martes, 29 de abril de 2014

Descansar... ¿qué es eso?

"Dagmar, le juro que no puedo descansar, no puedo parar, es que no tengo tiempo." Esto me lo dicen semana a semana, varios de mis pacientes dentro de la clínica. Las metas actuales y el estilo de vida moderno nos enseñan a ser más eficientes, más exigentes con nosotros mismos, el tránsito nos obliga a despertarnos más temprano. Si queremos competir en el mundo de hoy debemos exigirnos más y más y más...

Si dentro de tus metas existe la necesidad de despertarte más temprano, trabajar más y salir más tarde de tus actividades; si esto te llena y estás dispuesto a hacerlo, está muy bien. Ya hiciste el compromiso contigo mismo para enfrentarlo. Muy bien, lógico, esperable, este comprometido, tienes la edad, las ganas y la energía para hacerlo.

Así escrito suena muy bien y como dicen: "El papel aguanta con todo"; pero de eso a vivirlo, puede ser muy distinto. Algunas veces, no estamos muy seguros de cómo, por qué, para qué o para impresionar a quién llegamos a exigirnos tanto como lo hacemos. Te invito a revisar tus motivos y a lo mejor, a encontrar un espacio dentro de tu ocupada y agotadora agenda para ti, descansar y renovarte.

Si te detienes en el camino, a lo mejor puedes encontrar respuestas y mejorar tu calidad de vida:

Necesitas un espacio de tiempo para estar contigo mismo. Prográmalo.
Esto se llama autoexamen y vas a hacerte preguntas importantes acerca del camino de vida que has llevado hasta hoy; así como, empezar a decidir cambios y mejoras en el camino que elegirás a continuación.

Esto es un regalo de ti para ti. (Por eso los demás no lo aplauden).

Se creativo en tus respuestas, algunas veces no vemos soluciones obvias y sencillas que podrían beneficiarnos, pero que no las habíamos pensado. Escribe cosas extrañas, simpáticas o fantasiosas, no importa, ahí puede estar la respuesta a tu pregunta.
Necesitas estar dispuesto a ser objetivo y honesto contigo para que funcione.

Autoexamen:

Puedes anotar en una hoja los aspectos de tu vida, hacer varias columnas como "me gusta", "me disgusta", "secretamente lo odio", "me da igual", "me encanta"... y debajo de cada columna anotar cada aspecto de tu vida. Incluyendo trabajo, amistades, hora de despertar o dormir, pareja, etc.

¿El horario de trabajo está muy pesado? Si la respuesta es sí, te sugiero escribir ideas creativas de cómo podrías dormir un poco más o salir más temprano por la tarde. A lo mejor te es posible incluir una siesta de 15 minutos o escuchar música relajante mientras trabajas.
Es el momento de hacer un balance y evaluar en una escala del 1 al 10 qué tan satisfecho estás con tu vida actualmente.
  • Llevas meses o años prometiéndote ir a hacer deporte, escribe cuáles son las escusas para no hacerlo y luego tacha las que puedes vencer. Ahora escribe las razones por las que puedes hacerlo, a donde puedes ir, el horario en el que puedes cuidar de tu cuerpo físico.
  • Metas pospuestas. ¿Cuáles son las metas que necesito actualizar, revisar, renovar, quiero alcanzar, quienes me apoyan, quienes me detienen, etc.?
  • El tiempo para el silencio, la oración, la meditación son necesarios. No son pérdida de tiempo, búscalos.
  • Revisa tus hábitos alimenticios, ¿es saludable la comida que ingieres? ¿la cantidad? ¿5 veces al día? ¿y el agua? ¿tomas suficiente agua?
  • ¿Practicas alguna actividad como dibujo, pintura, lectura, música, arte?
  • ¿Hay algo, alguien, alguna situación que beneficiaría tu sensación de descanso, paz y desahogo si la o lo sacaras de tu vida?
  • Tienes espacios de descanso programados dentro de tu día, semana, mes, año. Si no es así, búscalos y disfrútalos.
Dagmar Polasek
Psicología General
Licenciada en Psicología Clínica
Socia Fundadora de Colegio de Psicólogos

lunes, 28 de abril de 2014

Estilos de aprendizaje y cómo facilitarlo (Parte 2)

Cuando una persona recuerda las cosas de acuerdo a una manera secuencial y ordenada, generalmente estamos hablando de una persona auditiva. Para las personas auditivas el recordar la secuencia es fundamental. Los auditivos comprenden mejor qué es lo que necesitan hacer cuando las instrucciones se las dan de forma oral y cuando pueden hablar y explicar esa información a otro. Las personas que memorizan las cosas auditivamente no pueden olvidar ni una sola palabra, ya que, si la olvidan, no podrán recuperarla y, por lo tanto, utilizar el resto de la información. Las personas auditivas tienen dificultad para relacionar la información, ya que este sistema no lo permite, aunque sí lo logran realizar con un mayor esfuerzo. El canal auditivo es fundamental en el aprendizaje de idiomas y de la música.

Los auditivos generalmente hablan solos, mueven los labios al leer y tienen facilidad de palabra, no les preocupa su aspecto o apariencia, tienen habilidad para monopolizar la conversación, les gusta la música y expresan sus emociones verbalmente. Ellos tienden a ser más sedentarios que los visuales; son más cerebrales y tienen mucho más vida interna que los otros dos estilos. Está interesado en escuchar, por lo que aprende al escuchar, oír, catar, disfruta los debates, las discusiones puede grabar su propia voz con sus propios resúmenes para estudiar y, sobre todo, son excelentes para platicar. Tienen una gran capacidad para organizar mentalmente sus ideas. Puede ser sensible a los ruidos.

Por último, las personas cenestésicas, para procesar la información, la asocian a las sensaciones y movimientos corporales, por lo que podemos inferir que son excelentes deportistas. Las personas que aprenden de esta forma lo hacen más lentamente en comparación con los otros dos estilos. Sin embargo, el aprendizaje es profundo: una vez aprendemos con nuestros músculos y con nuestro cuerpo algo, borrar esa huella mnémica es muy difícil. Debido a que utilizan más partes del cuerpo, su aprendizaje toma más tiempo, por ello se dice que es más lento.

Los alumnos cenestésicos aprenden muy bien y disfrutan haciendo experimentos o las actividades de clase en las cuales se les permite moverse, ya que necesitan el movimiento corporal para aprender. Son los alumnos que, por esta necesidad de movimiento, buscarán cualquier excusa para levantarse, moverse o parecerán que no se pueden sentar quietos.

Los del estilo kinestésico responden a las muestras físicas de cariño, les gusta tocar todo, se mueven gesticulando mucho, salen arreglados de casa pero en poco tiempo parecen desalineados o, como diríamos coloquialmente: "mamarrachos", expresan sus emociones por medio del movimiento. Aprenden haciendo, experimentando en vivo y a todo color. Les gusta el trabajo de campo, pintar, dibujar, bailar, hacer y reparar cosas.

Después de leer estos artículos espero que haya no sólo podido identificarse y explicarse usted mismo porqué se le facilitan más unas cosas que otras, y al mismo tiempo pueda haber identificado a sus hijos y alumnos a los cuales podrá ayudarlos a aprender de una forma más eficiente y eficaz.

Ana Lucía Novales
Psicologia Clinica, Educativa y Familiar
Ninos y Adultos

viernes, 25 de abril de 2014

El duelo: No le temas, ¡vívelo! (Parte 1)

Vivir un duelo es darle el lugar de importancia que merece aquello que vivimos y perdimos. Es decir, la tristeza, el enojo, el dolor, la angustia y todo aquello que sentimos tiene que ver con el nivel de importancia que esa persona que se fue, tuvo para nosotros. Por lo tanto, está bien llorar a quien se fue. ¡No te contengas! Es ofrecerle un tributo a esa persona por lo que significó para ti y, a la vez, prepararte para lo que sabes que tu vida será de ahora en adelante que ya no está.

Vienen cambios importantes en tu vida (a veces desde la residencia, los horarios, el ingreso económico...), la forma de vivir en general puede verse alterada; por lo tanto, es importantísimo y necesario vivir el duelo para luego estar listo para enfrentar lo que viene.

Qué es un duelo: Es la manera en que cada persona enfrenta la muerte o pérdida permanente de un ser querido. Depende de quién se ha ido; puede ser la pareja, los padres o los hijos. Por supuesto que cada quien lo vive de forma diferente. Cada uno de estos duelos va a ser sentido por el doliente según la relación con la persona que se fue, el tipo de relación que tenían, si estaba enfermo o sufrió un accidente, la frecuencia con que se veían, si la relación era buena o reñida; muchos factores personales entran a hacer más o menos difícil el decir adiós.

Podemos referirnos a duelo o hablar de pérdida al referirnos a casi cualquier cosa que amamos o nos llena, pero que termina un día y nos produce un vacío. Puede ser el final de un trabajo, una relación que se acaba, cambio de residencia, la muerte del gato o el perro y hasta la pérdida de tus lentes favoritos. Cada una merece ser atendida en su momento y respetado el doliente.

Se espera que el nivel de dolor o el tiempo que lleve un duelo relacionado a eventos de la vida como relaciones, trabajo o estudios, por ejemplo, sean un poco más llevaderos que los relacionados a la muerte de un "otro" importante, sin dejar de ser necesario vivirlos, para dar paso a lo siguiente que viene. Por ahí dicen que cuando "una puerta se cierra, una ventana se abre".

Si no vivimos el duelo, quiere decir que no nos estamos "enterando" de que ese periodo ya terminó y que debemos cerrarlo bien para pasar a la siguiente etapa. Cuando no cerramos una parte de nuestra vida, podemos caer en riesgo de dejar muchos capítulos abiertos que van obstaculizando nuestro crecimiento y frenándonos, no permitiéndonos a nosotros mismos crecer y pasar a la siguiente etapa.

Todo el tiempo enfrentamos finales. Es importante cerrarlos al vivir el duelo para evolucionar hacia el siguiente paso de nuestras vidas.

Cuando es una persona amada la que se ha ido de nuestra vida, al vivir el duelo permitimos que paso a paso todo nuestro ser se pueda despedir, honrar y eventualmente adaptarse a vivir sin ese alguien que nos ha dejado aquí y se nos ha adelantado en el inevitable final de cada vida: la muerte.

Estos periodos son necesarios para aprender a superar obstáculos, valorar tu vida, cambiar creencias, postura de vida, acercarte a tu espiritualidad y alejarte de aquello que no te corresponde.

Si algo vale la pena es vivir tus duelos, por dolorosos que sean... no les temas, ¡atraviésalos! ¿Cómo? Es necesario llorar, pasar por el dolor, sentir cada etapa, vivirla, adentrarse y llevarlo bien. ¿Como se esquiva? Al intentar ignorar la voz interior que te pide honrar ese final y "distraerte" con escapadas poco sanas como el alcohol, las drogas, enfermarte, seguir aferrado a un estilo de vida que te hace sufrir, comer en exceso e insomnio, entre otras muchísimas manifestaciones en que tendemos a caer al intentar "jugarle la vuelta" al duelo en lugar de enfrentarlo. Pon atención a tu lenguaje y si dices cosas como: "no, si yo no lloro por esto" o "no, si yo estoy muy bien".

No temas. Vive cada etapa intensamente.


Todo lo que viene en tu camino estaba diseñado de forma perfecta y puedes enfrentarlo. Asusta, yo sé. Creemos que no podemos, casi siempre. Pero puedes y debes.

Al terminar de vivir una etapa difícil como un duelo, siempre sales siendo una mejor persona.

Despídete de quien amas y se ha ido. Él o ella quisieran que siguieras con tu vida. Si te quedaste un tiempo más, es porque tu aprendizaje en este paso por el mundo no ha terminado y un duelo bien llevado puede ser la clave para seguir viviendo más allá del dolor y la confusión que esa pérdida dejó.

Dagmar Polasek
Psicología General
Licenciada en Psicología Clínica
Socia Fundadora de Colegio de Psicólogos