jueves, 18 de abril de 2013

Deberes con los que deben cumplir nuestros hijos

Muchas veces queremos consentir a nuestros hijos, evitándoles que tengan cosas que hacer, como ayudar en las tareas del hogar, pero esto puede hacerles un daño cuando crezcan, porque no valorarán esas actividades ni las sabrán hacer, lo que es muy necesario al crecer. Si les enseñas desde niños, según sus capacidades, a trabajar en el hogar, aprenderán a hacerlo con entusiasmo y a valorarlo.

¿Enseñarles deberes hogareños?
Cuando somos adultos pensamos que muchas cosas serían más fáciles si las hubiéramos aprendido antes, o nos hubiéramos familiarizado con ellas. Siempre es mejor aprender las cosas de pequeño, siendo la responsabilidad una cualidad muy importante, que no debemos retrasar.

Los niños necesitan aprender que en la vida hay cosas que hacer, que aunque no nos gusten debemos hacerlas, así que es mejor aprenderlas y realizarlas con el mejor ánimo posible, como las tareas hogareñas, el cuidado de las mascotas, etc. No se trata de que los hijos hagan todo, sino que vayan aprendiendo y colaborando en el hogar, lo que les será de gran ayuda cuando vivan solos o en pareja.


¿Cómo enseñarles?
Lo primero es enseñar con el ejemplo. Si haces las labores hogareñas con entusiasmo, tu hijo verá que es divertido y con gusto te ayudará, sólo por el deseo de hacerte feliz, aunque eso ocurre si le enseñas a dejar de ser egoísta.

También puedes premiarlo cada vez que te ayude, o decirle “ayúdame a cocinar la torta que te gusta”, o hacer un esquema de puntuaciones donde gane puntos al ayudar, lo que al cabo de un tiempo se transforme en un regalo. El incentivo es muy importante.


¿Todavía está muy pequeño?
A todas las edades puedes enseñarles algo a tus hijos, como por ejemplo, a los 2 años puedes aprovechar sus ganas de imitarte y de ordenar, y enseñarles con juegos que es divertido ordenar lo que se ha utilizado. Ya cuando están un poco más grandes (a los 4 o 5 años), puedes exigirles que realicen pequeñas tareas de las que ellos se encargarán, como limpiar la mesa, o ayudarte a llevar la bolsa del pan.

Ya sobre los 6 años, si les inculcaste el entusiasmo por ayudar, lo harán gustosos, pero en esta etapa la independencia y las ganas de hacer cosas para sí mismos puede ser mayor, por lo que tendrás que aplicar incentivos para enseñarles. Esta es la edad ideal para enseñarles a cuidar de otro ser, de una mascota, a plantar un árbol y a ayudar a botar la basura y doblar su ropa.

En la preadolescencia, si trabajaste bien, podrás tener a un hijo con ganas de ayudar, aunque a nadie le viene mal una recompensa de vez en cuando. Pero también tienes que hacerle entender que es parte de la unión familiar el colaborar para alivianarle el trabajo a los seres amados. Es una forma de demostrar amor el ayudarle a la mamá a colgar la ropa, o al padre a limpiar el coche, por lo que tienen que aprender a pensar en los demás y trabajar para la familia.

Si le enseñas estas pequeñas tareas a tus hijos les facilitarás el trabajo a futuro y les evitarás muchos problemas, ya que se suele repetir lo que se aprendió en la infancia y muchas personas no colaboran en las labores hogareñas, lo que trae grandes conflictos de pareja, o los puede afectar si viven solos y no saben hacer ni las tareas mínimas.

Y tú, ¿les enseñas a tus hijos a participar en el hogar? Recuerda que las tareas del hogar son lecciones de vida.

Fuente: Entre Padres 

lunes, 15 de abril de 2013

Los piropos más lindos

¿A qué mujer no le gusta recibir piropos? Por supuesto no hablo de los piropos vulgares y groseros que suelen soltar algunos hombres. Hablo de piropos lindos, que nos hacen sentir la mujer más hermosa del mundo.

¿Qué tal los halagos sinceros hacia la forma en que haces tu trabajo? También nos gusta recibir ese reconocimiento.

¿Y cuándo el piropo viene de alguien a quien amas?

Ultimamente he recibido algunos piropos hermosos, que han hecho que mi corazón salte de felicidad.
  • Eres lo que más quiero
  • Tú eres lo que me hace sentir feliz
  • Cuando estoy triste y me abrazas me siento mejor
  • Me gusta estar contigo
  • Eres lo mejor de mi vida
¿Te parecen simples? ¿No muy rebuscados? Sí, son piropos sencillos. ¿Sabes por qué me gustan tanto? Porque me los dijo mi hija de tres añitos.

¿Qué piropo lindo te han dicho tus hijos?

Roxy González 

sábado, 13 de abril de 2013

¿Es normal? por Rose Mary Espinosa

¿Es normal tener fantasías sexuales con tu mejor amiga? ¿Es normal que mi novio nunca haya eyaculado dentro de mí? Me excita más ver pornografía que hacer el amor con mi novia, ¿es normal?

La mar de dudas, extrañamientos y sentimientos de vergüenza a partir de deseos, preferencias y prácticas relacionadas con la sexualidad.

De niña, un vecino me tocaba todo el tiempo, ahora creo que soy lesbiana y quisiera ser normal. Desde que nació mi bebé, no tolero que mi esposo se me acerque, ¿es normal? ¿Es normal que cuando estoy ovulando sea más impulsiva y hasta irracional a la hora de tener relaciones?

¿Debo preocuparme si mi novia disfruta y quiere más? ¿Es normal que una mujer te pida que la insultes y maltrates? ¿Es normal que, cuando una mujer es virgen, también nos duela a nosotros? ¿Es normal que un hombre en sus veinte no siempre quiera tener relaciones sexuales? ¿Es normal ser bisexual o es solo una etapa de negación?

No me gusta que mi pareja me cuente lo que ha hecho con otras mujeres, ¿es normal? Sólo tengo intimidad con mi novio cuando estoy borracha, ¿es normal? Desde hace un par de meses, voy a antros gay sin que mi esposo lo sepa, ¿es normal?

¿Es normal que una pareja se distancie a tal grado que, para uno de ellos, tener relaciones signifique una violación? ¿Es normal que un gay sienta repulsión hacia una amiga lesbiana desde que dijo que le gustaban los hombres gay? Mi pareja y yo lo hacemos a diario, ¿es esto normal? ¿Es normal que un chico de 15 años toque a su primo de cinco?

Me atraen hombres que tienen la edad de mi padre, ¿es normal? Mi esposo quiere que lo estimule analmente con el dedo y otras cosas, ¿es normal? Mi esposa me confesó que de niña sufrió abuso sexual por parte de un tío y ahora desconfío que ella, a su vez, abuse de nuestros hijos pequeños, ¿es normal?

La llamada normalidad puede ser vista y visitada a través del tiempo, la religión, la ciencia, la estadística, la moral, la ley, o lo que se considera natural, un concepto tipo camisa-de-once-varas, tan polémico como el de lo “normal”.

Desde luego, persiste la vinculación de lo natural con asunciones teológicas, es decir, la naturaleza en consecuencia con la razón y la voluntad de Dios. El pecado original, empero, nos revela el potencial transgresor en los seres humanos, capaces de actuar contra Dios y contra la razón.

En términos generales y a pesar de las elaboraciones sobre el comportamiento humano durante la Edad Media y el Renacimiento, el concepto de lo natural no revistió cambios significativos. ¿Por qué ciertos actos corporales se consideran contra natura? Quizá fue a partir del siglo XIX cuando la relación entre naturaleza y norma tomó otro matiz, especialmente cuando, a partir de estudios y modelos psicoanalíticos, se demostró que la represión sexual conducía a neurosis, ésta sí generadora de comportamientos anormales.

Desde luego que definir lo patológico en términos de excesos y carencias tampoco resultó determinante, amén de que en ese entonces las conclusiones no partían de estadísticas, es decir, no había evidencia cuantitativa suficiente para su validación.

Por el contrario, en las décadas de los 40 y los 50, Alfred Kinsey se propuso investigar la sexualidad con un acercamiento fuera de la norma, con base en mediciones, y que arrojó mayor descripción y mayor transparencia a propósito de lo normal y lo natural, y puso el reflector sobre la diversidad.

Hay quien habla del siglo XX como el nacimiento (o el desvelamiento) de una sexualidad descarriada y sin guía. Si bien, los valores son varios y variantes: hay más formas de sexualidad naturales que las previamente concebidas.

Lo natural, en su definición más estrecha, ¿significa saludable? Según John Money, la retórica de los años 60 a los 80, revela el peso que los estereotipos de género tienen en la prevalencia de estos conceptos. A raíz de sus estudios sobre perversiones, inventó la normofilia, como una clasificación que se suma a la lista de parafilias, y que define como la excitación a partir de estímulos normales o convencionales, y, por tanto, resultado más de un proceso de culturalización que de la naturaleza humana.

Llama la atención que hoy día, en muchos casos, la normalidad también se asocie con expectativas ajenas o paradigmas vigentes y, por ejemplo, suela ser entendida como la media en dimensiones y proporciones corporales, tiempos y frecuencias, o resultado de comparar el desempeño, el deseo y las preferencias sexuales con los referentes predominantes.

Lo normal como común, como frecuente, conlleva el riesgo de apuntar a un ideal social, a marcar resistencias al cambio y condenar lo diferente, a no aceptar o no querer ver la línea entre conductas permisivas y condiciones que promueven y perpetúan desconocimiento, sentimientos de culpa, marginación y abusos, es decir, lo que soportamos porque todos lo hacen, porque se ha hecho siempre, a pesar de cómo y cuánto afectan a unos y otros.

Una especie de mito contra realidad, de ideal versus real. ¿Ondear la bandera de la normalidad es más bien una advertencia de intolerancia y exclusión? ¿Es posible que el legado de conocimientos a lo largo de los siglos dé paso a un conocimiento verdadero y una crítica efectiva?