sábado, 13 de abril de 2013

¿Es normal? por Rose Mary Espinosa

¿Es normal tener fantasías sexuales con tu mejor amiga? ¿Es normal que mi novio nunca haya eyaculado dentro de mí? Me excita más ver pornografía que hacer el amor con mi novia, ¿es normal?

La mar de dudas, extrañamientos y sentimientos de vergüenza a partir de deseos, preferencias y prácticas relacionadas con la sexualidad.

De niña, un vecino me tocaba todo el tiempo, ahora creo que soy lesbiana y quisiera ser normal. Desde que nació mi bebé, no tolero que mi esposo se me acerque, ¿es normal? ¿Es normal que cuando estoy ovulando sea más impulsiva y hasta irracional a la hora de tener relaciones?

¿Debo preocuparme si mi novia disfruta y quiere más? ¿Es normal que una mujer te pida que la insultes y maltrates? ¿Es normal que, cuando una mujer es virgen, también nos duela a nosotros? ¿Es normal que un hombre en sus veinte no siempre quiera tener relaciones sexuales? ¿Es normal ser bisexual o es solo una etapa de negación?

No me gusta que mi pareja me cuente lo que ha hecho con otras mujeres, ¿es normal? Sólo tengo intimidad con mi novio cuando estoy borracha, ¿es normal? Desde hace un par de meses, voy a antros gay sin que mi esposo lo sepa, ¿es normal?

¿Es normal que una pareja se distancie a tal grado que, para uno de ellos, tener relaciones signifique una violación? ¿Es normal que un gay sienta repulsión hacia una amiga lesbiana desde que dijo que le gustaban los hombres gay? Mi pareja y yo lo hacemos a diario, ¿es esto normal? ¿Es normal que un chico de 15 años toque a su primo de cinco?

Me atraen hombres que tienen la edad de mi padre, ¿es normal? Mi esposo quiere que lo estimule analmente con el dedo y otras cosas, ¿es normal? Mi esposa me confesó que de niña sufrió abuso sexual por parte de un tío y ahora desconfío que ella, a su vez, abuse de nuestros hijos pequeños, ¿es normal?

La llamada normalidad puede ser vista y visitada a través del tiempo, la religión, la ciencia, la estadística, la moral, la ley, o lo que se considera natural, un concepto tipo camisa-de-once-varas, tan polémico como el de lo “normal”.

Desde luego, persiste la vinculación de lo natural con asunciones teológicas, es decir, la naturaleza en consecuencia con la razón y la voluntad de Dios. El pecado original, empero, nos revela el potencial transgresor en los seres humanos, capaces de actuar contra Dios y contra la razón.

En términos generales y a pesar de las elaboraciones sobre el comportamiento humano durante la Edad Media y el Renacimiento, el concepto de lo natural no revistió cambios significativos. ¿Por qué ciertos actos corporales se consideran contra natura? Quizá fue a partir del siglo XIX cuando la relación entre naturaleza y norma tomó otro matiz, especialmente cuando, a partir de estudios y modelos psicoanalíticos, se demostró que la represión sexual conducía a neurosis, ésta sí generadora de comportamientos anormales.

Desde luego que definir lo patológico en términos de excesos y carencias tampoco resultó determinante, amén de que en ese entonces las conclusiones no partían de estadísticas, es decir, no había evidencia cuantitativa suficiente para su validación.

Por el contrario, en las décadas de los 40 y los 50, Alfred Kinsey se propuso investigar la sexualidad con un acercamiento fuera de la norma, con base en mediciones, y que arrojó mayor descripción y mayor transparencia a propósito de lo normal y lo natural, y puso el reflector sobre la diversidad.

Hay quien habla del siglo XX como el nacimiento (o el desvelamiento) de una sexualidad descarriada y sin guía. Si bien, los valores son varios y variantes: hay más formas de sexualidad naturales que las previamente concebidas.

Lo natural, en su definición más estrecha, ¿significa saludable? Según John Money, la retórica de los años 60 a los 80, revela el peso que los estereotipos de género tienen en la prevalencia de estos conceptos. A raíz de sus estudios sobre perversiones, inventó la normofilia, como una clasificación que se suma a la lista de parafilias, y que define como la excitación a partir de estímulos normales o convencionales, y, por tanto, resultado más de un proceso de culturalización que de la naturaleza humana.

Llama la atención que hoy día, en muchos casos, la normalidad también se asocie con expectativas ajenas o paradigmas vigentes y, por ejemplo, suela ser entendida como la media en dimensiones y proporciones corporales, tiempos y frecuencias, o resultado de comparar el desempeño, el deseo y las preferencias sexuales con los referentes predominantes.

Lo normal como común, como frecuente, conlleva el riesgo de apuntar a un ideal social, a marcar resistencias al cambio y condenar lo diferente, a no aceptar o no querer ver la línea entre conductas permisivas y condiciones que promueven y perpetúan desconocimiento, sentimientos de culpa, marginación y abusos, es decir, lo que soportamos porque todos lo hacen, porque se ha hecho siempre, a pesar de cómo y cuánto afectan a unos y otros.

Una especie de mito contra realidad, de ideal versus real. ¿Ondear la bandera de la normalidad es más bien una advertencia de intolerancia y exclusión? ¿Es posible que el legado de conocimientos a lo largo de los siglos dé paso a un conocimiento verdadero y una crítica efectiva?