lunes, 26 de agosto de 2013

Todo lo que deberías de saber sobre los huevos



Si hay un alimento altamente recomendable, ese es el huevo. Apto para consumir a todas las edades y prácticamente bajo cualquier situación, tiene un gran valor nutricional, a pesar de los falsos mitos instaurados y que aquí trataremos de explicar.

Aunque se pueden comer los huevos de muchas especies como oca, pato, codorniz, avestruz, etc., nos centraremos en el huevo de gallina, que es el más consumido con diferencia.


Una de las principales ventajas del huevo es que nos permite comerlo de muy diferentes formas, como ingrediente único, cocinándolo cocido, frito, revuelto, al plato, escalfado, en tortilla (solo o con cualquier otro alimento que se nos ocurra) o formando parte de innumerables recetas, tanto de platos dulces como salados.


Proteínas del huevo
Las proteínas del huevo se encuentran mayoritariamente en la clara y se consideran proteínas de alto valor biológico, pues contienen todos los aminoácidos esenciales, convirtiendo al huevo en el alimento de mayor calidad proteica. De hecho, las proteínas del huevo se toman de referencia para valorar la calidad proteica de los otros alimentos. 

La proteína más abundante es la ovoalbúmina. Se determina que 100 gr de huevo nos aportan 13 gr de proteínas.

En la clara del huevo también hay vitaminas, aunque el 90% de su peso corresponde a agua.


Controversia con el colesterol

Durante años se ha recomendado restringir el consumo de huevos a 2 o 3 por semana por su alto contenido el colesterol. Hoy en día se conoce que lo que incide en el colesterol sanguíneo es el balance entre las grasas saturadas y las insaturadas. Pues bien, el huevo contiene de ambos tipos, pero muchas más insaturadas. Además, el huevo es rico en lecitina, responsable de su propiedad emulsificante, que disminuye la absorción intestinal de colesterol.

Con todo ello, podemos concluir que una persona sana, que sigue una dieta equilibrada puede consumir hasta 7 huevos semanales. Y aquellas que sufran de hipercolesterolemia o cualquier otra enfermedad con riesgo cardiovascular, deberán consumir 2 o 3 semanales o prescindir de las yemas.

El huevo en las dietas para adelgazar
Si bien es cierto que un huevo tiene un aporte calórico elevado, 150 kcal por cada 100 gr, un huevo pesa unos 60 gr, por tanto, su aporte de calorías será en torno a las 80 kcal, algo muy nimio para las personas con una dieta equilibrada; aquéllas que sigan una dieta para adelgazar deberán controlar su consumo, pero nunca dejar de tomarlo, pues es más beneficioso que perjudicial.

Por último, recordad que el huevo es un producto muy alérgeno, sobre todo en la infancia.

Fuente: Mejor con salud

domingo, 25 de agosto de 2013

Alimentos Germinados: semillas que hacen florecer al organismo


¿Sabías que los brotes de soja contienen un 27% más de proteínas que la carne, los huevos o la leche, pero sin la grasa?


Los alimentos germinados son brotes que se ingieren estando aún vivos y que, por lo tanto, contienen una gran cantidad de nutrientes,convirtiéndolos en indispensables como parte de cualquier dieta sana.

Existen diferentes tipos de alimentos germinados, pero no siempre se encuentran en el mercado; los más comunes y fáciles de localizar son los de alfalfa y judía mungo (popularmente conocida como soja verde), por lo que habrá que comprar las semillas y germinarlas en casa si quisiéramos disponer de brotes de trigo, lenteja, cebolla, garbanzo, rabanito, girasol o guisante (arveja).

¿Cuáles son sus propiedades?
Las semillas germinadas de alfalfa son las más nutritivas y ricas en proteínas, mientras que las de judía (haba, frijol) mungo se sitúan justo después, siendo éstas más fáciles de digerir. Los germinados de trigo son ricos en vitaminas y sales minerales, y constituyen la mejor forma de comer el grano entero. Los granos de lenteja, además de proteínas, aportan vitaminas, manganeso, hierro y cinc. Los de garbanzo, por su parte, son muy energéticos y aportan calcio y fósforo. Las semillas de cebolla emulan el picante característico de esta, por lo que es una buena manera de incluir indirectamente su sabor, por ejemplo, en ensaladas.

El contenido nutricional de los germinados es comparable al que poseen verduras y frutas, con el aliciente de que estas semillas son más ricas en enzimas y clorofila, siendo asimismo antianémicas, antitóxicas y revitalizantes. Por ejemplo, los germinados de soja o guisante (arveja) poseen un 27% más de proteínas que la carne, los huevos o la leche, pero sin el elevado contenido en grasas. Por tanto,se trata de un alimento muy completo que, disponible en cualquier época del año, equilibra las carencias que podamos tener en nuestra dieta.

Cómo favorecen a nuestro cuerpo los alimentos germinados
En cuanto a los beneficios que aportan estas semillas a nuestro organismo, son muchos los que encontramos, situándose sobre todo como una gran fuente de vitaminas, proteínas, minerales y nutrientes que ayudan a combatir las “enfermedades” de hoy en día, tales como el estrés. Por otra parte, y debido a que se trata de un alimento que está vivo, contiene hormonas de crecimiento, además de que no se malogra la energía de sus sustancias activas.

Los alimentos germinados son reconocidos por prevenir enfermedades, ya que fortalecen el sistema inmune, combaten la acción de los radicales libres, reducen el colesterol, mejoran el funcionamiento de la flora intestinal, estimulan la secreción del páncreas, ayudan en los procesos de depuración y desintoxicación y, al ser un alimento pre-digerido, facilitan la digestión. En definitiva, las semillas germinadas favorecen al metabolismo gracias a su acción reconstituyente.

Como puedes ver, los beneficios de los germinados son innumerables. ¿Ya los has probado e incluido en tu alimentación? ¿Qué esperas para incorporarlos a tu dieta?

Fuente: Mejor con salud 

sábado, 24 de agosto de 2013

Violencia de pareja y violencia sexual contra la mujer

Datos y cifras

  • La violencia contra la mujer -especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual- constituye un grave problema de salud pública y una violación de los derechos humanos de las mujeres.
  • En un estudio multipaís de la OMS, el 15%-71% de las mujeres de 15 a 49 años refirieron haber sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja en algún momento de su vida.
  • Estas formas de violencia pueden dar lugar a problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva y otros problemas de salud, y aumentar la vulnerabilidad al VIH.
  • Entre los factores de riesgo de comisión de actos violentos cabe citar un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber sufrido maltrato infantil o haber presenciado escenas de violencia en la familia, el uso nocivo del alcohol, actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.
  • Entre los factores de riesgo de ser víctima de la pareja o de violencia sexual figuran un bajo nivel de instrucción, el hecho de haber presenciado escenas de violencia entre los progenitores, la exposición a maltrato durante la infancia, y actitudes de aceptación de la violencia y las desigualdades de género.
  • En entornos de ingresos altos, hay ciertos indicios de la eficacia de los programas escolares de prevención de la violencia de pareja (o violencia en el noviazgo) entre los jóvenes.
  • En los entornos de ingresos bajos, aparecen como prometedoras otras estrategias de prevención primaria, como la microfinanciación unida a la formación en igualdad de género y las iniciativas comunitarias dirigidas contra la desigualdad de género o tendentes a mejorar la comunicación y las aptitudes para las relaciones interpersonales.
  • Las situaciones de conflicto, posconflicto y desplazamiento pueden agravar la violencia y dar lugar a nuevas formas de violencia contra las mujeres.

Introducción

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".
La violencia de pareja se refiere al comportamiento de la pareja o ex pareja que causa daño físico, sexual o psicológico, incluidas la agresión física, la coacción sexual, el maltrato psicológico y las conductas de control.
La violencia sexual es cualquier acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual u otro acto dirigido contra la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de su relación con la víctima, en cualquier ámbito. Comprende la violación, que se define como la penetración, mediante coerción física o de otra índole, de la vagina o el ano con el pene, otra parte del cuerpo o un objeto.

Alcance del problema

Las estimaciones más precisas de la prevalencia de la violencia de pareja y la violencia sexual en entornos sin conflictos son las proporcionadas por encuestas poblacionales basadas en el testimonio de las víctimas. En un estudio de la OMS sobre la salud de la mujer y la violencia doméstica contra la mujer (WHO multi-country study on women’s health and domestic violence against women) realizado en 10 países, en su mayoría en desarrollo, se observó que en las mujeres de 15 a 49 años:
  • entre el 15% de ellas en el Japón y el 70% en Etiopía y el Perú referían haber sufrido a lo largo de su vida violencia física o sexual perpetrada por su pareja;
  • entre un 0,3% y un 11,5% referían haber sufrido violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja después de cumplidos 15 años;
  • la primera experiencia sexual había sido forzada en muchos casos (17% en la Tanzanía rural, 24% en el Perú rural, y 30% en zonas rurales de Bangladesh).
La violencia de pareja y la violencia sexual son perpetradas en su mayoría por hombres contra mujeres y niñas. El abuso sexual infantil afecta a niños y niñas. En los estudios internacionales realizados, aproximadamente el 20% de las mujeres y el 5%-10% de los hombres refieren haber sido víctimas de violencia sexual en la infancia.
Los estudios poblacionales sobre la violencia en las relaciones entre los jóvenes («violencia en el noviazgo») indican que este problema afecta a una proporción considerable de la población joven. Por ejemplo, en un estudio realizado en Sudáfrica entre personas de 13 a 23 años, el 42% de las mujeres y el 38% de los hombres refirieron haber sido víctimas de violencia física en el noviazgo.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo de violencia de pareja y violencia sexual son de carácter individual, familiar, comunitario y social. Algunos se asocian a la comisión de actos de violencia, otros a su padecimiento, y otros a ambos. Entre los factores de riesgo de ambas, violencia de pareja y violencia sexual, se encuentran los siguientes:
  • un bajo nivel de instrucción (autores de violencia sexual y víctimas de violencia sexual);
  • la exposición al maltrato infantil (autores y víctimas);
  • la experiencia de violencia familiar (autores y víctimas);
  • el trastorno de personalidad antisocial (autores);
  • el uso nocivo del alcohol (autores y víctimas);
  • el hecho de tener muchas parejas o de inspirar sospechas de infidelidad en la pareja (autores);
  • las actitudes de aceptación de la violencia (autores y víctimas).
Entre los factores asociados específicamente a la violencia de pareja cabe citar:
  • los antecedentes de violencia (autores y víctimas);
  • la discordia e insatisfacción marital (autores y víctimas).
Y entre los factores asociados específicamente a la violencia sexual destacan:
  • la creencia en el honor de la familia y la pureza sexual;
  • las ideologías que consagran los privilegios sexuales del hombre, y
  • la levedad de las sanciones legales contra los actos de violencia sexual.
La desigualdad de la mujer con respecto al hombre y el uso normativo de la violencia para resolver los conflictos están estrechamente asociados tanto a la violencia de pareja como a la violencia sexual ejercida por cualquier persona.

Consecuencias para la salud

La violencia de pareja y la violencia sexual producen a las víctimas supervivientes y a sus hijos graves problemas físicos, psicológicos, sexuales y reproductivos a corto y a largo plazo, y tienen un elevado costo económico y social.
  • Entre los efectos en la salud física se encuentran las cefaleas, lumbalgias, dolores abdominales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, limitaciones de la movilidad y mala salud general. En algunos casos se producen traumatismos, a veces mortales.
  • La violencia de pareja y la violencia sexual pueden ocasionar embarazos no deseados, abortos provocados, problemas ginecológicos, e infecciones de transmisión sexual, entre ellas la infección por VIH. La violencia de pareja durante el embarazo también aumenta la probabilidad de aborto espontáneo, muerte prenatal, parto prematuro y bajo peso al nacer.
  • Estas formas de violencia pueden ser causa de depresión, trastorno de estrés postraumático, insomnio, trastornos alimentarios, sufrimiento emocional e intento de suicidio.
  • La violencia sexual, sobre todo en la infancia, también puede incrementar el consumo de tabaco, alcohol y drogas, así como las prácticas sexuales de riesgo en fases posteriores de la vida. Asimismo se asocia a la comisión (en el hombre) y el padecimiento (en la mujer) de actos de violencia.

Repercusión en los niños

  • Los niños que crecen en familias en las que hay violencia pueden sufrir diversos trastornos conductuales y emocionales. Estos trastornos pueden asociarse también a la comisión o el padecimiento de actos de violencia en fases posteriores de su vida.
  • La violencia de pareja también se ha asociado a mayores tasas de mortalidad y morbilidad en los menores de 5 años (por ejemplo, por enfermedades diarreicas y malnutrición).

Costos sociales y económicos

Los costos sociales y económicos de este problema son enormes y repercuten en toda la sociedad. Las mujeres pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos.

Prevención y respuesta

En la actualidad hay pocas intervenciones cuya eficacia se haya demostrado mediante estudios bien diseñados. Son necesarios más recursos para reforzar la prevención de la violencia de pareja y la violencia sexual, sobre todo la prevención primaria, es decir, para impedir que se produzca el primer episodio.
Respecto a la prevención primaria, hay algunos datos correspondientes a países de ingresos altos que sugieren que los programas escolares de prevención de la violencia en las relaciones de noviazgo son eficaces. No obstante, todavía no se ha evaluado su posible eficacia en entornos con recursos escasos. Otras estrategias de prevención primaria que se han revelado prometedoras pero deberían ser evaluadas más a fondo son por ejemplo las que combinan la microfinanciación con la formación en materia de igualdad de género, las que fomentan la comunicación y las relaciones interpersonales dentro de la comunidad, las que reducen el acceso al alcohol y su uso nocivo, y las que tratan de cambiar las normas culturales en materia de género.
Para propiciar cambios duraderos, es importante que se promulguen leyes y se formulen políticas que protejan a la mujer; que combatan la discriminación de la mujer y fomenten la igualdad de género, y que ayuden a adoptar normas culturales más pacíficas.
Una respuesta adecuada del sector de la salud puede ser de gran ayuda para la prevención de la violencia contra la mujer y la respuesta consiguiente. La sensibilización y la formación de los prestadores de servicios de salud y de otro tipo constituyen por tanto otra estrategia importante. Para abordar de forma integral las consecuencias de la violencia y las necesidades de las víctimas y supervivientes se requiere una respuesta multisectorial.

Respuesta de la OMS

En colaboración con varios asociados, la OMS:
  • reúne datos científicos sobre el alcance y los distintos tipos de violencia de pareja y violencia sexual en diferentes entornos, y apoya los esfuerzos desplegados por los países para documentar y cuantificar esa forma de violencia y sus consecuencias. Esto es fundamental para comprender la magnitud y la naturaleza del problema a nivel mundial.
  • refuerza las investigaciones y la capacidad de investigación tendentes a evaluar las intervenciones con que se afronta la violencia de pareja
  • elabora orientaciones técnicas basadas en datos científicos sobre la prevención de la violencia de pareja y la violencia sexual, y fortalece las respuestas del sector de la salud a ese fenómeno.
  • difunde información y apoya los esfuerzos nacionales tendentes a impulsar los derechos de las mujeres y a prevenir la violencia de pareja y la violencia sexual contra la mujer y a darle respuesta; y
  • colabora con organismos y organizaciones internacionales para reducir o eliminar la violencia de pareja y la violencia sexual en todo el mundo.
Fuente: Organización Mundial de la salud