sábado, 2 de noviembre de 2013

El sentimiento de culpabilidad:

Un tema que aún permanece en el centro del psicoanálisis. Todos nos sentimos, en un
momento u otro, culpable de alguna cosa, en mayor o menor grado. ¿Por qué este sentimiento? ¿Podemos escaparnos de él? ¿Cómo no volver a sentir el peso de la culpabilidad? Algunas respuestas.

Las dos caras de la culpabilidad
> Sentirse culpable es normal en la medida en que se trata de una “culpabilidad sana”: sin este sentimiento, ¡simplemente estaríamos privados de conciencia moral! Es un sentimiento que puede tratarse de culpabilidad empática: se pone en el lugar de los demás y de lo que ellos sienten, y se busca eventualmente hacerse perdonar.
> Cuando la culpabilidad se vuelve un hándicap que paraliza todas las acciones cotidianas, se habla de culpabilidad devastadora. Es difícil encontrar una causa racional para este tipo de culpabilidad. A largo plazo, puede convertirse en un verdadero freno a los placeres y los deseos.

Aprender a quitarse el sentimiento de culpa
Para desarrollarse con total serenidad, hay que saber liberarse del sentimiento de culpa. Para ello, aquí tienes algunos consejos:
> En primer lugar, no dudes en hablarlo, a expresar tus temores.

> Aprender a ser modesto. Nuestras culpabilidades a menudo son desproporcionadas. Incluso hay culpabilidades que podríamos llamar orgullosas, ¡un poco como si estuviéramos convencidas de que el mundo gira en torno a nosotras!

> Intentar identificar serenamente las razones que nos sumergen en la culpabilidad con el fin de liberarse lo más rápido posible de estos sentimientos negativos. Además, los que se sienten demasiado culpables pueden hacerse fácilmente culpabilizables por su entorno.

> Tomar conciencia de los valores religiosos y morales de la sociedad que erigen permanentemente un ideal difícil de alcanzar, e incluso insoportable. Partiendo de aquí, ¡todos somos culpables a la fuerza de nuestras perezas y debilidades cotidianas!

> ¡Liberarse de toda noción de culpabilidad es imposible! El mayor criminal puede no experimentar ni una pizca de remordimiento por sus malas acciones, y sentirse en cambio muy mal por haber entristecido a su madre, por ejemplo.


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