decisiones que la mayoría de personas no harían por miedo. También nos da compromiso que es la clave para convertirse en una persona de alto desempeño.
La motivación nos da sentido a la vida. ¿Cuánto esfuerzo estoy dispuesto a hacer? ¿Cuántos obstáculos estoy dispuesto a pasar? ¿Cuál precio estoy dispuesto a pagar?
Motivación es la energía que nos hace seguir y acometer hacia el logro de nuestros sueños, sin excusas, sin quejarse, de manera imparable, haciendo lo correcto y tomando riesgos. Al ser la motivación pura energía, tiene mucho que ver con nuestra bioquímica, con el ejercicio que hacemos y con la manera como nos alimentamos.
¿Cuál es el propósito que nos mueve a seguir adelante? ¿Cuáles riesgos estoy dispuesto a enfrentar? ¿Cuáles son mis necesidades psicológicas internas? ¿En qué clase de persona me quiero convertir? ¿Qué me apasiona en la vida? Estas son algunas de las preguntas que me ayudan a encontrar esa pasión por la vida.
No se puede ser una persona motivada y al mismo tiempo estar confortable, sin correr riesgos, ni tomar decisiones. La persona motivada está comprometida y dispuesta a correr riesgos, pues sabe que puede cambiar su situación actual, que tiene el control de su vida en sus manos, que puede lograr lo que pretenda, sabe que quiere a corto, mediano y largo plazo, se siente contenta y exitosa.
La motivación nos llena y nos da un sentido de logro y control, por lo que la persona motivada ama lo que hace y hace lo que ama. Entonces, lo mejor que podemos hacer por nuestro futuro, por nuestro seres queridos y por nuestra patria, es vivir con pasión y no para la pensión… Revise su nivel de motivación y si el tanque está bajo, haga lo necesario para llenarlo, pues esta es la energía que le da sentido a la vida.
Gilbert Aubert
Hoy en día, la gente está llena de enfermedades, problemas, etc., que lo usual es escucharlas decir ” que suerte la mía”, “porqué a mi”, “pobre de mí” etc. cuando en realidad un 80% de las cosas que nos suceden son iniciadas por nosotros mismos.
En cada uno de nosotros existe una parte sana y una enferma, la sana es aquella que nos permite salir adelante, aquella que relaciona todo lo que nos rodea y la que cuida de nosotros en cualquier circunstancia, y la parte enferma es la que no entiende, la que se enfada, la que se vuelve terca , etc., es a la que le gusta el no equilibrio.
Cuántas veces hemos sentido que lo que dijimos no fue lo correcto, o bien, no fue el tono para comentarlo, en esos momentos es cuando aparece nuestro inconsciente para movernos nuestra estabilidad.
Cuántas veces también vemos o escuchamos un sinfín de accidentes, o de enfermedades, lo que no sabemos muchos es que uno mismo provoca el 80% de éstos, es increíble, pero así es, cuando no podemos sobrellevar una pena, cuando tenemos un examen o algo que afrontar, cuando tenemos a la vista algo difícil, aunque tenga fines buenos, llega el inconsciente y nos boicotea para no seguir con nuestros planes, para que haya un motivo por el cual no seguir adelante, increíble pero cierto.
Creo que tenemos que tener la suficiente firmeza en nuestras decisiones para que no nos estemos autoboicoteando, para que podamos disfrutar los placeres de la vida, en sí, para vivir.
Por último, permíteme compartir contigo algo que escuché y me quedó marcado en el alma:
Cuando sientas que la vida se te derrumba, o te sientas muy mal físicamente, piensa lo siguiente:
Piensa en lo peor que te ha pasado . Compáralo con lo peor que te pudo haber pasado.
Aracely Pereyra
Hay que tener mucho temple para vivir. Es la fuerza misteriosa para sostenerse, es el nervio fundamental para estabilidad de la vida, el soporte para las penas, el eje para manejarse en equilibrio.
El temple está revestido de dignidad, y a veces impone. Cuando recuerdo el temple de algunas personas no sé que decir: sufro un impacto que se lleva las palabras.
Hay que ser de temple para que la flor del alma se abra por estos caminos tan oscuros para arrodillar los ojos cuando no puedan contener las lágrimas, para que los labios estén siempre calientes y las palabras nunca resulten frías.
Hay que ser de temple para mirar este mundo tan sombrío y no matar la esperanza, para mirar este cielo tan nublado y llenarse las manos de ilusiones, como si fueran pájaros en promesas.
Temple para brotar el amor por toda partes como claveles mensajeros de Dios, para sembrar en tierra arenosa y de alguna partecita sacar la rosa que pueda perfumar nuestros dolores.
Hay que tener temple para poner lentes nuevos en las cosas que por sencillas y corrientes y no percibimos, para iluminar rincones que todos llevamos escondidos, y lagrimas que todos vamos llorando.
Tener temple para entrar allá, por la penumbra, por lo tapiado, por lo recóndito, por las profundidades inenseñables, para abrazar a los prójimoque no son nuestros amigos ni nuestros amores y decirles: cuenta conmigo.
Hay que tener temple para evitar las discusiones, sofocar los enfrentamientos, olvidar los rencores, cicatrizar las heridas, evadir los choques y evaporar los resentimientos.
Temple para responder a las sorpresas, enfrentar a los imprevistos y amoldarse a los cambios de la vida. Para buscar en la densa niebla de uno mismo la chispa de luz que pueda sacarlo a flote.
Hay que tener temple para aguantar todas las tormentas y quedar en pie, sin que nada enturbie tu alma, ni enlode tu corazón.
Zenaida Bacardí de Argamasilla