viernes, 3 de mayo de 2013

Prevención y control del acoso escolar

¿Se puede proteger a tu hijo para que no se convierta en un acosador ni en un acosado? Pues, claro que sí. Por lo menos, existen algunas pautas que pueden ayudar tanto a la familia como a los educadores y a la sociedad de un modo general, a prevenir este fenómeno. Luchar contra el bullying es una responsabilidad de todos. Cada parte implicada debe cumplir su papel.

El acoso escolar y la familia

Educar es una tarea muy difícil ya que los padres ni las madres son expertos en pedagogía o han nacido ya preparados para educar a sus hijos. Pero la familia se construye y su estado es considerado esencial para la socialización de los niños, a través de la transmisión de valores, normas o comportamientos. La familia es la que tiene que establecer lo que es inaceptable y lo que es aceptable, en casa y en las relaciones sociales. Según los expertos en acoso escolar, la ausencia de reglas, la falta de supervisión y de control razonables de la conducta de los hijos fuera del colegio, de lo que hacen y con quién van, una disciplina demasiado dura, la falta de comunicación y la presencia de tensiones y de peleas en la familia, pueden llevar a los hijos a la adquisición de conductas agresivas.

Recursos familiares contra el acoso


Existen cursos y reuniones en las escuelas de padres y madres que pueden orientar a los progenitores acerca de lo que se puede hacer para mantener alejados a sus hijos del bullying. Se basan, normalmente, en reglas básicas como:

1. Preocuparse por los hijos, hablando con ellos y creando un canal de diálogo. Evitar los monólogos. Se aprende y se conoce mejor a los hijos, escuchándoles.
2. Estar pendiente de los posibles síntomas como nerviosismo, falta de apetito, insomnio, bajo rendimiento escolar o fobia escolar.
3. Controlar y supervisar las conductas de los hijos, observando qué hacen, a dónde van, con quién juegan, cuáles son sus intereses y proyectos.
4. Determinar los límites y las normas. Exigir el cumplimiento de las elementales.
5. Educar para controlar las emociones, para comportarse con los demás y para convivir con otros.
6. Observar los comportamientos, estados de ánimo y cambios en los hábitos de los niños.
El papel de la escuela en el acoso

El tipo de disciplina que exista en las aulas y en el centro escolar es de fundamental importancia en la construcción de una buena conducta. La constante supervisión de la conducta de los niños en las aulas y en el patio, así como en el comedor, cuenta a la hora de detectar si está o no ocurriendo algún caso de acoso escolar. Profesores y cuidadores deben estar presentes y pendientes, siempre.

Actuación de la escuela frente al acoso escolar

En un principio, no cerrar los ojos a la realidad. Establecer reglas para evitar el bullying, mantener un buzón de sugerencias y de quejas siempre abierto, tratar el tema a través de cursos, conferencias o tutorías, poner a cuidadores o vigilantes en el comedor, en el recreo, y en otras zonas de riesgo, introducir y mantener asignaturas de educación en valores, e intervenir de una forma rápida, directa y contundente en el caso de haya alguna sospecha de acoso escolar. En complicidad con el centro escolar, los profesores deben colaborar en la identificación de algún caso, o simplemente estableciendo con sus alumnos unas normas de no agresión.

Las instituciones y los medios de comunicación

Crear y mantener un teléfono público para los niños es una forma de abrir una puerta a sus posibles conflictos. Las campañas anuales de sensibilización también pueden funcionar para prevenir el acoso escolar. En cuanto a los medios de comunicación, sería interesante y muy viable que controlasen más los contenidos que emiten o publican. La sociedad en general debe prevenir y atajar posibles brotes de acoso. Es necesario estar atento y no dejar pasar nada o pensar que todo es normal o se trata de una broma. Cuando un niño se burla, amenaza o pega a otro niño, se debe intervenir para que eso no se repita. Cuando en el patio del colegio alguien se burla del aspecto de otra persona, hay que reprenderle.

Fuente: Guía Infantil 

jueves, 2 de mayo de 2013

Cómo hablar de emociones y de sentimientos con los niños

No solo debemos enseñar a los niños a razonar como también a entender sus sentimientos y emociones. No siempre nos resulta fácil hablar con nuestros hijos de emociones y de sentimientos, pero sería enormemente beneficioso para ellos disponer de la oportunidad y de las palabras necesarias para comunicarnos sus más íntimos pensamientos, sus sensaciones, sus disgustos, su arrepentimiento, su cariño,... en definitiva, abrirnos su interior.

Hablar de sentimientos con los hijos

La comunicación entre padres e hijos es fundamental para que exista armonía en el hogar y se establezcan entre nosotros unos lazos afectivos perdurables. Hablar con ellos sobre lo que han hecho, lo que han aprendido, o con quién han estado es una excelente manera de conocerlos..., pero un paso más es que nos cuenten cómo se han sentido, si han estado alegres, tristes o enfadados..., para mí esto es el inicio de una confianza indestructible.

Los lazos de unión son más poderosos cuanto mayor es la capacidad de hablar de aspectos íntimos e individuales. Mostrar nuestras debilidades, nuestros temores o nuestra alegría no nos hace vulnerables dentro de los vínculos familiares, si no que nos hacen más humanos y naturales.

Yo reconozco que, a veces, me cuesta hablar de cómo me siento, cuáles son mis sentimientos..., por ejemplo, en muchas ocasiones, miro a mis hijos y quiero besarles, quiero decirles que les quiero, pero no lo hago. Me callo y, sólo en excepcionales ocasiones, les estrujo y les dijo las palabras mágicas "te quiero". Unas veces por vergüenza y otras por prisas, el caso es que pasamos por la vida haciéndonos los duros, soportando nuestras tensiones y evitando dar rienda suelta a nuestras emociones.

Lo mejor sería que nuestros hijos, cuando quieran reír rían, cuando quieran llorar, lloren, cuando sientan una injusticia, pidan justicia, y cuando sientan arrepentimiento ante un error, pidan perdón. Para ello, nosotros volvemos a ser sus modelos, somos los más indicados para proporcionarles las herramientas necesarias. Muchos padres y madres sufren mucho ante la falta de expresión amorosa y sincera de sus hijos a los que tanto han dado.

Sus relaciones se convierten en una distante expresión cordial de convivencia, faltas de emotividad y gratitud. Lo mejor es empezar cuanto antes a expresar nuestros sentimientos, pero nunca es tarde para "mover pieza" y decirles a los hijos que les queremos (ellos seguramente lo saben, pero todos necesitamos escucharlo alguna vez). Hablar de nuestros sentimientos y enseñar a nuestros hijos hablar sobre ellos, sin duda, nos hará vivir más felices. ¿Acaso no nos alegra el día, un beso y un "te quiero" sincero de nuestro hijo?

Mirna Santos. 
Guía Infantil

martes, 30 de abril de 2013

¿Sabes hacer los deberes con tus hijos?

Después de las vacaciones, volver al colegio supone un esfuerzo para todos los niños. Empieza el segundo trimestre y hay que volver a estudiar. El tiempo de ocio se limita de lunes a viernes y se acabaron los juegos. En el mejor de los casos, hoy probablemente no haya deberes por ser el primer día de colegio, pero mañana sí, y los padres volveremos a hacer encaje de bolillos para sacar tiempo y ayudar a nuestros hijos con las tareas de la escuela. 

El acompañamiento de un adulto es importante en las primeros cursos de Primaria y sólo para algunos niños, pero no para todos. Al principio, los niños precisan del apoyo y del conocimiento de ciertas herramientas y trucos de organización que podemos enseñarles. Después, una vez que las hayan adquirido, no necesitarán de nuestra presencia, a menos que quieran consultarnos cómo solucionar alguna dificultad. 

La idea de acompañar a los niños en la realización de sus deberes tiene como objetivo ayudarles a convertirse en alumnos responsables e independientes. 


Es importante establecer con ellos desde el principio, un horario y un lugar para desarrollar la tarea. La distribución del tiempo, la capacidad de concentración y las técnicas de estudio son valores, que debemos ir inculcándoles sobre el terreno. Dependiendo del volumen de trabajo de cada una de las asignaturas y de la capacidad individual para cada una de ellas, así distribuiremos el tiempo para no alargarnos demasiado con una asignatura en detrimento de otra. Esto último está en consonancia con el nivel de concentración que alcance el niño, ya que cuantos menos elementos de distracción tenga a su alrededor (televisión, música, teléfono) más útil será para él la tarea de los deberes y antes podrá terminarlos para dedicarse a otra cosa. 

Y por último, para sacarle el mayor partido al aprendizaje lo mejor es poner en marcha algunas técnicas sencillas de estudio. De nada sirve, perder el tiempo aprendiendo los contenidos de memoria, si el niño no ha entendido nada. Los esquemas y los resúmenes son importantes para asimilar y aprender. Como padres responsables debemos brindar ayuda, no respuestas, herramientas de trabajo, sí, pero no trabajos terminados para acabar antes e irnos todos a dormir. Nuestra dedicación y esfuerzo inicial servirá para que el asunto de los deberes no se enquiste y se dilate en el tiempo convirtiéndose en un incómodo problema familiar. 

Es posible que los padres sobreprotectores, que prefieren hacer los deberes de sus hijos, en el fondo, lo que estén consiguiendo es negar a sus hijos la oportunidad de administrarse, organizarse y ser responsables. En cambio si logramos participar en sus obligaciones, pero sin inmiscuirnos demasiado, lograremos que nuestros hijos adquieran el hábito de estudiar, que es lo que se pretende con los deberes.

Marisol Nuevo.