domingo, 20 de enero de 2013

Síndrome de Alienación Parental

¡Mis hijos me odian!...“Llevaba tiempo proponiéndole a mi marido que nos separáramos ya que nuestra relación no funcionaba. Pero él nunca quiso aceptar la separación y amenazaba con quitarme a mis hijas. Al final, lo está consiguiendo, las niñas no quieren estar conmigo y he tenido que irme de casa porque no soportaba ver cómo me rechazaban”

Así habla una madre angustiada, cuya separación está destruyendo la relación con sus dos hijas. Su ex marido ha conseguido infundir odio en sus niñas hacia ella, acusándola de malos tratos, de romper la unidad familiar… Y, lamentablemente, este no es un caso aislado. En los últimos años, las separaciones conflictivas han hecho aparecer un grave problema: el Síndrome de Alienación Parental (SAP).

Programados para odiar a mamá

El SAP es un proceso que consiste en programar a un hijo para que odie a uno de sus padres sin que tenga justificación para ello. Normalmente esta situación se crea tras un divorcio o separación conflictiva, en la que el progenitor que se queda con la custodia de los niños proyecta sus odios personales hacia su ex pareja en ellos. A menudo, se recurre a mentiras y falsas historias que convierten al otro padre en un monstruo, llegando incluso a hablar da abusos sexuales o malos tratos.

“En septiembre de 2007 empezó mi pesadilla, cuando le expuse a mi marido que quería la separación. Desde el primer momento me acusó de malos tratos a mis hijas, les infundió odio hacía mi diciéndoles que soy una mala madre, que soy la culpable de la separación, que cuando eran pequeñas les pegaba… afirmación que obviamente no es cierta. Yo soy la que realmente se preocupa por su educación y él es el que las consiente, tratando así de confundirlas. Su padre llevaba ya meses manipulando a las niñas y yo cada vez las encontraba más extrañas: la pequeña, de 11 años, era muy madrera y su actitud empezó a cambiar, mostraba desconfianza hacia mí, y la mayor, de 15 años, me faltaba al respeto. Primero pensé que eran cosas de la edad, aunque veía extraño el comportamiento de su padre con ellas: él se lo consentía todo, y mientras yo les regañaba por sus comportamientos, su padre las cogía aparte para hablar con ellas y reprenderlas, según él. Pero siempre lo hacía sin estar yo presente, lo que me hizo sospechar. En realidad, les daba la razón a las niñas para quitarme mi lugar como madre y dejarme mal delante de ellas”.

El proceso puede tener como detonante que uno de los padres rehaga su vida sentimental o que el alienador sienta que ha perdido su lugar ante los hijos. Entonces el progenitor alienador se marca como objetivo alejar a la ex pareja de sus hijos y empieza a influir en ellos. Como consecuencia, los niños caen un conflicto de lealtades y no quieren dar la razón ni a uno ni a otro, lo que deriva en graves problemas emocionales para ellos.

Síntomas de alerta

El progenitor alienador sabotea la relación entre los hijos y el otro progenitor, hasta obstruir todo contacto padre-hijo o madre-hijo. Los hijos alienados tienen las mismas ilusiones que el progenitor alienador, en el procedimiento psiquiátrico llamado “locura a dos” (folie-à-deux o Trastorno de Ideas Delirantes Inducidas).

1. Campaña de denigración. Esta campaña se manifiesta verbalmente y en los actos.
2. Justificaciones fútiles. El hijo da pretextos fútiles, poco creíbles o absurdos para justificar su actitud.
3. Ausencia de ambivalencia . El niño está absolutamente seguro de él y su sentimiento exprimido hacia el progenitor alienado es maniqueo y sin equívoco: es el odio.
4. Fenómeno de independencia. Afirma que nadie lo ha influenciado y que ha llegado solo a adoptar esta actitud.
5. Sostén deliberado. El pequeño toma de manera pensada la defensa del progenitor alienador en el conflicto.
6. Ausencia de culpabilidad. No siente ninguna culpabilidad por la denigración o la explotación del progenitor alienado.
7. Escenarios prestados. Cuenta hechos que manifiestamente no ha vivido él, o que ha escuchado contar.
8. Generalización a la familia extendida. Extiende su animosidad a la familia entera y a los amigos del progenitor alienado.

Consecuencias para los niños

Como el SAP consiste en la continua manipulación de uno de los progenitores sobre su hijo para que deje de querer al otro progenitor –explica Francisco J. Fernández Cabanillas, presidente de la Asociación Nacional de Afectados del Síndrome de Alienación Parental (Anasap)-, este proceso tiene efectos demoledores sobre las criaturas. A corto plazo el niño crece en orfandad psíquica paterna o materna, en un ambiente de “secta fanática anti-papá o anti-mamá”. A largo plazo, llegan a odiar a ambos progenitores, al que alienta el odio y al receptor del mismo. Como el niño amputa psíquicamente una parte de sí mismo, la que se identificaba con el padre/madre alejado y atacado, obviamente se perjudica el desarrollo de su personalidad.

Ningún niño será capaz de llevar una vida normal a no ser que este "maltrato" se interrumpa. Estos pequeños son susceptibles de padecer una depresión crónica, un sentimiento incontrolable de culpabilidad y de aislamiento, trastornos de identidad y de imagen, comportamientos de hostilidad, y una falta de organización, entre otros problemas. A largo plazo, estos pequeños tendrán problemas de autoestima y de pérdida de seguridad emocional, una herramienta básica para que los seres humanos se desarrollen adecuadamente. Algunos, incluso han llegado a terminar con el problema suicidándose.

De hecho, en los en los hospitales públicos españoles, los servicios de Psiquiatría que atienden a los niños víctimas de SAP consideran este problema como una forma de maltrato infantil.

Un problema cada vez más frecuente

Según Fernández Cabanillas, este síndrome es cada vez más usual por varias razones: la fundamental es el incremento anual de la población infantil en riesgo debido al aumento de los divorcios con hijos menores comunes, un tercio de los cuales son muy conflictivos. Por otra parte, el SAP se produce, casi siempre, en un proceso judicial de ruptura de pareja y, en un país con una Justicia secularmente lenta, la dilación judicial acaba coadyuvando a la aparición del SAP y dificultando, cuando no impidiendo, su curación. “El SAP –añade Fernández Cabanillas- es una urgencia sanitaria de salud mental infanto-juvenil, pero ‹‹urgencia›› y ‹‹juzgado›› son palabras antinómicas, una contradicción en sus propios términos. Si a lo anterior unimos que un conjunto heterogéneo de operadores jurídicos (abogados, procuradores, psicólogos forenses, asistentes sociales, puntos de encuentro familiar, etc.) basan sus ingresos anuales en la propia existencia del conflicto de las parejas rotas con hijos, la salud psíquica de estos niños y su desarrollo equilibrado no encuentra muchos defensores con suficiente influencia política y social para la solución de esta grave ‹‹epidemia psíquica››.

En concreto, se estima que afecta a uno de cada cuatro hijos de padres en proceso de separación contenciosa. Esta situación no es despreciable teniendo en cuenta que el 35% de las separaciones y divorcios -se registran unos 150.000 cada año en España- son conflictivos, y en más de la mitad hay niños implicados, lo que genera un caldo de cultivo importante para este síndrome, que se ve con mayor frecuencia en este país. Se calcula que puede haber entre 500 y 1.000 casos de incomunicación entre algún progenitor y sus hijos, y en torno a 20.000 situaciones de transición en las que se empieza a detectar un problema de comunicación.
¿Cómo solucionar el conflicto?

Si una persona sufre este síndrome, tendrá muchas dificultades para superarlo y lograr recuperar el amor de sus hijos. Todo el sistema jurídico español –explica el presidente de Anasap- se vuelve contra el progenitor alienado. Muchos padres son víctimas en el proceso de divorcio de la estrategia del abogado contrario llamada “la bala de plata”: denuncia de su ex por abusos sexuales a su hija menor, con petición de largas condenas de cárcel, que, sólo tras un calvario judicial, estigmatizado socialmente, y tras la “pena de banquillo” (el hecho de estar procesado penalmente ya es una “pena”), muy tarde y con suerte, será declarado inocente. Pero el tiempo no vuelve hacia atrás y cuando un Juez o Tribunal lo absuelve, sin contacto ni visitas con su hija menor durante el largo proceso, ese padre “ha muerto psíquicamente” en la mente de su hija.

“Conté mi problema en Asuntos Sociales -nos explica esta mamá- y allí me dijeron que mi caso era un claro ejemplo de Alineación Parental, pues las niñas se creían las mentiras de su padre y se estaban convirtiendo en manipuladoras de los demás niños. Tuve que abandonar el hogar porque no soportaba cómo mis hijas me rechazaban y me echaban de casa. Me vi obligada a poner una denuncia a mi marido por malos tratos psicológicos que llevaba a cabo a través de las niñas. Se celebró un juicio de medidas provisionales, en el que las niñas pidieron permanecer con su padre y el Juez las escuchó. Me pusieron un régimen de visitas, pero él lo incumple diciendo que las niñas no quieren verme y me impide la comunicación con ellas apagando los teléfonos. Las utiliza en los juicios en su propio beneficio, haciendo que declaren contra mí y corroboren lo que él dice”.

En el caso de las mamás alienadas y excluidas, declara Francisco J. Fernández, el estigma social es muy fuerte, la sociedad las señala como “mala madre” de forma tan cruel, que la mayoría padecen depresión profunda, incluso constan numerosos casos de suicidio. “Lo mejor es que los papás y mamás afectados de SAP se pongan en contacto con nosotros a través de nuestra web, www.anasap.org, donde podremos ayudarles”.

Para iniciar las vías de solución de este grave problema social, primero se ha de aceptar su existencia, lo cual aún no está pasando en este país. Lo segundo, desvincular el SAP de la cuestión de “género”. En resumen, reconocer que el SAP existe y no es sexista, afecta a niños y a niñas, a papás y a mamás.

“El Gobierno –añade el presidente de Anasap- ha de tomar medidas urgentes de política judicial y, si es verdad que en España se aplica la Convención de Derechos del Niño, no puede crear primero Juzgados de Violencia contra la mujer ya que la protección primera ha de ser a los niños: el interés ‹‹superior›› del menor, obviamente, no es superior en la práctica política. Además, los Juzgados de Familia y otros competentes en la materia han de contar con personal de primera categoría profesional: los mejores, con los mejores medios y los mejor pagados, con incentivos económicos específicos a la solución real de problema de relación niño-progenitor afectados de SAP. Hasta ahora, el incentivo económico es ‹‹dar carpetazo›› judicial al tema.

Hay que cambiar la ley de divorcio -que en teoría es de ‹‹divorcio de los padres›› y en la práctica se convierte en la ley del ‹‹divorcio de los hijos››- introduciendo mecanismos de igualdad parental en la relación con los hijos menores”.

La custodia compartida, explica Fernández Cabanillas, no es la única solución, pero es una buena “vacuna” o mecanismo legal preventivo para la aparición y desarrollo del SAP. La custodia compartida, alternativa o repartida es una exigencia de igualdad. Pregúntale a un niño: “¿cómo repartirías una tarta entre papá y mamá de manera justa?” Te responderá, “igual a cada uno”. La distribución del tiempo de relación entre un niño y sus padres que se aleje de la mitad para cada uno, requiere mucho esfuerzo para su justificación, más aún en una sociedad como la española, que tiene aversión a la desigualdad. Las personas y asociaciones contrarias a la custodia compartida en España, que hablan de “niños-maleta”, son las que viven del “niño-maletín”.

“Nosotros –explica esta madre- estamos a la espera de que el juez dictamine sobre nuestro caso, ya que nos tienen que ver los peritos judiciales, algo por lo que he luchado mucho para que así se desvele toda la manipulación y el daño irreversible que mi ex marido ha causado a sus hijas.

Desgraciadamente, la justicia es lenta y esa lentitud hace que la situación se agrave cada vez más: el padecimiento de las niñas les causará secuelas el día de mañana, sin hablar de mi desgaste por una lucha diaria para conseguir que esto se solucione lo antes posible. No sólo están aisladas de mí, sino también de mi familia.

Parar acabar con este problema, necesitaríamos jueces de familia especializados en estos casos. Así se evitaría que los niños fueran víctimas de una separación, durante la cual uno de los padres los utiliza para su propio beneficio: en venganza hacia el otro progenitor por separarse y para conseguir mantener sus bienes materiales, importándole más esto que el bienestar de sus hijos”.

Fuente: Francisco J. Fernández Cabanillas, presidente Anasap, www.anasap.org.
Redacción: Irene García


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