viernes, 27 de noviembre de 2015

El zorro y el tigre

Un hombre que pasaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir.
Entonces vió llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Él comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios, y se dijo a sí mismo:
- "Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito".
Así lo hizo durante muchos días, pero no sucedió nada y el pobre hombre ya estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una voz que le decía:
- "Oh, tú que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la verdad, sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado".

Desconozco a su autor


miércoles, 25 de noviembre de 2015

El principito y el zorro

ENTONCES apareció el zorro:
-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vío nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -díjo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos... "
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.

Antoine de Saint-Exupéry

viernes, 20 de noviembre de 2015

El picapedrero

-¿Por qué habré nacido picapedrero? refunfuñaba Yamat, mientras golpeaba con su viejo martillo una dura piedra bajo el sol sofocante.
- No es justo que yo lo sea, por haberlo sido mi padre, mi abuelo y todos mis antepasados. Por un puñado de arroz he de estar aquí sudando, para engordar a ese viejo pedazo de tocino que es mi amo. Si al menos me pagasen bien... Si fuera rico. ¡Ay, si fuera rico!... Quisiera descansar bajo una tienda de seda azul.
- Serás rico.
Era la voz de los dioses que habían escuchado el lamento de Yamat. Yamat no creía en lo que veían sus ojos. La vieja tela de su tienda se había convertido en un espléndido y suave tejido de seda azul como el cielo. Pasó por allí un rico señor del lugar, soberbio sobre su caballo blanco. No se dignó mirar la tienda de seda. No se inclinó para saludar a Yamat. Yamat se desesperaba de rabia y de envidia.
- Ojalá fuera yo ese rico señor, dueño de este poblado.
- Lo serás. Era la voz de los dioses que habían atendido el lamento de Yamat. Ahora iba orgulloso por los caminos polvorientos del poblado. El galopar del caballo atraía a la gente. Todos se asomaban a las puertas y se inclinaban para saludarle al pasar. Pero las nubes de polvo que levantaba su caballo y el sol caluroso, abrasador, agobiaban su viaje.
- Ojalá fuera sol. Yo, el sol.
- Serás sol. Yamat se sentía un dios poderoso y fuerte. Con sus rayos y su calor florecías los almendros, reverdecían los campos, se doraban los trigales, maduraban los frutos. El era el sol. Eran los demás, ahora, quienes padecían las molestias del sudor el cansancio, el aire irrespirable de los días de bochorno. Le gustaba que los hombres admirasen la belleza del amanecer y los colores mágicos de la puesta del sol. El era el sol.
Pero un día apareció en el cielo un gigantesco nubarrón.
Era espeso e impenetrable.
El sol dobló sus esfuerzos y desprendió todo su calor. Pero los rayos del sol no podían superar ese obstáculo. El sol se puso rabioso.
- Ojalá fuera nube.
- Serás nube. Contestaron los dioses. Yamat era feliz. Se hinchó desmesuradamente luego rápidamente se estiró y se retorció entre fragor de lluvia granizo rayos y truenos. Se volvió torrente y se deslizó hacia el valle como una avalancha salvaje.
- Ahora sí que soy fuerte.
Pero en su loca carrera hacia el valle una gran piedra obstaculizó su camino. El torrente se hinchó y empujó todo lo que pudo... Se sintió incapaz... Al poco tiempo se estancó frente a una roca majestuosa y firme.
- Ojalá fuera piedra.
- Lo serás. Contestaron los dioses.
Un día llegó un picapedrero...se sintió hacer pedazos.
Yamat se puso a llorar a lágrima viva.
- Quiero ser picapedrero - gritó desesperado.
Y así fue. Yamat volvió a ser picapedrero. Y empezó de nuevo a golpear con su viejo martillo las duras piedras de la cantera.
Nadie escuchó más su lamento.

Cuento popular chino


¿Quién eres?

Aquel día Sinclair se levantó como siempre a las 7 de la mañana. Como todos los días, arrastró sus pantuflas hasta el baño y después de ducharse se afeitó y se perfumó. Se vistió con ropa bastante a la moda, como era su costumbre y bajó a la entrada a buscar su correspondencia. Allí se encontró con la primera sorpresa del día: ¡No había cartas!
Durante los últimos años su correspondencia había ido en aumento y era una parte importante de su contacto con el mundo. Un poco malhumorado por la noticia de la ausencia de noticias, apuró su habitual desayuno de leche y cereal (como recomendaban los médicos), y salió a la calle.
Todo estaba como siempre: los mismos vehículos de siempre transitaban las mismas calles y producían los mismos sonidos en la ciudad, que se quejaba igual que todos los días. Al cruzar la plaza casi tropezó con el profesor Exer, un viejo conocido con quien solía charlar largas horas sobre inútiles planteos metafísicos. Lo saludó con un gesto, pero el profesor pareció no reconocerlo; lo llamó por su nombre pero ya se había alejado y Sinclair pensó que no había alcanzado a escucharlo.
El día había empezado mal y parecía que empeoraba con las posibilidades de aburrimiento que flotaban en su ánimo.
Decidió volver a casa, a la lectura y la investigación, para esperar las cartas que con seguridad llegarían aumentadas para compensar las no recibidas antes.
Esa noche, el hombre no durmió bien y se despertó muy temprano. Bajó y mientras desayunaba comenzó a espiar por la ventana para esperar la llegada del cartero. Por fin lo vio doblar la esquina, su corazón dio un salto. Sin embargo el cartero pasó frente a su casa sin detenerse. Sinclair salió y llamó al cartero para confirmar que no había cartas para él. El empleado le aseguró que nada había en su bolso para ese domicilio y le confirmó que no había ninguna huelga de correos, ni problemas en la distribución de cartas de la ciudad.
Lejos de tranquilizarlo, esto lo preocupó más todavía.
Algo estaba pasando y él debía averiguarlo. Buscó una chaqueta y se dirigió a casa de su amigo Mario.
Apenas llegó, se hizo anunciar por el mayordomo y esperó en la sala de estar a su amigo, que no tardó en aparecer. El hombre avanzó al encuentro del dueño de casa con los brazos extendidos, pero este se limitó a preguntar:
-Perdón señor, ¿nos conocemos?
El hombre creyó que era una broma y rió forzadamente presionando al otro a servirle una copa. El resultado fue terrible: el dueño de casa llamó al mayordomo y le ordenó echar a la calle al extraño, que ante tal situación se descontroló y comenzó a gritar y a insultar, como avalando la violencia del fornido empleado que lo empujó a la calle….Camino a su casa, se cruzó con otros vecinos que lo ignoraron o actuaron con él como si fuera un extraño.
Una idea se había apoderado del hombre: había una confabulación en su contra, y él había cometido una extraña falta hacia aquella sociedad, dado que ahora lo rechazaba tanto como algunas horas antes lo valoraba. No obstante, por más que pensaba, no podía recordar ningún hecho que pudiera haber sido tomado como ofensa y menos aun, alguno que involucrara a toda una ciudad.
Durante dos días más, se quedó en casa esperando correspondencia que no llegó o la visita de alguno de sus amigos que, extrañado por su ausencia, tocara su puerta para saber de él; pero no hubo caso, nadie se acercó a su casa. La señora de la limpieza faltó sin aviso y el teléfono dejó de funcionar.
Entonado por una copita de más, la quinta noche Sinclair se decidió a ir al bar donde se reunía siempre con sus amigos, para comentar las pavadas cotidianas. Apenas entró, los vio como siempre en la mesa del rincón que solían elegir. El gordo Hans contaba el mismo viejo chiste de siempre y todos lo festejaban como era costumbre. El hombre acercó una silla y se sentó. De inmediato se hizo un lapidario silencio, que marcaba la indeseabilidad del recién llegado. Sinclair no aguantó más:
-¿Se puede saber qué les pasa a todos conmigo? Si hice algo que les molestó, díganmelo y se terminó, pero no me hagan esto que me vuelve loco…
Los otros se miraron entre sí entre divertidos y fastidiados. Uno de ellos hizo girar su índice sobre su sien, diagnosticando al recién llegado. El hombre volvió a pedir una explicación, luego rogó por ella y por último, cayó al suelo implorando que le explicaran por qué le hacían eso a él.
Sólo uno de ellos quiso dirigirle la palabra:
-Señor: ninguno de nosotros lo conoce, así que nada nos hizo. De hecho, ni siquiera sabemos quién es usted…
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y salió del local, arrastrando su humanidad hasta su casa. Parecía que cada uno de sus pies pesaba una tonelada.
Ya en su cuarto, se tiró en la cama. Sin saber cómo ni por qué, había pasado a ser un desconocido, un ausente. Ya no existía en las agendas de sus corresponsales ni en el recuerdo de sus conocidos y menos aún en el afecto de sus amigos. Como un martilleo aparecía un pensamiento en su mente, la pregunta que otros le hacían y que él mismo se empezaba a hacer: ¿Quién eres?
¿Sabía él realmente contestar esta pregunta? Él sabía su nombre, su domicilio, el talle de su camisa, su número de documento y algunos otros datos que lo definían para los demás; pero fuera de eso: ¿Quién era, verdadera, interna y profundamente? Aquellos gustos y actitudes, aquellas inclinaciones e ideas, ¿eran suyos verdaderamente? ¿o eran como tantas otras cosas: un intento de no defraudar a otros que esperaban que él fuera el que había sido?
Algo empezaba a estar claro: el ser un desconocido lo liberaba de tener que ser de una manera determinada. Fuera él como fuera, nada cambiaría en la respuesta de los demás.
Por primera vez en muchos días, encontró algo que lo tranquilizó: esto lo colocaba en una situación tal, que podía actuar como se le ocurriera sin buscar ya la aprobación del mundo.
Respiró hondo y sintió el aire como si fuera nuevo, entrando en los pulmones. Se dio cuenta de la sangre que fluía por su cuerpo, percibió el latido de su corazón y se sorprendió de que por primera vez NO TEMBLABA.
Ahora que por fin sabía que estaba solo, que siempre lo había estado, ahora que sabía que sólo se tenía a sí mismo, ahora… podía reír o llorar… pero por él y no por otros.
Ahora, por fin, lo sabía: SU PROPIA EXISTENCIA NO DEPENDÍA DE OTROS
Había descubierto que le fue necesario estar solo para poder encontrarse consigo mismo…
Se durmió tranquila y profundamente y tuvo hermosos sueños….Despertó a las diez de la mañana, descubriendo que un rayo de sol entraba a esa hora por la ventana e iluminaba su cuarto en forma maravillosa.
Sin bañarse, bajó las escaleras tarareando una canción que nunca había escuchado y encontró debajo de su puerta una enorme cantidad de cartas dirigidas a él.
La señora de la limpieza estaba en la cocina y lo saludó como si nada hubiera sucedido.
Y por la noche en el bar, parecía que nadie había registrado aquella terrible noche de locura.
Por lo menos, nadie se dignó a hacer algún comentario al respecto.
Todo había vuelto a la normalidad…
Salvo él, por suerte, él, que nunca más tendría que rogarle a otro que lo mirara para poder saberse… él, que nunca más tendría que pedirle al afuera que lo definiera… él, que nunca más sentiría miedo al rechazo…
Todo era igual, salvo que ese hombre nunca más se olvidaría de quién era.
-Y este es tu cuento, Demián -siguió el gordo-. Cuando no tienes registro de tu dependencia frente a la mirada de los otros, vives temblando frente al posible abandono de los demás que, como todos, aprendiste a temer.
Y el precio para no temer es acatar, es ser lo que los demás, “que tanto nos quieren”, nos presionan a ser, nos presionan a hacer y nos presionan a pensar.
Si tienes “la suerte” del personaje de Papini y el mundo, en algún momento, te da la espalda, no tendrás más remedio que darte cuenta de lo estéril de tu lucha.
Pero si no sucede así, si tienes la “desdicha” de ser aceptado y halagado, entonces… estás abandonado a tu propia conciencia de libertad, estás forzado a decidir: acatamiento o soledad; estás atrapado entre ser lo que debes ser o no ser nada para nadie..Y de allí en más…podrás ser, pero sólo, sólo y sólo para ti.

Jorge Bucay


lunes, 16 de noviembre de 2015

Cambiar el camino

Me levanto una mañana, salgo de mi casa, hay un pozo en mi camino, no lo veo y me caigo en él.

Día siguiente… salgo de mi casa, me olvido que hay un pozo en mi camino, y vuelvoa caer en él.

Tercer día. Salgo de mi casa tratando de acordarme que hay un pozo en mi camino, sin embargo, no lo recuerdo y caigo en él.

Cuarto día. Salgo de mi casa tratando de acordarme del pozo del camino. Lo recuerdo, y a pesar de eso, no veo el pozo y caigo en él.

Quinto día. Salgo de mi casa, recuerdo que tengo que tener presente el pozo en mi camino, y ando mirando el suelo, y lo veo, y a pesar de verlo, caigo en él.

Sexto día. Salgo de mi casa, recuerdo el pozo del camino, voy buscándolo con la vista, lo veo, intento saltarlo, pero caigo en él.

Séptimo día. Salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrera, salto, rozo con la puntade mis pies el borde del otro lado pero no es suficiente y caigo en el.

Octavo día. Salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrera, salto y… llego al otro lado! Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido que doy saltos de alegría…. y al hacerlo… caigo otra vez en el pozo.

Noveno día. Salgo de mi casa, veo el pozo, tomo carrera, lo salto y sigo mi camino.

Décimo día. Me doy cuenta por fin que es más cómodo caminar… por el camino de enfrente.

Jorge Bucay


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Intuición

Si lo piensas, seguro que recordarás muchas ocasiones en las que has sido capaz de saber lo que estaba pensando otra persona o de averiguar quién llamaba antes de descolgar el teléfono. Tal vez, has tenido una corazonada que desafiaba la lógica y luego ha resultado acertada. Son señales de que la intuición está funcionando. Pero, como este tipo de situaciones se producen de una manera espontánea y no parecen obedecer a nuestra voluntad, solemos olvidarlas y no darles demasiada importancia.Estamos acostumbrados a poner el acento en la lógica de lo racional y dejamos de lado nuestra parte intuitiva. Nos perdemos la oportunidad de descubrir y activar una forma de inteligencia que todos poseemos, en mayor o menor grado.

La intuición sirve para descubrir cosas y personas de nuestro alrededor. La lógica es útil para comprobar que lo sospechado era cierto. Y las mujeres son especialmente hábiles para mantener activos los canales por donde discurre la intuición. El tópico de la “intuición femenina” tiene una base fisiológica, relacionada con la mayor actividad y desarrollo del hemisferio derecho del cerebro.

La sabiduría intuitiva es una capacidad humana normal y natural y, lo que es más importante, cultivable. Es decir, que podemos activar este talento y aplicarlo en nuestra vida cotidiana de una forma amplia. Algo sumamente importante, si tenemos en cuenta que el momento que nos ha tocado vivir está marcado por la rapidez con que se producen los cambios y por lo imprevisible de los acontecimientos. Lo que hoy es de una manera, mañana puede ser completamente distinto. Y la intuición nos puede ayudar a detectar esas tendencias y a saber adaptarnos a ellas de forma flexible y armónica.

Como vivir es un proceso bastante complejo, de aprendizaje constante, quizá sea éste el momento adecuado para que decidas prestarle más atención a tus muchas capacidades intuitivas. Simplemente con que reconozcas que están en ti y que te pueden ayudar, ya habrás dado el primer paso hacia un desarrollo importante de ciertas aspectos de tu vida que tenías olvidados o que no considerabas como debieras.

Principales aliados de la intuición

1) Diversifica tu atención. La atención es selectiva. Nos fijamos en aquello que está en consonancia con nuestros intereses del momento. Abre tu abanico de posibilidades.Pon atención a todo lo que te rodea. La información que necesitas puede llegarte del lugar más insospechado.

2) La imaginación sirve para crear. Por eso lo mejor es usarla.

3) La necesidad de controlarlo todo bloquea el desarrollo de la intuición. Saber fluir es la clave.

4) Una regla de oro: Acepta la ambigüedad, la paradoja y la incertidumbre. Es elcaldo de cultivo favorito de la intuición.

Fuente: Puleva Salud – Grupo Correo Media Trader

lunes, 9 de noviembre de 2015

Buscando el sentido de la vida

Por cada ser humano existe un sentido de vida a desentrañar y expresar. Y es la responsabilidad de cada uno dar con él. Es algo que nadie puede hacer por ti. Y mientras no lo haces te sobrevuela aquello que se conoce como angustia existencial, una sensación de vacío o de “sin sentido”. Una extraña sed difícil de saciar.

No la calman las cosas materiales que incorporamos y de las cuales nos rodeamos hasta el agobio, no la satisfacen las sucesivas relaciones que iniciamos y dejamos,no la atenúan las experiencias extremas que a veces consumimos una detrás de otra en el intento de “sentir”, “vibrar” o percibirnos “vivos”. Decía Frankl que la mejor prueba de la existencia y la necesidad del agua es la sed. Del mismo modo podríamos afirmar que la prueba de que es necesario descifrar y consagrar el sentido de cada vida es esa sensación de vacío y descontento que se instala cuando no lo hacemos.

Para esto es esencial la voluntad de sentido. Aquello que nos induce a comprometernos, y aún sacrificarnos, para servir a nuestros seres queridos (sean o no parte de nuestra familia), a crear obras (de cualquier tipo) por las que sentimos inclinación y a adentrarnos en las áreas vitales de nuestro interés. Cuando hacemos esto se activan las áreas de confianza innata que existen en nosotros.

Sergio Sinay

viernes, 6 de noviembre de 2015

Salir adelante

La vida no es siempre un camino de rosas. A lo largo de nuestro ciclo vital nos encontramos con muchas situaciones desagradables, vivencias traumáticas y malos momentos. Es en esas circunstancias en las cuales debemos esforzarnos más para sacar de lo más recóndito de nuestra alma la fuerza para superar ese tipo de situaciones. Una de las peores cosas que podemos hacer cuando surgen los problemas es adoptar la postura fatalista aduciendo que la vida es así y adoptar una actitud conformista. En esos momentos en que debido a la situación nos encontramos alicaídos es cuando más fuerte debemos luchar para poder seguir adelante en nuestro camino. 

Muchas personas, o mejor dicho casi todas las personas, en ese tipo de situaciones límite desarrollan algún tipo de trastorno mental pasajero: depresión, ansiedad, stress, sentimientos de estar solos en el mundo. Otra de las respuestas más habituales ante situaciones que nos desbordan es el miedo. El miedo puede llegar a provocar que nos encontremos paralizados ante el problema. En situaciones extremas ese miedo se puede transformar en ataques de pánico. La primero medida que tenemos que adoptar cuando percibamos que debido a las situaciones que vivimos desarrollamos algún tipo de problema psicológico es analizar fríamente la situación en la cual nos encontramos y decirnos a nosotros mismos que vamos a luchar contra ese miedo que nos atenaza. 

Tras haber decidido que vamos a hacer frente a ese miedo es actuar. El mismo hecho de tomar una pauta de comportamiento para solucionar el problema hace que la confianza en nosotros mismos suba muchos enteros. La acción también es muy importante para poder superar trastornos depresivos. Estas acciones muchas veces lo que provocan es un cambio de comportamiento del sujeto y hacen que el mismo encuentre nuevas vías para resolver sus problemas. Otros beneficios de la acción es que evita que la persona que se siente deprimida siga martirizándose con sus pensamientos que son los que al fin y al cabo están provocando su angustia o depresión. 

Fuente: Psychology


Responder a las críticas

Independientemente de que nuestras relaciones con los demás sean buenas o malas, lo normal es que recibamos críticas. Existen varias formas de responder adecuadamente a las críticas:
  • Reconocer lo que nos están diciendo: es una forma de frenar a nuestro interlocutor. La forma de hacerlo puede ser agradecer la crítica, dar la razón, y si es necesario y oportuno pedir disculpas y admitir que se ha cometido un error.
  • Hacer preguntas acerca de la crítica para aclarar cuál es la intención del interlocutor. Se pueden utilizar expresiones del tipo: ¿podrías concretar un poco?, ¿qué es exactamente lo que me quieres decir?. Esto es aconsejable sobre todo cuando las críticas son ambiguas y no tenemos claro qué es lo que nos están intentando transmitir realmente.
  • No contraatacar ni ponernos a la defensiva. Es mejor intentar ponernos en el lugar del que emite la crítica y analizar lo que nos quiere transmitir, tal vez tenga algo de razón.
  • Aprende a distinguir la intencionalidad que hay en la crítica y evalúa si se trata de una crítica constructiva.
  • Solicita sugerencias, preguntando al crítico su opinión, pedirle consejo, Por ejemplo hacer preguntas del tipo: ¿Qué crees que puedo hacer?, ¿tú crees que sería conveniente que…?
  • Analiza detenidamente la crítica e intenta interpretarla de forma adecuada, ya que es muy importante distinguir las verdaderas críticas de las que no lo son. A veces nos ponemos tan a la defensiva que interpretamos cualquier comentario como crítica.
  • Las críticas, si son bien recibidas, las podemos utilizar en nuestro propio beneficio, y son un instrumento muy útil que favorece el desarrollo de las relaciones personales.

Trinidad Aparicio Pérez


martes, 3 de noviembre de 2015

Reflexiones con amor...

Sensaciones... son motivos, son inquietudes, son falsedades, son tristezas, y si les pones color... son alegrías, que desea tu mente crear que las sensaciones no sean receptivas y precisas para elevarte o pegarte al piso.

Amas a alguien aunque no esté? aunque no lo veas, aunque no lo sientas, aun cuando existan murallas de por medio que te aíslen y te alejen? cierra los ojos... respira profundo.. y conduce una secuencia de imágenes nítidas, transparentes e impulsivas acerca de esa situación que día a día no te permite dormir, no te permite olvidar, no te permite estar..

Abre la ventana del ensueño y recréate en su jardín, recuéstate en el lecho de la ensoñación, y flota en el ambiente inexistente del sentir, moldea suave y profusamente una imagen, un ser, una esperanza, una alegría, una ilusión, es fuerte cuan pesada somnolencia, es furtiva cuan suspiro enamorado, es versátil como aroma en primavera, o lejana como el horizonte sin fin, deliciosamente dulce como la miel de unos besos, como el calor de unos brazos, como la tibieza de un ser, como el pasado que se fue furtivamente entre los años y el recordar que ya no está, pasa el tiempo... los momentos.... las horas y cada día es más lejano el ayer.

Desconozco a su autor


lunes, 2 de noviembre de 2015

Cuento: El Veredicto

Cuenta una antigua leyenda que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer.

En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino y por eso desde el primer momento se procuro un chivo expiatorio para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas chances de escapar al terrible veredicto .La horca!!

El Juez también complotado cuido no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo por ello dijo al acusado:

– “Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor vamos a dejar en manos de El tu destino vamos a escribir en dos papeles separados las palabras culpable e inocente Tu escogerás y será la mano del Dios la que decida tu destino.”

Por supuesto el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda CULPABLE y la pobre víctima aun sin conocer los detalles se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria El Juez conmino al hombre a tomar uno de los papeles doblados. Este respiro profundamente quedo en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó uno de los papeles y llevándolo a su boca lo engullo rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon airadamente:

– “Pero ¿qué hizo y ¿ahora ?Como vamos a saber el veredicto?” “Es muy sencillo respondió el hombre. Es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me trague”.

Con rezongos y bronca mal disimulada debieron liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Moraleja:
 Sea creativo y cuando todo parezca perdido… ¡Use la imaginación!
Desconozco a su autor