sábado, 7 de junio de 2014

Los poetas de nuestra vida de Rose Mary Espinosa

Mirador de Las Vistillas en Madrid
No siempre sabemos aprovechar el tiempo durante una escala larga. Así me sucede hoy en Madrid: en unas horas partiré rumbo a un reencuentro que no sé si será despedida o recomienzo. Sé, en cambio, que viajo sin esconderme, sin lastres ni culpas como me ocurrió la última vez que estuve aquí, también durante una escala.

En ese entonces cargaba con remordimientos por haberme enamorado de otra persona, aun cuando estaba en una relación, y la osadía me costó una serie de reclamos, desde: ‘’Conmigo lo tenías todo’’ hasta: ‘’Vas a terminar sola en la vida’’. Aun cuando mis sentimientos eran más firmes que nunca, procuraba vivir con discreción el nuevo romance, so pena de no hacer sentir mal a mi expareja que, de algún modo, a la fecha me responsabiliza de su mala suerte en el amor.

¿Por qué nos cuesta tanto responsabilizarnos de nuestros propios sentimientos? En la sección de Psicología de la librería busco algún título que ofrezca una respuesta rápida: de ''bote pronto'' encuentro El libro Troll, El mundo entre tus manos y La risa os hará libres.

Son tan pocas horas que me parece que no tengo muchas opciones. En la librería hay guías que proponen conocer lo básico de esta ciudad, si es necesario, en un solo día. Prefiero llamarle a mi amiga Beatriz, quién quita y pega, y queda en alcanzarme apenas salga del trabajo para pasar la tarde juntas.

En la sección cultural de La Vanguardia leo un artículo sobre el descubrimiento de la comedia Mujeres y criados, de Lope de Vega, en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de España. El profesor Alejandro García-Reidy determinó la autoría de Lope tras una exhaustiva revisión de la métrica de dicha obra en correspondencia con otras obras del autor que datan de la misma época, es decir, entre 1612 y 1613.

Relaciones amorosas entre personas de distintos estratos sociales: de eso trata Mujeres y criados. Y estamos hablando de mujeres con iniciativa: Violante y Luciana están respectivamente enamoradas de Teodoro y Claridán, y a la vez son respectivamente pretendidas por los acomodados Don Pedro y Don Próspero, este último patrón de los muchachos.

Es una comedia urbana que confronta las relaciones por conveniencia. Ambas protagonistas son mujeres con iniciativa que se las ingenian para encontrarse con sus enamorados, burlando a su padre. Luciana calma los celos de Teodoro, quien teme que el pretendiente de su amada sea su "dueño", mientras que Violante se sirve de la ironía y el humor para responder los insistentes y exagerados galanteos de Don Pedro, su acomodado pretendiente. Al final, el amor se impone al honor y la búsqueda de la felicidad al servilismo.

Cuando termino de leer la obra (que se encuentra en línea y publicada en Gredos), llego a la cita con mi amiga y, en una tarde tranquila y fresca, vuelvo a algunos de mis espacios favoritos y me detengo en otros que no había apreciado con detenimiento.

Subimos por Serrano a la plaza de la independencia y por Alcalá a la Cibeles. Caminamos hasta Puerta del Sol, donde un grupo de veteranos marchan por la eliminación de las sentencias franquistas, seguimos a Plaza Mayor, donde decenas de mujeres vestidas con camisetas rosadas siguen la rutina de baile de un instructor. Llegamos al mercado de San Miguel, que hace unos días cumplió cinco años de haber sido renovado en una estructura conocida como Arquitectura de Hierro, a la manera de Barcelona.

Seguimos nuestra caminata. Pasamos por el famoso puente de los suicidas (Viaducto de Segovia) y Beatriz me cuenta del caso de tres adolescentes que se arrojaron juntas, antes de la instalación de las mamparas de dos metros, hace casi 16 años, para disuadir los impulsos suicidas, no siempre con éxito.

Con todo y la protección, el panorama es imponente, casi un imán. Los copiosos árboles tienen un efecto tranquilizante, a la vez que el cielo nublado ciertamente inquieta aun cuando la Basílica de San Francisco el Grande semeje un vigía. Desde un café en Vistillas miramos cómo el sol se extingue después de incendiarse entre las nubes.

Es el momento de despedirse. Regreso al punto de partida para empacar las compras del día y revisar mi correspondencia, ya que, desde que comenzó el paseo, no he tenido oportunidad de conectarme. Apenas entro a zona WiFi cae un racimo de mensajes en WhatsApp: la misma serie de recriminaciones que he recibido en los últimos años: que si nunca en la vida había padecido tanto, que no se repone, que a veces quisiera que sufriera lo mismo que él. . .

Viene a mi mente uno de los diálogos de la citada obra de Lope, cuando, celoso, Teodoro se pregunta: ‘’¿Con quién tomaré consejo que me defienda de mí cuando yo mismo me ofendo?’’. En mi caso, son las caminatas, como la inesperada de hoy en Madrid, son los hallazgos sorprendentes, es descifrar a través del arte, de la literatura, como en la citada obra de Lope, ciertos pasajes de la vida que ni la lógica ni la terapia atinan a resolver.

Esta vez Madrid ha sido la escala mejor aprovechada de mi vida. Sigo mi viaje rumbo a un episodio tan anhelado como temido y que en cualquier caso desconozco. Mis libros y mi poesía me protegen. . . Por eso recomiendo tan devotamente el recurso de mirar a través del arte y construirnos ilusiones propias, tomar lo cotidiano y embellecerlo, darle valor y significado, convertir nuestra vida en arte y poesía, ser poetas de nuestra vida.

Rose Mary Espinosa

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