sábado, 23 de noviembre de 2013

Hoy quiero que sean ustedes quienes me respondan estas preguntas.


Hoy quiero que sean ustedes quienes me respondan estas preguntas.

¿Por qué nos cuesta tanto dejar las cosas que nos hacen daño?
Hay una máxima del Sr. Thomas Jefferson que admiro mucho:
“Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado”.

En éste marco, tenemos que aceptar que es muy hermoso vivir con sueños e ilusiones, pero con los pies bien puestos en la tierra.

La historia del pasado, sólo es eso: “pasado”, está muerto y enterrado y no tiene regreso posible. El futuro aún no existe, apenas lo estamos construyéndolo aquí y ahora.
Si tú eres una persona que vive anclada en el pasado, tu presente se tornará en una vida muy accidentada.

No es bueno estar reciclando siempre en lo mismo, girar alrededor del mismo círculo vicioso de quejas y dolores.
¡¡Dejemos ya el pasado atrás!! ¡Soltémoslo!… dejemos que se vaya…

¡Atrevámonos a decirle adiós!

No podemos pasarnos la vida tratando de retener todo aquello que no nos es útil para nada. Aquello que nos estanca en nuestro progreso, superación personal y nos impide crecer como persona. Nos podemos pasar años tratando de reconstruir una relación rota y lo más seguro es que nos quedemos solas, aruñando los techos y paredes de nuestra vida, añorando el tiempo perdido y diciendo: “Quisiera, quisiera, quisiera, cuánto hubiera querido que fuera”… Pero no fue y punto.

Tampoco podemos darnos el lujo de forzar situaciones que sabemos que a la larga se convertirán en nuestra propia trampa, en nuestro propio martirio, en nuestro propio infierno. No podemos definitivamente, ser tan ingratas con nosotras mismas, enclaustrándonos , encasillándonos, sujetándonos al ayer, limitándonos, negándonos a una nueva oportunidad de encontrar nuestra verdadera felicidad.

Si alguien nos lastimó, nos hizo daño, no correspondió a nuestro amor, o no nos respetó ni nos valoró… ¡¡Soltémoslo , dejémoslo ir!! Marquemos nuestra raya, soltemos el ancla, desatemos amarres y librémonos de la esclavitud de todos los recuerdos que atormentan nuestra razón y nuestro corazón. ¡Nosotras valemos demasiado!, dejemos de rogarle, dejemos de buscarle, apartémonos , valorémonos, hagámonos valer, hagámonos oír, hagámonos respetar y respetémonos a nosotras mismas.

A veces nos aferramos a las ofensas pasadas, seguimos lamiendo las heridas añejas ¿para qué? o ¿por qué?.

A ver amigas: ¿Para qué volver a vivir lo que ya nos es bastante conocido y sabemos anticipadamente, que nos volverá a hacer infelices?

¿Por qué seguir siéndole fieles a un recuerdo del ayer que sólo nos produjo daño y dolor?

¿Para qué conservar algo que no nos es útil para nada?

¿Qué sentido tiene que tratemos seguir amando a alguien que ni siquiera quiso aprender a amarse a sí mismo?, mucho menos nos hubiera amado a nosotras como ilusamente lo pretendimos en el pasado.

Aportación: