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jueves, 20 de noviembre de 2014

El hábito de leer

En la vida moderna, leer es parte del diario vivir y un medio importantísimo para mantenernos al día con los avances de la humanidad así como para intercambiar ideas y puntos de vista sobre distintos temas.

Día a día, son más los periódicos, revistas, listas electrónicas de distribución y foros virtuales de discusión. La capacidad lectora es por tanto una herramienta valiosísima para mantener ese ritmo, además de ser un excelente recurso para nutrir el intelecto y el alma con la extensa variedad de literatura disponible.


La lectura es un hábito, y como la mayoría de los hábitos, se desarrolla en casa y de manera más fuerte durante los primeros seis años de vida. Pero, ¿cómo si aún no sabe leer?

En primer término, lo que debe quedar claro es que leer no significa decodificar combinaciones de grafemas. Leer significa interpretar símbolos o imágenes; entender el mensaje que otro nos transmite con las palabras y las ilustraciones.

Los niños desde muy temprana edad, una vez ha madurado su sentido de la vista, son capaces de ver las imágenes y si cuentan con un padre o una madre interesada que los oriente en cuanto al significado, irán poco a poco entendiendo lo que ahí “dice”.

El hábito de lectura debe construirse paso a paso. Es importante que la lectura de libros se incluya como parte de la rutina diaria, ya sea al despertar, por la tarde o antes de acostarse. Es una excelente estrategia como transición entre el juego activo y la hora de dormir.

El momento de la lectura es un momento más de juego en el que el padre o la madre interactúan con sus hijos utilizando como pretexto el libro de cuentos. Vale la pena hacer de este momento una oportunidad de genuino contacto, de atención completa para el niño/a y de estimulación de la capacidad lectora e imaginativa del pequeño.

Si logramos asociar los encuentros de lectura con nuestros hijos con sentimientos agradables de fortalecimiento del vínculo afectivo y de respeto por el otro, el hábito tendrá una fuerte carga emocional positiva y esto influirá en que sea fuerte y duradero.

Algunas ideas para elegir libros para nuestros hijos de preescolar son:

  • Verificar que el contenido sea educativo, el vocabulario comprensible, la narración sencilla y que el texto introduzca términos nuevos. 
  • Revisar que las imágenes sean atractivas y que transmitan valores. 
  • Buscar letra grande y poco texto. 
  • Los libros de versos, trabalenguas o adivinanzas son excelente material para entrenar a los niños en el ritmo para el aprendizaje de la lectoescritura. 
Los padres debemos siempre leer el libro completo antes de comprarlo o leérselo a nuestros hijos para verificar que estemos de acuerdo con la enseñanza de la historia y el vocabulario utilizado.

No compremos nada que no podamos leer o correremos el riesgo de llevarnos desagradables sorpresas.

Compartir el hábito de la lectura, es lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos.

Mónica Sulecio de Álvarez
Fuente: De pades a hijos

domingo, 18 de mayo de 2014

¿Cómo formar el hábito de lectura?

¿Se ha preguntado por qué su hijo no lee, por qué no le gusta leer o por qué no es bueno leyendo? Los buenos lectores han desarrollado un hábito y han abierto un mundo de posibilidades.

Todo hábito requiere constancia, la repetición diaria del mismo acto para que después de algún tiempo, podamos realizarlo en "automático", sin necesidad de detenernos a pensar en ello. Algo así como el hábito de lavarnos los dientes, al principio debíamos cuidar cómo lavarnos los dientes, de arriba hacia abajo, etc... pero ahora simplemente lo hacemos sin darnos cuenta, es un hábito. Esto mismo puede lograrse en la disciplina que usted decida, lo único que se necesita es constancia... que en realidad es lo más difícil.

A través de la lectura podemos aprender, viajar, soñar, reír y mucho más, pero sólo si hemos aprendido a disfrutarla.

El gusto por la lectura se desarrolla desde los primeros años de vida y tiene un papel muy importante el modelo que brindan los padres. La lectura se puede ver como una fuente de aprendizaje, recreación, un mundo mágico que descubrir o, por el contrario, como algo aburrido, monótono, cansado y anticuado, todo depende de cómo la presenten, cómo la vivan los padres y maestros.

Para favorecer el hábito de lectura y hacerla divertida con los niños, se puede buscar un ambiente relajado, la terraza, el jardín, el parque, etc. Es necesario apartar un tiempo en el horario para hacerlo, de lo contrario, se encontrará un sinfín de actividades más por hacer antes de leer. De ser posible, aléjese de cualquier posible interrupción (hermanos menores jugando, televisión, teléfono, etc.)

Los padres pueden hacer una lectura interactiva e incluso dramatizarla después de haberla leído, hacer una obra de títeres, hacer un resumen, tarjetas de vocabulario nuevo, inventar una canción con el tema de la lectura, entre muchas otras ideas; así se podrá experimentar la riqueza que tiene la lectura en la vida diaria.

Si su hijo no lo ve leyendo, aunque usted le facilite libros atractivos, adecuados a su edad, lo motive y demás... difícílmente su hijo va a leer. Cuando él percibe que es algo a lo cual vale la pena dedicarle un tiempo, entonces intentará apartarse un tiempo para leer. Dedíquele un tiempo a la lectura de algún libro, pueden ser incluso 10 minutos cada día y luego comente lo leído, saque lecciones, interésese por la lectura del otro, etc.

La lectura es una herramienta útil para la vida y, así como puede ser de mucho beneficio, también es necesario desarrollar en los niños el criterio para analizar lo que se lee y no aceptar todo lo que se reciba. Para esto es útil tener el tiempo de lectura en familia en donde podrán leer, pero también compartir sus impresiones.

Puede trazarse metas de cuántos libros quiere leer a la semana, al mes o al año. Conforme va terminando los libros, pueden colocarlos en una biblioteca familiar y esto ayudará a motivar a cada uno. Empiece con libros pequeños y poco a poco vaya aumentando el número de páginas, cada vez que termine uno tómese 2 ó 3 minutos para pensar en lo que éste dejó en su vida (puede hacerlo incluso con las historias infantiles).

Dispóngase a empezar o terminar aquellos libros que tal vez están un poco empolvados y descubra el mundo que existe entre cada una de esas hojas.

María Isabel Fernández
Psicología Niños
Licda. Psicología Clínica
Magister en Asesoramiento Educativo Familiar