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martes, 31 de marzo de 2015

En muchas ocasiones, creemos que la violencia solo consiste en golpes y no nos damos cuenta que si nuestra pareja o alguien de nuestro alrededor, nos grita, insulta, amenaza, chantajea etc., también estamos siendo víctimas de violencia.

La violencia psico-emocional se manifiesta a través de:
Gritos
Insultos
Amenazas
Prohibiciones
Intimidación
Indiferencia
Ignorancia
Abandono afectivo
Celos patológicos
Humillaciones
Descalificaciones
Chantajes
Manipulación
Coacción

Cualquiera de estas actividades ejercidas por un hombre, son con el fin de tener un control sobre la mujer, es decir, generar una dependencia e inseguridad. En casos más avanzados, la víctima se culpa de todas las acciones abusivas realizadas sobre ella. Si él es alcohólico es porque ella lo provoca, si él la rechaza o le es infiel es porque ella no merece ser amada. Estas formas de pensar, las crea la víctima para tener una justificación sobre la violencia que se le ejerce.

La violencia psico-emocional es un proceso lento y profundo. Hasta las mujeres más inteligentes e independientes, pueden llegar a sufrir de éste tipo de violencia sin darse cuenta.


Aportación:
Campaña Por La No Violencia Contra Las Mujeres


miércoles, 28 de mayo de 2014

Violencia intrafamiliar

La violencia puede manifestarse de diferentes maneras, tales como: insultos, ofensas, empujones, maltratos, golpes, patadas o el uso de objetos como armas contra ti, relaciones sexuales en contra de tu voluntad, no te dan dinero suficiente para cubrir tus gastos o los de tus hijos o tu pareja te obliga a que le entregues todo tu dinero, cuando no puedes ver a alguien que deseas ver o no ves a tu familia o amigos.

Existen varias señales de aviso cuando nos encontramos en una relación abusiva, especialmente para las mujeres:

  • Insultos, críticas, humillaciones en público o en privado.
  • Golpes, lesiones.
  • Amenaza en hacerte daño a ti o a tus hijos.
  • Te echa la culpa de todo.
  • Se pone furioso de una manera que asusta a los demás o a ti misma.
  • Controlador (pregunta dónde estas, te llama todo el día, escucha tus llamadas telefónicas, revisa el millaje de tu carro).
  • Celos exagerados.
  • Te obliga a que te quedes en casa, sin visitar a familiares o amigos.
Si tú no estás pasando por esto, pero observas las siguientes situaciones en alguna amiga o conocida, puedes invitarla a recibir ayuda profesional para que pueda salir del círculo de la violencia.
  • Tu amiga parecerá nerviosa, atemorizada o no habla cuando su esposo está presente.
  • Sus hijos son tímidos, retraídos o agresivos y no se llevan bien con los demás niños.
  • Tu amiga tendrá a menudo golpes o lesiones que no puede explicar o da alguna excusa poco creíble.
Mayori Carrera
Psicología General
Licenciatura en Psicología Clínica, Cum Laude
Consteladora Familiar y Programación Lingüística

martes, 21 de enero de 2014

A mi hijo le pegan: ¿qué puedo hacer?

Tu hijo llega de la escuela frecuentemente quejándose de que otro niño en su salón de clase le pega. Esta situación te preocupa y te indigna.

¿Qué está pasando? ¿Tu hijo es presa fácil de un bully? ¿Por qué nadie interviene para protegerlo? ¿Cómo puedes ayudar a tu hijo a resolver este problema?

1. Escucha.

Antes de enfurecerte, realmente escucha a tu hijo para digerir toda la información y saber en qué momento y en dónde están pasando los incidentes, y quién participa.

¿El golpe es un intercambio privado de agresiones entre tu hijo y otro niño? ¿El niño agresor es más grande que tu hijo? ¿Hay otros niños involucrados a quienes también se les pega? ¿Quién ve los golpes?

Es importante averiguar si es una situación personal entre dos niños, o si hay un ambiente de bullying, donde un agresor y su público están abusando de un solo víctima.

2. Pregunta.

¿Qué pasó antes de los golpes? ¿Qué hizo tu hijo después? Estas preguntas se hacen con mucha tranquilidad: no estás buscando culpas. Solamente quieres conocer todo el entorno.

Es importante ayudar a tu hijo a identificar sus propios sentimientos. “¿Cómo te hace sentir?” puede ser una pregunta con respuesta muy obvia, pero necesitas ayudar a tu hijo a encontrar palabras adecuadas para analizar sus circunstancias.

“Me siento triste.” “Estoy muy enojado.” “Me siento humillado.”

Poder articular lo que te pasa es el primer paso en ser asertivo.

3. Pide soluciones.

En vez de meterte de lleno y decir, “Pues, pártele la cara a este hijo de toda su madre,” cálmate y pregunta a tu hijo, “Y qué crees que puedes hacer?”

A lo mejor te sorprende su respuesta.

Ayúdale a encontrar dos o tres opciones viables. Por ejemplo, puede retirarse, decirle a la maestra o regresar el golpe en el momento.

5. Ensaya opciones.

En una situación donde alguien repetidamente recibe agresiones, lo peor no son los golpes, sino la falta de poder que somete y atrapa a la víctima en un círculo vicioso de intimidación.

Dentro del ambiente seguro de la casa, puedes dar a tu hijo el espacio para pensar y practicar soluciones que le devolverán el control de su situación.

Por ejemplo, tú puedes tomar el papel del agresor y fingir que vas a pegar a tu hijo. “Te voy a pegar,” le dices. “¿Qué vas a hacer?”

Te puede gritar fuerte, o estirar el brazo con la mano extendida para decir, ¡Alto! Te puede decir con firmeza, “ A MI no me pegas, fíjate.” Puede denunciar al agresor y pedir ayuda a alguien más. O te puede dar un trancazo (fingido).

El chiste es dejarlo experimentar y practicar con varias respuestas hasta que se sienta cómodo con alguno.

6. Promueve la comunicación verbal.

Antes de llegar a los golpes, hay que tratar de hablar. Por eso, ayuda a tu hijo a poner sus límites usando palabras. Por ejemplo, puede decir, firmemente, en voz alta: “No me pegues. No me gusta. Me duele.”

O también, “Si me vuelves a pegar, te voy a acusar con la maestra.”
Enseña a tu hijo a hablar de sus propias emociones en vez de etiquetar a los demás.

Por ejemplo, decir “cuando me pegas, me siento muy enojado” es mejor que decir, “niño grosero pegalón”.

Dar la cualidad de una etiqueta a alguien le da poder, porque le estás concediendo esta característica como algo esencial y no como una forma de conducta que se puede cambiar.

Si tu hijo llega a ver a su acosador como alguien malvado y amenazador, será difícil sobreponerse a esta impresión. Su relación con esta persona siempre se basará en el miedo y la intimidación.

Por otro lado, si tú le ayudas a tu hijo a enfrentar al otro niño y vencer su miedo, podrá ver que es un niño igual que él, con una conducta inaceptable pero sin la ventaja de ser un monstruo. Las conductas se pueden cambiar.

7. Acude con la autoridad.

Mientras que tú en casa sigas el proceso de apoyar a tu hijo, habla con las autoridades escolares para que ellos tomen cartas para supervisar la situación en la escuela.

Cuando el problema es entre dos niños de la misma edad, muchas veces lo pueden resolver con un poco de ayuda. Sin embargo, si hay un desequilibrio de tamaño o fuerza, es absolutamente necesaria la intervención adulta para prevenir el bullying.

Es vital que los adultos mantengan los ojos bien abiertos para evitar situaciones peligrosas que puedan salir de control.

8. Confía en tu hijo.


Dale tu voto de confianza, haciéndolo sentir fuerte. Déjalo saber que tendrá siempre tu apoyo incondicional, y que él decide cómo quiere resolver su problema, ya sea con palabras, con ayuda de la autoridad, o con golpes.

Tú no le digas, “¡Pega!” o “¡No pegues!” El hecho de pegar para defenderse no lo hace un niño violento, y el hecho de no pegar no quiere decir que es un débil que se deje de todos.

El proceso de buscar su propia solución con tu apoyo fortalece su auto estima y su habilidad de enfrentar retos.

Un niño fuerte que se enfrente a su agresor pronto dejará de ser el marco de agresiones.

Margaret McGavin

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¡Hombre maltratado por la mujer…es causa de risa!

Observamos una escena en la que el marido maltrata a la mujer: sentimos indignación, nos incomoda, lo desaprobamos y criticamos. Observamos otra escena en donde la mujer es la que maltrata al marido: nos causa gracia, nos reímos y lo aprobamos porque pensamos que el “débil” está venciendo al “fuerte”. Sin embargo, no nos damos cuenta de que en ambas escenas, se está ejerciendo violencia. Ejemplo de ello lo tenemos en innumerables programas cómicos, en publicidad y hasta en las comiquitas en varios medios de comunicación.

Los factores comunes para que el varón víctima no se separe o haga la denuncia, son culturales, sociales e individuales y están en estrecha relación con las causas que originan este fenómeno.

Los estereotipos rígidos del varón con lo que se espera de él como “macho” o el temor a las burlas hacen que trate de esconder el problema. En ese “esquema social” de proveedor, jefe de familia y protector, una denuncia de agresión significaría trastocar los roles establecidos, donde se supone que el varón es el que “lleva los pantalones” . Para muchos es inadmisible reconocer ante sí mismo y ante los demás la caída de su superioridad. No denuncian porque el maltrato de sus esposas o hijos es un duro golpe a su autoestima.

Hay sentimientos comunes en el hombre maltratado: soledad, sufrimiento, vergüenza, pobre autoestima, culpa, inhibición, propensión a la humillación o temor a tomar una decisión. .

La soledad que sienten es el denominador común. Callan, sufren en silencio pues no hablan sobre su situación ni con el familiar más cercano ni el amigo de confianza. Su respuesta ante la violencia es quedarse callado y aceptar el hecho con resignación o huir momentáneamente de la situación.

No es frecuente que un hombre exprese sus sentimientos y debilidades y le diga a alguien que está siendo maltratado. “No está bien” ver a los hombres lloriqueando o quejándose. Se le ha educado para que reprima sus emociones y se comporte como “todo un hombrecito” desde pequeño. Debe ser capaz entonces, de soportar y controlar el maltrato si es que se reconoce, pues no existe creencia de que la mujer violenta pudiera entrañar peligros potenciales, a pesar de los casos que se reseñan en la prensa mundial.

La violencia, provenga del hombre o de la mujer, tiene el mismo origen: poder y control sobre la relación. Las motivaciones sin embargo pueden ser algo distintas — esposa, concubina, amante, pareja ocasional, madre — la violencia puede surgir con el fin de mantener control sobre la relación y la vida de la pareja, obtener algún tipo de beneficio económico, cuando se rompe la relación, cuando uno de los dos tiene una relación extramarital o cuando la relación extramarital pretende la formalidad de la relación.

Algunos varones piensan que el maltrato emocional y psicológico no es violencia. La violencia emocional o psicológica es tanta o más dañina que la violencia física o sexual.

Una de las características más resaltante de la violencia o abuso emocional es la sugestión o alienación o el “lavado de cerebro” de la víctima Al igual que las mujeres maltratadas, ellos caen en una relación de la que no salen por muchas razones. No es que sean masoquistas. Es que se dan circunstancias emocionales que, si no buscan ayuda no pueden salir. Un ejemplo típico es la mujer que amedrenta al hombre con no dejarle ver a los hijos, que los esconde o les arruina las visitas.

El maltrato muchas veces viene acompañado de chantaje y amenazas. Pueden utilizar la justicia de diferentes formas. Atacan por todos los frentes – difaman, amenazan o inventan el maltrato. Algunas mujeres, al no lograr sus objetivos, al enterarse de que el ex marido o la ex pareja tiene novia o en el caso de la amante que no logra el objetivo de formalizar su situación o cuando el hombre participa su decisión de separarse, lo acusan falsamente y piden una orden de protección. Inclusive hay casos que llegan al punto de auto inflingirse daño físico o psicológico, manipulan autoridades, amenazan o “molestan” a familiares cercanos, además de otras argucias, con el objeto de lograr sus propósitos.

Muchas de las características y consecuencias del maltrato, son las mismas que la víctima mujer. Sin embargo, a diferencia de ésta, la violencia en el hombre no es tan prolongada ni extrema. A pesar de que en ocasiones la mujer puede ejercer algún tipo de violencia física, el hombre no siente peligro de daño físico ni temor por su propia seguridad. Tiene además, independencia social y económica, que lo hace pensar en que puede encontrar algún tipo de solución.

El maltrato más común que sufren los hombres es psicológico y sutil, basado en la humillación y la manipulación y el económico, a través del engaño, el chantaje, el robo, el endeudarse para que pague el las cuentas, etc.

Las víctimas de violencia psicológica pueden mostrar ansiedad y desasosiego permanente, depresión y descontrol emocional, deterioro de la autoestima, dificultades para establecer relaciones interpersonales duraderas, disminución de sus posibilidades intelectuales y de su capacidad de trabajo e incapacidad para asumir los cambios de vida de manera apropiada y/o pérdida de deseos e interés. Y esto es igual en hombres y mujeres.

Aportación:
Campaña Por La No Violencia Contra Las Mujeres

domingo, 29 de septiembre de 2013

¿ Sabías que tú vales mucho y eres especial ?

¿ Sabías que tú vales mucho y eres especial ?

Qué especial eres tú...
que tu presencia es un regalo para el mundo
que eres una persona única y diferente a todas las demás.

Que tu vida puede ser lo que tú quieres que sea.

Vívela un día a la vez.

Cuenta tus bendiciones
no tus problemas
y verás cómo irás saliendo adelante.

Hay tantas respuestas dentro de ti
Comprende, sé valiente, sé fuerte.

No te impongas límites,
tus sueños están esperando hacerse realidad.

No dejes tus decisiones importantes al azar
esfuérzate por llegar a la cima, a tu meta,
y a tu premio.

Nada hace perder más energía que las preocupaciones
Mientras más tiempo llevas un problema, más pesado se vuelve.

No te tomes las cosas demasiado en serio
Vive la vida con serenidad, no con lamentaciones.

Recuerda que un poco de amor puede durar mucho tiempo
Recuerda que bastante amor puede durar para siempre.

Recuerda que la amistad es una sabia inversión.
Los tesoros de la vida son las personas... cuando están juntas.

Que tengas salud, y esperanza, y felicidad,
Tómate el tiempo para pedir un deseo a una estrella.
Y no te olvides, ni por un día...
¡Lo especial que TÚ eres!




viernes, 8 de febrero de 2013

Violencia Doméstica Contra la Mujer

¿QUÉ ES?

La violencia de género, especialmente la que se produce dentro del ámbito del hogar, es una realidad que esta presente en todos los países, en todas las culturas, en todos los niveles sociales y se ha dado durante todas las épocas históricas, generalmente, ha quedado silenciada en el ámbito de la privacidad.

La violencia contra las mujeres tiene su origen en un sistema de relaciones de género que mantiene la preeminencia de los hombres sobre las mujeres.

La violencia de género es definida por las Naciones Unidas como aquellos actos contra las mujeres y niñas que "puedan tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer así como las amenazas de estos actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen a la vida pública como la privada". Según las Naciones Unidas, se entiende por violencia doméstica cualquier acto de agresión que tiene como resultado daños o padecimientos físicos, sexuales o psicológicos, incluyendo las amenazas de estos actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública como en la privada, y cuando estos actos son realizados por miembros de la familia o persona de relación de afectividad.


Modelo de la infancia

La figura de los padres a la hora de desarrollar la autoestima es esencial, ya que los niños perciben a través de su apoyo y afecto su capacidad y su valía. "Cuando el niño es maltratado, puede intentar compensar su inmadurez a través de sentimientos de omnipotencia que se manifiestan en la edad adulta en forma de conductas auto-afirmativas rígidas o desafiantes, pero que esconden a una persona insegura e hipersensible, recelosa, posesiva o controladora, que duda de su propia valía"

Los niños aprenden a relacionarse y a resolver los conflictos viendo cómo lo hacen los adultos. Cuando las necesidades biológicas y emocionales están cubiertas, los niños comienzan a desarrollar el sentido de seguridad en sí mismos y en los demás. Si, por el contrario, estas necesidades básicas son ignoradas, tienden a adoptar un talante desconfiado y temeroso.

Estudios realizados en Estados Unidos, Inglaterra, Escocia, Francia y Holanda indican que la violencia es un comportamiento aprendido. El 81 por ciento de los hombres mal tratadores fue testigo o víctima de malos tratos en la niñez. En la edad adulta tienden a repetir el mismo modelo de comportamiento que han observado de niños, por lo que es esencial prevenir 
los comportamientos violentos.

Una de las principales actuaciones de prevención va dirigida a los hijos de matrimonios en los que se han producido malos tratos con el fin de que no repitan el modelo de conducta que han aprendido en su hogar. "Los niños creen que la agresión es una conducta normal y la han internalizado como el patrón de comportamiento habitual entre hombres y mujeres. Es entonces cuando hay que ayudarles a identificar una conducta de malos tratos.


TIPOS DE MALOS TRATOS:

Físicos: Son los más evidentes daños en el cuerpo de la persona (bofetadas, empujones, golpes, palizas, asfixias, quemaduras, retenciones...) que pueden dar como resultados fracturas, heridas, contusiones, hematomas o, incluso, la muerte.

Psíquicos: Son todas aquellas conductas que producen desvalorización y sufrimiento en la mujer. Son las amenazas, las humillaciones, exigencias de obediencia, intentar convencer a la víctima de que ella es culpable de cualquier problema. Son también los insultos, el control de las salidas de casa, humillaciones en público, descalificar siempre a la mujer, retener el dinero, destrucción de bienes de la mujer, maltrato físico de mascotas, aislamiento...

Sexuales: imposición de una relación sexual contra la voluntad (agresión, abuso, tocamientos, inducción a la prostitución...) El artículo 15 de la Constitución española garantiza el derecho fundamental a la integridad física y moral. Los maltratos físicos o psíquicos están tipificados como delito de lesiones.

Sociales: El mal tratador va alejando, cada vez más, a la mujer de su familia y de sus amig@s llevándola a vivir lejos de ell@s, no permitiéndole que vaya a verl@s o que mantenga contacto con ell@s.

Económicos: La víctima no tiene acceso al dinero, porque el agresor se lo controla, incluso aunque ella sea independiente económicamente.

Nota:

Es difícil que se de un solo tipo de maltrato, generalmente nos encontramos con varios de ellos unidos, ya que siempre que hay malos tratos físicos hay malos tratos psicológicos (no es necesario explicar que una paliza por parte de su pareja siempre es humillante y desprecia la integridad y autoestima de la mujer), en cuanto a los sexuales, obvia decir que a nadie le apetece irse a la cama con su torturador.


CICLO DE LA VIOLENCIA:

Este ciclo tiene varias fases:

Fase de manipulación:

Como signo de amor, te dice: ponte esto, haz esto, quédate conmigo y no salgas con tus amigas... Se muestra como tu protector y no comparte responsabilidades.

Fase de acumulación de tensión:

El hombre mal tratador empieza a mostrarse tenso e irritable, cualquier comportamiento de la mujer despierta en él una reacción de enfado. La mujer sorprendida intenta hablar con él para solucionar el problema, ver la causa, pero esto solo provoca más enfados en el hombre que la ve como excesivamente dependiente y empalagosa. La mujer, para no molestarle, comienza entonces a no hacer nada, intenta no expresar su opinión porque sabe que él expresará la contraria y entonces habrá “bronca”, también intenta hacer las menores cosas posibles, entra en una fase de inmovilidad, pero esto tampoco salva a la mujer, ya que el hombre la acusará de ser casi un “mueble” que no hace nada, que es una persona anodina y aburrida.

Si la mujer se queja él lo niega todo y vuelca la culpabilidad en ella, y esa desigualdad que el hombre ha ido construyendo a lo largo de la relación es utilizada para callar a la mujer. La intenta convencer de que él tiene razón y no ella, que su percepción de la realidad es equivocada, y como ya hemos dicho, la desigualdad creada permite al hombre este comportamiento. Ella acaba dudando de su propia experiencia y se considera culpable de lo que pasa. Esto va a reforzar todavía más el comportamiento del hombre.

El se distancia emocionalmente, la mujer se asusta pensando que lo va a perder y que si esto ocurre será culpa de ella puesto que no ha sabido conservar su amor. El hombre ya no siente ningún amor y se distancia y cada vez está más irritable. Ella se disculpa una y otra vez, confiando en solucionar así la situación, pero el hombre se harta y siente necesidad de castigarla verbal, físicamente, o de ambas formas a la vez.

Fase de explosión violenta:

Como su nombre indica, el hombre acaba explotando, pierde el control y castiga muy duramente a su pareja, verbal o físicamente. La insulta, la golpea, rompe cosas, amenaza con matar a los hijos y a ella, la interrumpe el sueño, la viola...

La mujer, que sólo intentaba salvar la relación, se ve ahora impotente y débil, la desigual balanza que se ha establecido a lo largo de los años la paraliza. No toma represalias, todo el poder está en él, eso lo ha aprendido muy bien y la mujer entra en una “indefensión aprendida” que le impide reaccionar.

Fase de “Luna de Miel”:

El agresor se siente muy arrepentido de su conducta (por lo menos las primeras veces), pide perdón, promete cambiar. Y realmente cambia, durante esta fase se convierte en el hombre más encantador del mundo, la lleva el desayuno a la cama, la cura las heridas, incluso se hace cargo de las tareas domésticas, le cede todo el poder a ella. La mujer en esta situación se siente en éxtasis, tiene el poder y a su hombre detrás responsbilizándose y amándola. Él deja de ponerla tantas restricciones, se relaja un poco y la permite las salidas. Si bebía deja de beber, incluso puede ir a terapia. La mujer al ver estos cambios piensa que si ha podido dejar la bebida puede dejar de pegarla y piensa de verdad que no volverá a ocurrir, ya que equivocadamente ella relaciona (en un porcentaje muy alto) el maltrato con la ingestión de alcohol, sin pararse a pensar que cuando bebe él no maltrata a todo el mundo, sino sólo a ella.

Escalada de la violencia de género:

Una vez que ha conseguido el perdón de su víctima, se siente de nuevo seguro en la relación, ya la ha recuperado y no tiene que seguir complaciéndola, empieza de nuevo la irritabilidad y los abusos y cuando ella quiere ejercer su recién conseguido poder la castiga duramente. Cada vez la mujer es más dependiente, cada vez tiene menos energía para luchar . Es el marido o pareja, y no ella, quien controla estos ciclos y el que decide cuando se acaba la Luna de Miel. Ella empieza a darse cuenta de que haga lo que haga no puede controlar el comportamiento de su marido, los malos tratos son arbitrarios e indiscriminados. La mujer sólo tiene energías para intentar mantenerse con vida dentro de la relación o para que no se implique a l@s hij@s.


Continuara...