martes, 11 de febrero de 2014

El desarrollo de la empatía

Aunque todas las personas nacemos con la capacidad para ser empáticos, la empatía es algo que también debe enseñarse a los hijos. Así pues, son las madres y padres y, en general, cualquier persona que se relacione con los niños, quienes pueden ayudarle a desarrollar esa capacidad de empatía o, por el contrario, frustrarla creando niños demasiado centrados en sí mismos.

Aunque alrededor de los dos años de edad, ya pueden encontrarse en los niños ciertos comportamientos que podrían llamarse empáticos, como dar su juguete a alguien a quien ve llorar, no es probable que realmente compartan la emoción de la otra persona. Sobre los cuatro años, los niños comienzan a asociar sus emociones con los sentimientos de los demás, y son capaces de sentir el dolor que sienten otros. Lo que puede que no hagan muy bien a esta edad es responder de una manera apropiada ante el dolor ajeno. Por ejemplo, un niño que ve que otro se ha golpeado y está llorando puede ir a consolarlo al sentir su dolor, pero otro puede golpearle porque siente el dolor de otro niño y se siente mal, considerando al otro como la fuente de su malestar.

Por tanto, es tarea de padres y madres enseñarles tanto a ponerse en el lugar de los demás como a responder de manera adecuada. Si tu hija de 4 años grita al pasar "¡Mira que hombre tan feo!" puedes aprovechar la ocasión para explicarle que no debe decir eso porque ese hombre puede sentirse mal y preguntarle: ¿A que a ti no te gustaría que te dijeran que eres feo?

Si un niño inflige algún daño a otro niño a un animal, regañarle sin más o decirle "estate quieto", no es suficiente para ayudarle a ser más empático. Es necesario hacer que se ponga en el lugar del otro, que entienda que le ha hecho daño y preguntarle cómo se sentiría él o ella si alguien le hiciera eso.

A partir de los 5 años, se pueden usar también situaciones hipotéticas para desarrollar la empatía de los niños. Y a partir de los ocho años ya son capaces de entender que una persona puede sentir algo diferente a lo que sentiría él o ella en la misma situación, de manera que puedes ayudarle a tu hijo a desarrollar este aspecto más complejo de la empatía preguntándole, por ejemplo, que cree que sentirían cada uno de sus amigos en diversas situaciones (por ejemplo, al hablar en clase, antes de un examen, si alguien les llama tontos, etc.).

Ana Muñoz

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